Empresa: Tierra de Monte
Equipo: Adriana Luna Díaz, Etienne Rajchenberg
Fecha de fundación: 2015
Facturación 2020: 11.4 millones de pesos
Expectativa de facturación 2021: 18 millones de pesos
Empleados: 9

El amor al campo, y los primeros conocimientos de la tierra y los cultivos, los aprendió en su niñez de la mano de su abuelo, una figura decisiva para que Adriana Luna-Díaz decidiera estudiar la carrera de biología.

“Prácticamente desde que nací supe que sería bióloga, quería cuidar el medio ambiente”, narró con nostalgia la fundadora de Tierra de Monte, cuya trayectoria laboral incluye la remediación de suelos contaminados y apoyo a agricultores pequeños de Sinaloa,

Esas experiencias serían cruciales para su emprendimiento, que prácticamente surgió de una experiencia personal.

La llegada de sus hijas le transformó la vida y en los primeros meses acotó su disponibilidad laboral porque ambas sufren multialergia a los agroquímicos.

Los tratamientos y hospitalizaciones absorbieron la mayor parte del patrimonio de la familia, y, además, la única solución eran los alimentos orgánicos que en ese momento eran muy caros por la oferta tan limitada, sobretodo de los que certificaban su origen.

“En la CDMX sólo operaba Green Corner con alimentos certificados; un día fui a la tienda y había jitomates de 60 pesos cada uno y lloré de impotencia y coraje porque sólo tenia 120 pesos y en ese momento decidí que quería democratizar la comida orgánica para cubrir las necesidades de muchas familias que estaban en una situación similar”, compartió Luna-Díaz.

Y así comenzó a sembrar en el patio de su casa y aplicó los conocimientos adquiridos durante su trayectoria laboral, y en especial los de biología molecular y biotecnología, y aunque los primeros resultados no fueron los más afortunados su constancia, literal, rindió los primeros frutos.

Para la bióloga, que se define como una idealista con los pies sobre la tierra, si los consumidores seguimos erróneamente convencidos de que lo más sano cuesta más entonces de cierta manera permitiremos que nos cobren un sobreprecio por algo que de origen tiene que ser bueno y sano.

“Yo sueño que un día ya no estará el pasillo de los saludable porque tiene que estar prohibido que hagan algo que nos dañe; hacernos conscientes de que todos merecemos comer bien independientemente de nuestro poder adquisitivo”, enfatizó.

Sobre la agricultura tradicional y el uso de agroquímicos aclaró que no los sataniza porque, bien o mal, estos métodos han permitido alimentar a la población durante las últimas décadas, pero el agotamiento de los suelos comienza a repercutir en los niveles de producción que exige la depredación de más ecosistemas con efectos irreversibles y del otro lado está la creciente demanda alimenticia global.

Por eso uno de los objetivos de la empresa es brindar a quienes decidan libremente utilizar la agricultura convencional las herramientas y conocimientos para que, por ejemplo, el uso de fertilizantes sea mucho más eficiente y regenere la capacidad del suelo para absorberlos y aprovecharlos de mejor manera y no se utilice más de lo que el cultivo necesita y se generen problemas a la tierra.

“Estamos buscando poder acompañar una transición amable hacia formas de manejo mucho más armoniosas con el medio ambiente, pero que no se pierda el foco de que tenemos que alimentar una población creciente y eso no lo podremos hacer desde un solo frente, la agroecología es un frente al que espero podamos llegar pronto”, concluyó.

 

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