Existe una gran diferencia entre la autoconfianza y el ego. La autoconfianza te permite confiar en ti, en tus habilidades y en tus decisiones. Por eso es fundamental en el liderazgo, porque liderar implica ser capaz de alcanzar metas, tomar riesgos y salir de la zona conocida. 

La autoconfianza te permite creer que serás capaz de conseguir tus objetivos, enfrentar con éxito los desafíos y superar las dificultades. Cuando actúas desde la confianza, puedes ser creativo, asertivo y efectivo. Por otro lado, cuando actúas dominado por tu ego, reaccionas desde el miedo y tu liderazgo pierde efectividad. 

El ego es el que tiene miedo y en su afán de protegerte, y de evitar que pierdas algo importante, te asusta y te lleva a actuar a la defensiva. La manera en que te asusta es con pensamientos poco útiles que producen preocupación, inseguridad y ansiedad. Veamos cómo el ego sabotea tu liderazgo, a través de estos pensamientos poco útiles, o creencias limitantes:

  • Algunos jefes creen que es peligroso confiar en su equipo, ser auténticos, mostrar aprecio, pedir ayuda, reconocer sus errores, o compartir más allá de lo laboral. Creen que si lo hacen sus colaboradores los verán vulnerables y se aprovecharán. Como resultado no se ganan la confianza de su equipo y no construyen relaciones de verdadera conexión, colaboración y lealtad.
  • También hay jefes que creen que es peligroso decir “no”, manifestar desacuerdo, corregir o exigir. Creen que si lo hacen generarán conflicto, o dañarán su imagen y relaciones. Como resultado se vuelven permisivos; no ponen límites, y pierden credibilidad porque no se comunican con honestidad.
  • Otros jefes creen que es peligroso comunicarse con empatía. Creen que si lo hacen su equipo no los tomará en serio, no seguirá sus instrucciones y no alcanzará la metas. Como resultado infunden miedo; son duros con su equipo; no reconocen los logros ni felicitan; no escuchan, y sus colaboradores no se sienten valorados, se desmotivan, y no sostienen un alto desempeño en el largo plazo.
  • Por otro lado, hay jefes que creen que es peligroso delegar. Creen que para cumplir los objetivos deben estar encima de todo.  Entonces microgerencian; controlan excesivamente, abruman a sus colaboradores, asumen responsabilidades que no les corresponden, y se enfocan en lo operativo, dejando de lado lo estratégico.
  • Y, por último, hay jefes que creen que es peligroso compartir sus ideas o que no son capaces de lograr lo que se proponen. Creen que si se equivocan se dañará su imagen y fracasarán. Entonces se hacen invisibles; no se arriesgan; se mantienen en la zona conocida; se ven desempoderados e inseguros; no comparten ideas valiosas, y no alcanzan metas significativas.

Todas estas creencias llevan a los jefes a actuar desde el miedo a que se dañe su imagen o a perder credibilidad respeto y autoridad. Miedo a que no se sigan sus instrucciones, a verse vulnerables, o a que se aprovechen de ellos. Miedo a no conseguir los objetivos, a generar conflicto o a perder su trabajo. Y el que tiene miedo es el ego. Por eso, si reaccionas desde el miedo, dominado por tu ego, se afecta tu capacidad para liderar, para ganarte la confianza de tu equipo, para comunicarte asertivamente, para desarrollar a tu equipo y para producir los resultados que buscas.

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