Mike me recibe en la sala del departamento de su actual tutora en la ciudad de Tampico, Tamaulipas. Deja su celular a un lado y se levanta para darme un abrazo. Su semblante tranquilo no advierte la historia de desavenencias que permite que él esté hoy aquí.

El joven de 18 años es tímido y sus manos sudan con frecuencia, sin embargo cuando pide no causar lástima lo hace con voz firme y contundente. Mike es oriundo de Pachuca, Hidalgo de donde fue resguardado por el DIF a los 8 años cuando salía de su escuela tras recibir reportes de una compañera, quien también era su vecina, de los golpes que le propinaba su padre, además de abusar del menor. 

Una tarde abandonó su salón de clases para nunca volver y su vida dio un giro que lo colocó en un camino de vacíos y abandono. Dos trabajadoras del DIF lo recogieron de la escuela y desde esa tarde Mike nunca volvió a ver a su padre aunque años después se reencontraría con sus otros tres hermanos, quienes corrieron con otra suerte no mejor que la de Mike.

El menor fue transferido a una casa hogar en la Ciudad de México, en donde asegura que, como mecanismo de control, a los considerados “niños problema” los llevaban a un hospital psiquiátrico por unos días y regresaban dopados a la casa.

“Te tenías que cuidar no sólo de que te mandaran al hospital para tratar de tranquilizarte, sino de abusos de otros jóvenes dentro de la casa, así como guardias y vigilantes”, describe Mike quien para tratar de evitar ser otra víctima más de estas arbitrariedades pidió su trasladado a otra casa. Petición que le fue concedida. 

Unos meses después, el joven hidalguense ya estaba viviendo en una casa hogar ubicada al poniente de la Ciudad de México, en Santa Fe. Durante los dos años que ahí vivió, Mike estuvo bajo resguardo del director, y aunque los abusos seguían, se daban con menor frecuencia, gracias al sistema de videovigilancia con el que contaban estas instalaciones. 

Todas las mañanas una camioneta del DIF pasaba a recoger a los niños y jóvenes y los llevaba a la escuela pública correspondiente. Ahí, solo se juntaban entre ellos, quienes representaban lo más cercano que podrían tener a una familia. 

“En la escuela no tenías que decirles a los otros niños que eras huérfano, ellos lo sabían y te discriminaban por ello”, relata Mike quien con voz quebrada afirma: “Yo no elegí ser discriminado, yo no elegí esta vida”. 

El camión los recogía del colegio y por la tarde acudían a talleres dentro de la casa hogar. El favorito de Mike era el de pintura.

Al ser uno de los jóvenes de mayor edad dentro de esta casa hogar, Mike asumió la misión de proteger a los niños que como él, quedaron en situación de orfandad a una corta edad.

“A menudo los niños se soltaban llorando con mucho dolor sin saber por qué les estaba pasando esto”, platica Mike quien junto con otros jóvenes arropa a los más pequeños, quienes a falta de una pronta orientación psicológica se refugian en sus compañeros de la casa hogar. 

“Por las noches se escuchaban los llantos de los niños recién llegados”, recuerda Mike, mientras se aprieta los dedos. 

El director de la casa hogar donde vivía Mike fue trasladado a Monterrey, Nuevo León y la llegada de la nueva cabeza de este refugio sacó a los jóvenes del lugar, argumentando que únicamente sería para niños menores de 13 años. Este rango de edad excluía a Mike, quien ya tenía 15 años. 

Los días que siguieron a su expulsión de la casa hogar vivió en la calle junto con otros adolescentes hasta que su ex director pidió su traslado a la nueva casa hogar que dirigía en el estado de Nuevo León. 

Este fue el primer estado en aprobar la norma que incluye las familias sustitutas, que incentiva el modelo de acogimiento familiar para evitar que niños en situación de orfandad vivan en instituciones como las casas hogar. El doctor Alejandro Morton fue uno de los principales impulsores de este modelo.

“Toda la ciencia de la salud tiene evidencias de que el mejor entorno de crecimiento para un niño es el familiar. Los niños no quieren vivir en instituciones”, advirtió el psiquiatra, Alejandro Morton, quien trabajó en la aprobación de la Ley de protección a la Niñez. 

Tras recibir capacitación las familias adoptan temporalmente a una niño o joven que lo requiera, de esta manera la persona crece en un ambiente familiar y con el amor que requiere para desarrollarse emocionalmente. 

El estudio de violencia contra los niños de UNICEF estima que ocho millones de niños en todo el mundo viven en instituciones. 

En México, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes se promulgó en 2014, lo que constituyó un paso definitivo para dejar atrás el paradigma tutelar asistencialista predominante hasta entonces en el país y pasar a uno de protección integral de derechos de niñas, niños y adolescentes. Sin embaro el proceso de desinstitucionalización ha sido gradual en México. Apenas son 12 los estados de la República en los que opera este sistema.

Para implusar el acogimiento familiar en más estados, la tutora de Mike, Anna Paula Barradas, creó una asociación llamada Árbol de Justicia, misma que opera como pionera en la adopción sustituta en el estado de Tamaulipas en donde este modelo aún no funciona por falta de capacitación.

“Nos hemos topado con negligencias de las autoridades, tardan mucho en contestar los oficios, y los casos de los niños niñas o adolescentes que sufren maltrato o abuso no son atendidos con prontitud lo que complica mucho su situación” explicó Anna Paula, “Queremos que este programa se opere YA en el estado, ya que los niños institucionalizados están sufriendo mayor aislamiento”. 

La poca cultura y conocimiento respecto a este tema ha hecho que más menores caigan en el abandono del sistema DIF o aún peor, en casas hogar externas que aseguran brindar un servicio similar bajo la supuesta supervisión del DIF. Este precisamente fue el destino de Mik. Al cumplir los 17 años fue trasladado (nuevamente) a una casa externa al DIF.

Por ser el más grande de la casa era obligado a limpiar y hacer trabajos administrativos sin ningún tipo de remuneración. Mientras el calvario de Mike seguía, conoció a Anna Paula quien a nombre de Árbol de Justicia se dedica a dar capacitación sobre el acogimiento familiar. Finalmente está Asociación pudo apoyar al joven para conseguir un departamento y un empleo, al mismo tiempo que aplica para ingresar a estudiar la carrera de Ingeniería en la Universidad.

Mike encarna todos aquellos errores que anidan en el quebrado sistema de institucionalización de niños huérfanos en el país, pero también es la esperanza que avisora la fortaleza de la niñez en México.

El sistema de DIF ha representado una afrenta para la historia de este joven. Sin embargo, y a pesar de todos los caminos que pudieron haber desviado su vida, se mantuvo firme porque nadie más cuidada de él. Mike no tuvo acceso a una familia, ni amor maternal, creció entre el ir y venir de casas hogar, cuidándose de no volver a sufrir abusos como los de su padre. El sistema no pudo arroparlo.

Como Mike hay millones de niños y jóvenes en México, pero no todos cuentan con su fortaleza emocional y ganas de salir adelante.

Contacto:

Valeria León es reportera especializada en medios internacionales. Ha sido corresponsal de noticias para el canal turco TRT World, así como productora de documentales en Venezuela y para el canal chino CGTN.

Twitter: @valerialeony      

Instagram: @valecah

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