Lo hiperconectado no quita lo cortés. Los buenos modales y la etiqueta de negocios siguen vigentes en medio del universo digital y la alta movilidad de los directivos.     Santiago es un hombre de negocios. Es uno de los principales socios en una de las agencias de comunicación más importantes del país. Usa ropa de diseñador y es, quizás, uno de los personajes con mejor imagen pública en las reuniones de networking, al grado de que su reputación en cuestión de tendencias e innovación en estrategias para sus clientes son de las más respetadas de la industria. Un día, pasadas las 10 de la mañana, Santiago se reúne con el consejo de su empresa para intercambiar puntos de vista sobre la posible fusión con una trasnacional interesada en absorberla y tomar las riendas de su destino. El papel de nuestro personaje es tan importante que podría ser él quien gestione la transición y eventualmente ascender a la dirección general del nuevo corporativo. Santiago conoce; es uno de los emprendedores mejor capacitados de su generación. No es famoso por sus debilidades, sino por cada una de sus fortalezas. Sin embargo, durante la reunión que acabamos de referir, dentro de su saco suena su teléfono y decide echar un vistazo: la llamada no era tan importante, pero su mirada y su atención se desviaron por algunos segundos y sólo activó el modo silencio y ya no guardó su dispositivo en el saco, pues decidió dejarlo sobre la mesa, justo a un lado de su tableta. Aun en modo silencio, el teléfono se vuelve a iluminar y la atención de Santiago se vuelve a desviar. Ahora no sólo echa un vistazo, pues decide tomarlo, revisarlo y responder un mensaje breve. Lo vuelve a dejar en la mesa y durante la próxima hora su mirada regresará al celular en espera de algo, de alguien o quizá de nada, pero eso no lo sabemos. Imaginemos, por ejemplo, qué pensaríamos de ser la contraparte que eventualmente confiaría esta operación a Santiago. ¿Por qué ve tanto su teléfono?, ¿por qué no lo guarda?, ¿hay algo más importante que esto? Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Sin lugar a dudas, cuando hablamos de tecnología hablamos de tendencias, de formas de trabajo y hasta de estilos de vida, ya que, hoy por hoy, se ha convertido en una gran herramienta corporativa y su alcance aún está lejos de ser descubierto; sin embargo, la delgada línea que separa el ámbito laboral con el personal es casi invisible y en ocasiones, como en el caso de Santiago, los protocolos y las etiquetas de negocios han pasado a ser plato de segunda mesa, por lo que cobra relevancia el comentario del filósofo chino Lin Yutang: “Un hombre educado es el que tiene los amores y los odios juntos.” Sí, es cierto que (aún) no hay un Manual de Carreño para las buenas formas y mejores costumbres en torno de lo que políticamente es correcto o no respecto al uso de tanto dispositivo que hoy parece una extensión del mismo cuerpo, pero hay alternativas y formas de convivencia para los directivos. Es más, los mensajes que dio Santiago en la junta de negocios, y los que recibieron sus contrapartes, pudieron haber sido tan claros como confusos, pues la atención y la importancia que le restó a la junta y a las personas presentes no está a discusión. Y es justo por esta razón que me gustaría detallar los cinco pecados que cualquier CEO puede evitar cada vez que se encuentre en pleno networking, en una comida o junta de negocios o simplemente cuando esté frente a una persona y, por evidentes razones, la mire cada vez menos a los ojos.   1. Guárdalo Ya sea en la bolsa del saco, de la camisa o en tu portafolio, cuando estés hablando de negocios, cualquier dispositivo en la mano o en la mesa resalta la importancia que le das a dicho gadget y que simultáneamente le estás restando a tu interlocutor. No lo hagas. Es aceptable tenerlo a la mano en caso de que estés esperando una llamada con carácter de urgente, y siempre será bien visto que se lo comuniques a tu contraparte para evitar malas interpretaciones. Es muy probable que lo entienda y sigan adelante.   2. Activa el modo silencio Una vez guardado en algún bolsillo o portafolio, no olvides dejarlo en modo silencio, pues de nada servirá no tenerlo a la vista y escucharlo en medio de una reunión importante y tener que disculparte por la interrupción. Al finalizar tu charla de negocios, siempre podrás revisar y responder los mensajes que han llegado.   3. No leas bajo la mesa Si has llegado a este punto en el que por determinadas circunstancias tu dispositivo no está guardado y de verdad estás esperando una comunicación urgente, evita desviar tu mirada hacia el teléfono que, “discretamente”, colocas debajo de la mesa, pues consideras que de esa forma será menos evidente. ¡No lo hagas! Todos lo notarán, y en este caso siempre es preferible que si anticipas que recibirás una llamada o mensaje urgente, te levantes para no disipar la atención alrededor de la mesa.   4. Canciones como tonos Por mucho que te guste la canción o aunque esté de moda el ringtone de la película más aclamada por la crítica, en cuestión de negocios es preferible echar mano de un recurso más profesional. La gama de opciones que ofrecen los smartphone hoy en día es inmensa y seguro encontrarás uno que vaya con la imagen que quieres expresar, y por mucho que los Rolling Stones sigan vigentes, su nueva canción no necesariamente te dará una imagen profesional.   5. Información y duración de las llamadas Si ya le comentaste a tu interlocutor que probablemente te llamarán durante la junta o comida de negocios, si lo tienes en modo silencio y no está a la vista, todo ha ido bien, pero justo cuando recibas esa llamada, y por cuestiones de espacio o movilidad no puedes salir de la sala de juntas o el espacio entre las mesas es muy reducido, al grado de que tu contraparte pueda escuchar lo que dices al teléfono, no sólo cuida el tono del que habla, sino por ningún motivo comentes del encuentro que tienes en ese momento, no des información, no des detalles y no dejes ver que se trata de un evento “vox populi”. Por otra parte, tampoco es recomendable tener una llamada larga y que de pronto deje ver que también estás resolviendo pendientes que puedes solucionar en otro momento. No olvides el carácter “urgente” de esa llamada. Ser cortés, atento y darle la importancia que merece tu audiencia nunca pasa de moda y genera confianza y empatía para que fluya la comunicación. Como diría el economista Thomas Sowell: “Mostrar cortesía y consideración hacia los demás es como invertir centavos y obtener dólares de ganancia.” Los buenos modales y la etiqueta de negocios siguen vigentes en medio del universo digital y la alta movilidad de los directivos. Lo hiperconectado de manera razonable no quita lo cortés.     Contacto: Twiiter: @HectorMezaC Correo: [email protected] Facebook LinkedIn   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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