¿Quieres generar verdaderos cambios disruptivos, no pequeñas mejoras en tu producto o servicio? Desarrolla en tu empresa la figura de intrapreneur.   Hace tres años di el salto de intrapreneur a emprendedor. Dejé de desarrollar nuevos negocios como empleado de una corporación, dedicada a la construcción de vivienda, para hacerlo por mi cuenta. Ambos roles han sido gratificantes y retadores, pero, a su vez, muy distintos. Es curioso que a pesar del boom del ecosistema emprendedor en el mundo, la palabra “intrapreneur” ni siquiera exista en español. Busqué esa palabra en el sitio web dictionary.com, y aproximadamente se traduce en “aquella persona empleada por una corporación grande a quien se le da la libertad y el soporte financiero para crear nuevos sistemas, procesos, servicios, etc. y que no tiene que seguir los protocolos o rutinas usuales”. Este rol ha tenido muchas repercusiones en el mercado, pero sus actores no siempre reciben la difusión que otros emprendedores reciben. Un caso que me viene a la mente es el de Rodrigo Gutiérrez, quien desarrolló desde cero el modelo de lealtad basado en un monedero electrónico Payback, con el apoyo de American Express. Rodrigo me dijo lo que ha sido para él ser intrapreneur: “La clave es lograr detectar oportunidades fuera del statu quo, lograr conseguir sponsors corporativos y apuntarte para ser parte del cambio asumiendo el riesgo personal de carrera.” Son claras las similitudes entre ser intrapreneur y ser emprendedor al crear algo nuevo, vivir la adrenalina de ir concretando hitos, sentir el estrés de equivocarse y tener que corregir el rumbo. Y las diferencias principales son:
  1. La facilidad de mover los límites. Como intrapreneur tienes total responsabilidad sobre el desarrollo y ejecución del plan de negocio, pero de alguna forma estás limitado por sistemas y políticas corporativas o lineamientos del consejo de administración. Como emprendedor puedes tomar decisiones con mayor facilidad, a veces con demasiada, sin tener que cabildear mucho las grandes decisiones. Claro que esta diferencia se reduce drásticamente cuando un emprendedor recibe capital de algún fondo.
  2. El sentido de la quincena. Como intrapreneur tienes certeza del cobro de tu quincena, por pertenecer a un grupo empresarial. También contarás con el fondeo suficiente para cubrir el salario de los demás empleados de tu equipo. Como emprendedor sufres cuando llega cada quincena, sobre todo en el arranque de la empresa, porque seguramente tendrás que inyectar de tu capital para pagar nóminas, y si te sobra, cobras tú.
  3. La ilusión del fin de semana. En ambos roles se trabajan muchas horas, porque construir algo desde cero nunca es fácil. Pero como emprendedor, cuando tu patrimonio –y en ocasiones el de tu familia– está en juego no existen los sábados ni domingos de descanso, sino que se vuelven únicamente días con menor volumen de llamadas y de e-mails.
  4. La calidad de tu red de ayuda. Como intrapreneur tienes el soporte de una empresa que ya le paga honorarios a despachos de nivel para asuntos fiscales, contables, legales, de sistemas y otros. Y si no lo tienen aún, puedes pedirle cotizaciones a firmas especializadas que siempre atenderán tu llamada. Como emprendedor tienes que desarrollar una red profesional distinta a la del intrapreneur. Se vuelve clave encontrar mentores que crean en ti y en tu proyecto, porque de otra forma no les puedes pagar, o no de inicio. También puedes buscar firmas profesionales que podrían apostar por tu emprendimiento, para mantenerse cerca cuando éste crezca.
  5. La relación entre riesgo y beneficio. Como intrapreneur es poco probable que se te permita incorporarte al capital de la nueva empresa como socio, y por ello se te premie con bonos. Éstos pueden ser jugosos, pero topados. Como emprendedor puedes perder hasta la camisa, pero también obtener altos rendimientos por el riesgo incurrido, y el límite es la valuación que alcance tu empresa.
  6. La experiencia de una cultura ajena o la creación de la propia. Al formar parte de un grupo empresarial, el intrapreneur se mueve dentro de una cultura existente. Ésta puede ayudar a impulsar ese nuevo emprendimiento, o destruirlo, si se desarrolla dentro de las oficinas centrales o en una organización donde no se fomenta la meritocracia. Como emprendedor, no hay otra cultura que la que tú y tu equipo imprimen, por lo que se transmiten muchos de los hábitos y costumbres.
Me encantaría ver cada vez más empresas que generen cambios disruptivos, no pequeñas mejoras en sus productos o servicios. Para ello deberán desarrollar la figura del intrapreneur. El único riesgo en el que esas empresas incurren es que para que tengan éxito deberán impulsarlos tanto que podrían volar por sí mismos, volviéndose emprendedores.   Contacto: Twitter: @ramonestradat LinkedIn: Ramón Estrada Torrescano Páginas web: hipos.com / contento   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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