Por: Eduardo Navarrete

Como la cumbre de un cerro, toda historia tiene más de una lectura. Así, sentirse vulnerable es un indicio, pero tal vez de los más claros en el ignorado ejercicio de saberse con vida. No hay paradoja, nos encanta la contradicción, tal vez como pasatiempo rutinario o como un método ineficaz para soltar el aferramiento.

Si se levantara una consulta (una seria, pues) en la que se preguntara si el mundo está de cabeza, (así, con esta redacción) sería muy viable que pocos apostaran a responder que no.

En todo caso, sería cuestión de segundos para que recibieran un guiño de la realidad a manera de desconcierto o lección. Lo curioso y hasta divertido es que por alguna intrincada razón, no lo sabemos o no queremos aceptar que el mundo está al revés.

Xavier López, “Chabelo”, una fuente de sabiduría y de retos pedagógicos para la infancia, tuvo un interesante acercamiento con su canción “El Mundo del Revés”. Albert Camus lo puso de otra manera: “el hombre es la única criatura que se resiste a ser lo que es”.

León Tolstoi pensaba que para que el hombre realmente viviera, tendría que evitar la noción de infinitud o tener una explicación del significado de la vida como conector de lo finito con lo infinito.

Pero Siddharta Gautama termina por volverlo asequible al aclarar que la fuente de los problemas y contradicciones es que pretendemos ser alguien que no somos y apropiarnos de lo que no nos corresponde. De eso trata el mundo al revés. O nosotros al revés.

Basta un vistazo al mundo

¿Cuándo se iba a imaginar que China defendería la economía de consumo, rechazaría el proteccionismo y festejaría la globalización? Más de 25 mil personas mueren de hambre al día en un modelo socioeconómico que produce 60% más de lo que la población necesita para alimentarse. Nos dicen que somos ejemplo mundial en la atención de la actual pandemia, pero los números oficiales advierten que somos el cuarto país en el planeta en número de muertes por Covid-19. Los partidos políticos, esa entidad diseñada para comunicar al pueblo con el gobierno, se aparece solo en momentos electorales. Los países que edificaron los principios y normas internacionales son actualmente los que las contradicen con aislacionismos y cerrazones. Hacemos lo indecible para estropear la convivencia con el medio ambiente, pero maldecimos los fenómenos climáticos atípicos…

La lista podría durar los párrafos que necesites para voltear a ver que todas estas contradicciones tienen su origen en el espacio personal de la experiencia:

  • Soledad social

Luego de un periodo de distanciamiento como el que protagonizamos, no son pocos los que encontraron en la soledad un principio de sociabilidad. Suena contradictorio: la llave resultó ser, saber estar con uno mismo.

  • Medios sociales distanciadores
    No es nuevo para nadie, sea porque es tema en tendencia por el documental de temporada o porque en efecto hay resonancia de fondo, los medios sociales nos desconectan más de lo que nos vinculan. ¿O qué tiene de social estar tumbado en el sillón viendo otros perfiles?
  • Más fuentes, menos relevancia
    A más información, menor credibilidad. El volumen de la data es impensable, pero la información confiable se ha convertido en un santo grial.
  • De prisa, sin importar qué
    Tenemos prisa todo el día: para levantarte o acostarte, para bañarte o despeinarte. Nos agita el hecho de estar, porque concebimos la prisa como un componente inherente al vivir. Tenemos prisa para completar nimiedades posponiendo situaciones importantes
  • A más conocimiento, mayor contexto
    Entre más aprendes, te das cuenta lo poco que sabes. Acaso esta paradoja está diseñada para cultivar humildad en el soberbio, lo cierto es que queda tanto por conocer.
  • Lo unico que no cambia es el cambio mismo
    De haber claridad en que la única constante es el cambio, la relación superficial y profunda con el mundo sería otra en magnitud, dirección e intención.
  • Más conectados, ¿para qué?
    Entre más conectividad, menos civilidad. No basta que más de la mitad del planeta está conectada a internet para presenciar que en esta sociedad virtual nuestro comportamiento no es uno del cual podamos sentirnos orgullosos como especie.
  • Control a toda costa
    Nos estresamos tratando de controlar lo incontrolable, suponiendo que algún día detendremos el tiempo en aras de obtener la eterna juventud, como para entonces tener tiempo para vivirlo. La propia emergencia sanitaria puede obrar como reto para saber que la única certeza es la incertidumbre.
  • Pasarnos de vivos
    Nos montamos en algoritmos para tratar de adivinar conductas y predecir comportamientos con la finalidad de sacar provecho de otros.
  • Entre más opciones se presentan, es más difícil elegir
    No es rara la queja en un restaurante en torno a una carta reducida en opciones, pero conforme se van multiplicando, anhelamos una versión como la primera. Las opciones nos confunden, pero deseamos que sean inacabables.
  • Cerca, pero lejos
    Entre más tratas de mantener a alguien cercano, es probable que se aleje. La torpeza en las relaciones hace que la obviedad aplaste el acompañamiento que es natural. El sentido de alteridad (antes visto como otredad) tendría que honrarse con la espontaneidad y el respeto.
  • De todo, para mí, mío
    Coleccionamos lo que que nos cansará porque es imposible tener todo de algo. Y si por alguna razón eso ocurriera, nos aburririría solo para iniciar una nueva colección.
  • ¿Memoria o educación?
    Estudiamos materias por años para recordar a lo mucho, 15% de ellas y utilizar en la vida profesional un porcentaje menor. Cuando la prioridad es pasar el examen, la cultura y la educación son transitorias.
  • Se dice más hablando menos
    El lenguaje tiene límites que son parte de la aventura humana. Por un lado puede ocultar sensaciones, por otro, transmite la esencia y los referentes del emisor. Pero sin estar acostumbrados a verlo así, ¿qué valor se imprime a la comunicación diaria?
  • De lo bueno, poco
    Entre más disponible está algo, menos lo deseamos. El sesgo de escasez abunda en la raza humana y la percepción de valor, debido a la unicidad es la culpable. No hace sentido, siendo únicos y a la vez una colectividad.
  • Tu miedo eres tú
    Si algo te asusta, deberías ponerle atención y considerar llevarlo a cabo, en lugar de evitarlo. El temor es un signo de relevancia por engendrar un sentido de involucramiento contigo.

El mundo no tiene por qué ser lógico. Probablemente nosotros somos uno de los límites a su sentido común. En lo que desciframos tal paradoja, es útil saber que de manera colectiva se crea esta realidad y que desde los pensamientos hasta las decisiones, impactan y afectan el entorno.

¿Qué vas a hacer, decir y pensar, entonces?

Contacto:

Eduardo Navarrete Se especializa en dirección editorial, Innovación y User Experience. Es cabeza de contenido en UX Marketing y cofundador de Mind+, arena de entrenamiento para la atención plena empresarial.*

Twitter: @elnavarrete

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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