No sólo es fuerte escuchar que en México mueren asesinadas 10 mujeres al día, resulta abrumador que los agresores queden libres por razones como que el feminicida confeso quedó detenido “demasiadas horas”.

Una investigación de Mexicanos contra la Corrupción arrojó que de de 3,056 asesinatos en condición de feminicidio, sólo hubo 739 condenas y 105 absoluciones.

Los datos son duros, pero, por si no fuera suficiente están las historias: Ingrid Escamilla desollada por quien hubiera sido su pareja sentimental; Karol Nahomi, de cinco meses, asfixiada presuntamente por miembros de su familia; Fátima, secuestrada por una vecina para llevarla a su esposo y evitar que abusara de sus propias hijas.

La realidad exige acciones, exige una respuesta clara por parte de las autoridades y exige cambios en la forma cotidiana de considerar a las mujeres como parte de la vida social, política y económica.

Hoy se espera que muchas mujeres tomen las calles con una misma exigencia: NECESITAMOS QUE LAS COSAS CAMBIEN.

Una marcha multitudinaria es síntoma de que la violencia sistémica ha permeado  en cada capa de la sociedad.

Desde las niñas, que no pueden caminar solas a la escuela porque existe el riesgo de que alguien las desaparezca impunemente, hasta las profesionistas que deben lidiar todos los días con una violencia que se traduce en una brecha salarial sin razón de ser, en acoso laboral y sexual, en techos invisibles que imposibilitan conseguir ascensos, en trabas y obstáculos para poder compaginar maternidad y trabajo.

Mariana Campos, experta en temas fiscales y cuenta pública en México Evalúa, relató en redes sociales su experiencia cuando, al acudir a dar una charla magistral en un evento con 60 asistentes hombres, las personas a cargo de la logística sólo atinaron a dirigirla al “salón de las damitas“, donde las esposas de los ejecutivos podían pasar el tiempo. Tenemos que derribar esta forma de pensar.

Hace unos días, posteé personalmente en mi cuenta de Twitter que muchas empresas se estaban sumando al Paro Nacional de Mujeres del 9 de marzo con acciones que lucían más como marketing, que como respaldo genuino a la iniciativa.

¿Qué pasaría si las empresas que gastaron en mercadotecnia sobre el 9M o las que (más audaces) buscarán hacer activaciones comerciales durante la marcha difundieran los sueldos del hombre mejor pagado vs. el de la mujer mejor pagada en la organización?

Quizá así podríamos vislumbrar los verdaderos esfuerzos para cerrar la brecha de género.

Ninguna industria se salva hoy de la violencia sistémica y la discriminación.

En los medios de comunicación las directoras editoriales se cuentan con los dedos de las manos, los salarios los hombres mejor pagados en las redacciones son considerablemente mayores que los de las mujeres más próximas en el organigrama.

En México ocurre un fenómeno lamentable en el periodismo: cuando un reportero hombre envejece, se convierte en potencial editor, cuando una mujer reportera envejece, se convierte en ‘la señora que salió en el último recorte de personal’.

Cifras de la organización Periodistas PUM arrojan que 73% de las mujeres que trabajan en medios de comunicación han vivido acoso, hostigamiento o agresiones sexuales y 6 de cada 10 de ellas vieron afectado su desempeño profesional. Muchas nos identificamos como parte de esta estadística y muchos hombres en los medios de comunicación realizan expresiones lamentables como “orgullosamente salí en el #metoo”.

Las mujeres que han logrado cambios en sus redacciones, las que visibilizan las agresiones y adoptan los feminicidios como eje central de su cobertura han sido señaladas como intimidantes, no como valientes. A los hombres periodistas sólo se les otorga ese mote cuando su fama obedece a acciones mezquinas.

Necesitamos que las cosas cambien. La marcha de hoy será visualmente una muestra de que estamos hartas, de que hoy es más importante salir a la calle a pedir justicia por las que no están y a decirle a todo el mundo que podemos organizarnos para exigir, que hacer cualquier otra cosa.

La marcha será histórica, pero los cambios más poderosos se realizan al interior de las casas y de los centros de trabajo, se realizan cuando una empresa entiende que una mujer que tiene hijos y sale temprano a recogerlos contribuye de igual medida a la organización que cualquier compañero y lo hace con un compromiso mayor.

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Los verdaderos cambios ocurren cuando una empresa se preocupa por el acoso y lo sanciona, cuando educa a sus colaboradores sobre la violencia de género y los micromachismos, cuando el gobierno reconoce que los FEMINICIDIOS van en aumento y requieren acciones concretas.

Hoy es una marcha en que las mujeres son las protagonistas, pero el resto de los días nos toca trabajar juntos y caminar hacia una sociedad más equitativa.

 

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