El alza en tasas de la Fed, la crisis griega en la eurozona, la desaceleración en China y los bajos precios del crudo serán cuatro jaquecas que enfrentará la economía global durante la segunda mitad del año. Lograr un crecimiento de apenas 3.3% parece un reto difícil de lograr.     Por Israel Pantaleón y Arturo Solís  La economía global enfrenta retos hacia el cierre del año. Los motivos están en varias latitudes. El mundo no debe bajar la guardia o podría sufrir el impacto del precio del crudo, la desaceleración del dragón chino, la ofensiva de Estados Unidos y su alza de tasas, además de los estragos por la crisis de la eurozona. En julio, el Fondo Monetario Internacional  (FMI) revisó a la baja su estimado de crecimiento global, a 3.3% desde 3.5% ante la desaceleración de países emergentes y el lento repunte de las economías avanzadas. En su reporte de mitad de año, el organismo liderado por Christine Lagarde consideró que “la distribución de los riesgos para la actividad económica internacional sigue inclinándose a la baja”. Sin embargo, los peligros en el corto plazo se vinculan con la agudización de la volatilidad de los mercados financieros y la caída de precios de las materias primas. “Los recortes en los pronósticos de crecimiento a nivel global, la posibilidad de una crisis en China y la inminente subida de las tasas de la Fed apuntan a que el resto del año seguirá habiendo volatilidad”, explica la economista en jefe de Banco Base, Gabriela Siller.   Cuatro amenazas para el desempeño económico A continuación, los cuatro peligros que enfrenta la economía global: 1. Hundimiento del precio del petróleo El precio del petróleo será uno de los principales dolores de cabeza para la economía mundial en el segundo semestre de 2015. ¿Por qué? Para empezar, la OPEP ha aumentado su nivel de producción de barriles en un millón de unidades más, lo cual pone presión a las naciones que han realizado inversiones fuertes en energía. “Todo esto es un juego para llevar a la quiebra a los productores de shale de Estados Unidos”, advierte Luis Serra, analista del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC). El break-even (punto de balance entre ganancia y pérdida) de los productores en Estados Unidos oscila entre 40 y 60 dólares por barril, explica Serra, mientras que el de OPEP puede llegar hasta 20 dólares. No obstante, ante el déficit presupuestal que enfrentan los países árabes no pueden permitirse descender hasta esos niveles. Por ejemplo, Arabia Saudita necesita que el precio ronde los 60 dólares.  Además, aunque el nuevo jugador del mercado de energéticos, Irán –tras el acuerdo nuclear con Occidente–, figura como una de las cinco potencias en reservas de petróleo y gas del mundo, necesita un precio de 200 dólares por barril para cubrir sus necesidades presupuestales, según el analista. Pero eso no es todo. Frente a la presión de Oriente Próximo al costo del crudo, la ofensiva de Estados Unidos será fortalecer el precio del dólar, vaticina Serra.   2.  Alza de tasas de la Fed Ante los datos de estabilidad que ha arrojado la economía de Estados Unidos, la Reserva Federal ha mencionado dos posibles aumentos este año: un incremento de 0.25 puntos porcentuales en agosto y otro en diciembre. De esta forma, los mercados también deberán prepararse para un terreno de volatilidad y fuga de capitales, además de un aumento en el costo de endeudamiento para los países en desarrollo. Sin embargo, la Fed no puede ignorar el desarrollo de la política monetaria global, pues en 2015 sólo dos países incrementaron tasas: Brasil e Italia. Únicamente 20 naciones han instrumentado recorte de tasas. “En Japón y la eurozona todavía tienen programas de flexibilización cuantitativa. La economía global todavía necesita el empuje de la política monetaria para poder recuperarse”, dijo José Isaac Velasco Orozco, economista de Banco Ve por Más. Velasco no es el único que advierte riesgos por la tendencia alcista de Estados Unidos: el Banco Mundial y el FMI han recomendado a la Reserva Federal postergar el aumento de sus tasas hasta 2016 y sugieren a los países emergentes fortalecer sus fundamentos macroeconómicos. Y aunque la Reserva Federal tome en cuenta las recomendaciones,  no será un determinante para aumentar las tasas, pues  al final del día el mandato de la Fed es mantener la meta de inflación estable y tener la actividad económica fuerte, comenta Marco Oviedo, economista en jefe de Barclays. “Si una subida de tasas está generando problemas afuera, sopesaría menos. En todo caso, parte de la responsabilidad de la Fed va a ser evitar que se generen burbujas, sea en mercados financieros en Estados Unidos o en otros.”   3. Crisis de Grecia y la zona euro La zona euro libró el riesgo de la deflación gracias al programa de flexibilización cuantitativa del BCE, por un monto de 1.1 billones de euros, que durará, por lo menos, hasta septiembre de 2016. “La deflación se evitó en Europa”, consideró Brigitte Le Bris, jefe de Divisas y Mercados Emergentes de Natixis Asset Management, luego que el BCE lazara su compra de bonos, como lo hizo el banco central de Estados Unidos. Sin embargo, problemas como el bajo crecimiento, los altos déficit fiscales y la situación que vive Grecia colocan a la zona euro en condiciones de incertidumbre y volatilidad. Grecia es la punta del iceberg de muchos de los problemas que hay en la zona euro, como la nula sincronización en el ciclo económico de las naciones a pesar de tener la misma moneda, lo que provoca que muchos países tengan una gran inflación, expuso Gabriela Siller, de Banco Base. El pasado 17 de julio, Grecia logró un tercer programa de ayuda financiera por tres años que podría totalizar 86,000 millones de euros (mde), por lo que comenzó el pago de sus adeudos. Gabriela Siller consideró que la solución es de corto plazo para Grecia. Además recordó que en más de una ocasión el país helénico no cumplió con sus obligaciones, por lo que esto aún representa un riesgo.   4.  Crisis financiera en China Los años de crecimiento superiores a 10% en la economía china parecen haber quedado en el pasado debido a la desaceleración interna, problemas en las industrias de exportación y la caída en los precios de las materias primas. En marzo, las autoridades chinas anunciaron una meta de crecimiento de cerca de 7% por debajo de la meta de 7.5%, incumplida en 2014. No obstante, la desaceleración económica no es el único problema para China. En junio, la Bolsa de Shanghai cayó casi un tercio de su valor, con pérdidas cercanas a los 4 billones de dólares en el valor de las acciones. La caída hizo que el gobierno lanzara una serie de medidas, como la paralización de ofertas públicas iniciales y la prohibición de que las empresas y sus ejecutivos vendieran acciones. Siller consideró que la situación que vive China puede terminar en una crisis financiera, “dado que muchos de los créditos se tomaron para poder financiar la inversión y ahora tiene un exceso de capacidad instalada”.

 

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