Con la ubicuidad de los teléfonos inteligentes, las teleconferencias aumentaron 42% entre 2011 y 2013, obligando a sus participantes a responder en lugares inusuales.   Por Susan Adams   Cuando mi editor y yo hicimos los ajustes finales a uno de mis artículos para nuestro número más reciente, la semana pasada, tuvimos varias conferencias telefónicas con Luisa Kroll, una de las expertas en riqueza de Forbes, y mi colega más trabajadora. Ella había salido oficialmente de vacaciones desde el viernes, pero en lugar de estar descansando, se encontró participando en una serie de llamadas grupales mientras caminaba por el bosque junto a un estanque en Cape Cod, donde se suponía que debía estar celebrando el octavo cumpleaños de su hija Cassie. Por desgracia, en mi opinión, la situación de Luisa se ​​está convirtiendo cada vez más en la regla, no en la excepción. No creo que sea algo bueno que la mayoría de nosotros tengamos nuestros teléfonos pegados a alguna parte del cuerpo a todas horas. Eso agota nuestra energía y nuestra capacidad de sumergirnos en muchos de los grandes placeres y experiencias de la vida. Estoy pensando en la caricatura del New Yorker del turista que no miraba directamente a la estatua de la libertad, sino a través de su teléfono, como si no pudiera verla fuera de su pantalla ubicua. Ahora, un estudio bastante entretenido hecho por un proveedor de llamadas de conferencia de Chicago, InterCall, confirma mis temores sobre el grado en que las teleconferencias perturban las vidas de los trabajadores. Aunque el estudio presenta esto como un giro feliz de acontecimientos, yo me he concentrado en el lado oscuro. “Dado que casi todos los empleados tienen acceso a un teléfono inteligente o tablet, las reuniones se pueden llevar de la casa a la playa, un aeropuerto o casi cualquier lugar en el que los empleados se encuentren”, dice el informe. InterCall encuestó a 500 empleados a tiempo completo sobre sus hábitos de conferencias. Las llamadas de conferencia se dispararon 42% entre 2011 y 2013. Eso era de esperarse, ya que las líneas móviles crecieron 40.6% frente a las líneas fijas en el mismo periodo (yo habría pensado que el incremento sería aún mayor). Tampoco sorprende, aunque es elocuente: 82% de los encuestados dijo que trabajaba en cosas sin relación a la llamada mientras estaba en una teleconferencia. He aquí cuántas personas lo hacen: Desde otro trabajo – 65% Mientras enviaba un correo electrónico – 63% Durante la comida – 55% Al ir al baño – 47% Mientras escribían mensajes de texto – 44% Revisando sus redes sociales – 43% Al jugar videojuegos – 25% Comprando en línea – 21% Mientras hacían ejercicio – 9% Tomando otra llamada (que supongo funciona si se silencia la primera línea) – 6% Ahora viene la parte divertida de la encuesta: ¿cuáles fueron los sitios más extraños desde los que participaron en una teleconferencia? 1. El baño de una estación de camiones 2. El área de juegos de McDonald’s 3. El clóset de la casa de un amigo durante una fiesta 4. La playa: “Era una videollamada, así que mantuve mi tablet en alto para que no saliera mi bikini.” 5. Detrás de una iglesia durante una boda 6. Una pista de carreras 7. Persiguiendo a mi perro por la calle 8. Disney World 9. En el probador de una tienda mientras compraba ropa Aproximadamente 39% dijo que abandonó sus llamadas sin decírselo a nadie. Otro 27% se quedó dormido.

 

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