Por: Alejandro Martínez Araiza

La pandemia de SARS-CoV-2 ha hecho evidentes modificaciones que llamamos “nueva normalidad” pero que, en realidad, venían gestándose previo a la aparición del virus. Más que ser semilla, lo que ha hecho el Covid-19 en el ámbito empresarial y la relación de las empresas con su entorno es relajar las diferentes resistencias a los cambios.

Una de ellas es aquella que ponía a la empresa como el protagonista único. La aparición del concepto “ciudadanía corporativa” en el World Economic Forum, ha servido como estrategia de Relaciones Públicas, pero también, como paso para que la persona regresara a ser el centro de las decisiones.

Los trabajadores se han visto ampliamente beneficiados porque volvió a quedar claro que dentro de estas instituciones quienes toman y ejecutan las soluciones a los retos y estrategias de negocios somos personas.

Con ello, los sindicatos nos hemos visto obligados, por vocación o necesidad, a reconceptualizar nuestro papel. El mayor reto que encontramos es la percepción de que somos freno para el desarrollo o vehículo para facilitar la corrupción.

Afortunadamente el cambio esta siendo más veloz de lo que se imaginó y hoy tenemos sindicatos que además de luchar por contratos colectivos solidarios y justos, así como su cumplimiento; ampliamos los beneficios y prestaciones que otorgan las empresas, sin que esto signifique un costo adicional para ellas o para los trabajadores. De esta forma con solidaridad se complementa a fin de elevar la calidad de vida.

En tiempos de crisis este tipo de economías de escala son eje fundamental para amortiguar la contracción del PIB de dos dígitos y convertir a la crisis en desarrollo y crecimiento económico.

La entrada en vigor del T-MEC puso los reflectores sobre los derechos laborales, pero este solo es el primer paso para ir más allá: los sindicatos debemos ser un facilitador del crecimiento y desarrollo. No se trata de que tengan un buen o mejor empleo, se trata de ser también habilitadores de frente a los nuevos retos de las industrias y las circunstancias actuales.

De esta forma y con sentido humano los sindicatos debemos enfocarnos en tres ejes de acción: primero, el desarrollo y crecimiento de los trabajadores, sus familias y las empresas. Segundo, la prevención de conflictos laborales. Y, tercero, la reconciliación a partir de evitar la politización y construir armonía laboral.

Los sindicatos debemos ser el eslabón que cierra la cadena de valor para enfrentar la crisis con el menor impacto en la planta laboral.

Contacto:

Alejandro Martínez Araiza es director de la Sección 11 de la Federación de Trabajadores de la Ciudad de México y Secretario General del Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC).*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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