No reconocer la necesidad de innovar puede llevar a la desaparición de un negocio, o por lo menos a desviar recursos que estimulan el crecimiento (la salud de la empresa).   La fiebre es un síntoma que nos alerta ante una enfermedad (infección u otro mal) en un paciente. Sin embargo, aun sabiendo que es un síntoma, nuestra primera reacción es combatir la fiebre, desapareciendo momentáneamente el síntoma. En el mejor de los casos, luego se recurrirá a un doctor para que determine la causa de fondo. Porque si no se trata, los síntomas seguirán apareciendo y el problema de fondo podría ser mortal. Una empresa que no innova, lucha diariamente con diversos síntomas: nulo crecimiento, poca lealtad, deficiente relación con sus clientes, competencia por captar la atención de sus clientes, aislamiento, entre otros. La reacción que por lo general se tiene a estos síntomas es tratarlos con recursos conocidos, copiando lo que hacen los demás, generando soluciones de corto plazo, implementando soluciones costosas y provocando incertidumbre sobre su efectividad —pero tarde o temprano, estos remedios serán inútiles. El no reconocer la necesidad de innovación puede llevar a la desaparición de un negocio, o por lo menos a desviar recursos que estimulan el crecimiento (la salud de la empresa). Algunos de los síntomas que nos anuncian la necesidad de empezar a innovar son:
  1. El precio se vuelve la principal variable de decisión. Para los clientes, la sensibilidad a las variaciones de precio es muy alta, y tu mercado se acerca a lo que en Economía 101 te enseñaron que era un modelo de competencia perfecta.
  2. Las mejoras de producto o servicio ya no son apreciadas. El esfuerzo por incrementar el desempeño de alguno de los beneficios actuales de tu producto o servicio no es correspondido por la preferencia de las personas que los usan.
  3. El canal se vuele agnóstico al poder de tu marca. El escepticismo y la ironía se apoderan de las conversaciones con tus socios estratégicos. Se ha perdido la credibilidad en los nuevos lanzamientos y tu fuerza de ventas se siente desarmada ante estos argumentos.
  4. Crees tener una organización innovadora porque llevan a cabo muchas sesiones de brainstorming. Es común confundir la innovación con la creatividad —como confundir un analgésico con un tratamiento médico—. Si intentas resolver todas las necesidades de innovación con sesiones de lluvia de ideas es posible que lo único que tengas como resultado sean ideas, y no soluciones integrales para tus clientes.
  5. La innovación se limita a lanzar nuevas presentaciones o extensiones de línea. Muchos nuevos productos que no aportan valor al cliente, marean antes que facilitarles la vida a las personas. Si tu categoría se ha vuelto tan compleja que sólo el jefe de producto la puede explicar con una presentación, es una señal que debes de cambiar algo de fondo. Demasiadas opciones conducen al cliente a la parálisis de decisión y eleva su ansiedad por elegir.
  1. Las personas de tu organización piensan que no hay forma de diferenciarse. Cuando tu equipo se da por vencido y no encuentra forma de diferenciar su producto, empiezan a justificar su falta de crecimiento con frases como “tenemos un commodity” o “el cliente no está dispuesto a pagar más por mi producto”. En realidad, cualquier producto —por aburrido que éste sea— siempre tiene una posibilidad de diferenciación.
  2. Copias lo que hace tu competencia sin cuestionar su efectividad. El estar enfocado más en lo que hace la competencia, o lo que funciona en otras partes del mundo, hace que pierdas el foco en lo que en realidad necesitan tus clientes. El objetivo de negocio debe ser ofrecer una propuesta de valor que haga a tu cliente muy feliz, no en hacer más cosas que tu competencia.
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