Las Pymes, que generan 72% de los empleos en México, resentirán en sus finanzas el incremento al salario mínimo si éste se aprueba, debido a que son negocios que no cuentan con los recursos suficientes para cubrir el aumento.     Por Nayeli Meza y Gloria Aragón   El alza al salario mínimo que proponen el gobierno del Distrito Federal y el Partido Acción Nacional (PAN) podría cobrar como sus primeras víctimas a  quienes más empleos generan en el país: las pequeñas y medianas empresas (Pymes). “Las pequeñas empresas son las que más resentirán el alza al salario mínimo. Si tomamos en consideración que estas empresas son generadoras de nueve de cada 10 empleos a nivel nacional y son empresas con pocos sustentos, no tendrán la posibilidad de pagar buenos salarios a sus empleados. Las Pymes serán las más imposibilitadas y las más afectadas con esta medida”, cuenta en entrevista José Luis de la Cruz Gallegos, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC). Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que en México existen más de 4 millones de unidades empresariales, de las cuales 99.8% son Pymes. Las pequeñas y medianas empresas en México generan 52% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y son empleadoras de 72% de los trabajadores, revelan los datos. El incremento al salario mínimo ha puesto sobre la mesa opiniones divididas de especialistas: por una parte es apoyada la medida sólo si es aplicada de manera gradual y sostenible; por otra es rechazada argumentando que no resolverá el problema de las personas con bajos recursos y solamente será en beneficio de los partidos políticos que la proponen. Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico (CAE) del Tecnológico de Monterrey, explica que “si el decreto se da de manera directa a través del gobierno federal, la decisión podría ser muy nociva y hasta contradictoria. Es importante establecer que no se trata sólo de un sí o un no, sino cómo. Dependiendo de la forma en que se hiciera podría resultar en un beneficio político y hasta demagógico para los partidos que están promoviendo la medida”.   Pymes, las más afectadas Armenta Fraire y De la Cruz Gallegos advierten que las consecuencias para las pequeñas empresas serían profundas, pues el alza conduciría a despidos y a una menor contratación; esto, dentro de un contexto en que los empleos de bajos salarios han constituido una gran parte de los nuevos empleos en México. Aunque uno de los principales argumentos contra dicha alza es que debe incrementarse la productividad antes que el salario, los analistas consultados aseguran que la productividad no solamente va ligada a la eficacia de la mano de obra de los trabajadores, pues también implica que las empresas deben invertir en renovar su maquinaria y equipo. Otra de las posibles consecuencias de un aumento al salario en los términos que se plantean es un incremento en la inflación. El 13 de agosto, durante la presentación del Informe Trimestral de Inflación, el gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, aseguró que un incremento arbitrario al salario mínimo repercutiría negativamente en las empresas en tres aspectos: traslado del incremento de costos a los precios, despedir trabajadores y aumento de la informalidad. Sobre este último aspecto, los especialistas consultados consideran que no representa una amenaza grave, pues los niveles ya son altos: 59.8% de la población percibe ingresos en la ocupación informal y genera 25% del PIB, según el Inegi.   Salarios mínimos contra salarios reales Los especialistas coinciden en que la relación que existe entre los salarios mínimos y reales de un trabajador en México es casi inexistente, debido a que en la actualidad sólo un bajo porcentaje de la población percibe un salario mínimo al día. La última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestra que durante el último trimestre de 2013 la población económicamente activa creció a 52.7 millones de personas. Pero de esa cifra sólo 13%, que equivale a 6.46 millones de personas, recibe un salario mínimo, y 93% se concentra en el sector informal, apunta el estudio Hacia una política integral para elevar el ingreso de los mexicanos, elaborado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex). Aunque la Organización Internacional del Trabajo (OIT) establece que la fijación de salarios mínimos debe ser un elemento para erradicar la pobreza y asegurar la satisfacción de los trabajadores, así como de sus familias, en México el salario mínimo es usado más como una unidad de medida. Esto quiere decir que el pago mínimo a los trabajadores se aplica para fijar el monto de las multas, sanciones, tasas en créditos, financiamiento para partidos políticos, y para contener la inflación. “Establecer los salarios como una unidad de medida y una variable para la inflación rompe con la naturaleza del salario; por lo tanto, la desindexación del salario garantizaría un ingreso a los trabajadores en función de su productividad, pero también en función de generarles un bienestar en términos de salarios mínimos”, explica De la Cruz Gallegos. Respecto a la desvinculación del salario mínimo como unidad de medida, el gobierno del Distrito Federal (GDF) anunció que se buscará fomentar una iniciativa que modificaría al menos 208 leyes, 149 federales y 59 locales, así como 600 conceptos. La Ley de Cultura Cívica establece que en la Ciudad de México existen 88 conductas que se sancionan con base en el salario mínimo.   ¿Cuánto le pegaría a la inflación? Durante el sexenio de Luis Echeverría se promovió un alza de 30% al salario mínimo, lo que impactó en un crecimiento de la inflación, que en aquel tiempo se duplicó. En la actualidad, el GDF impulsa un alza de 67.29 a 80 pesos, lo que representaría un crecimiento de 19%. Aunque los especialistas exponen que las condiciones económicas de la década de los ochenta no son las mismas que las presentes, principalmente porque México ha mejorado los mecanismos de su política monetaria, en contraste con la inadecuada política inflacionaria de Echeverría, sí consideran que el crecimiento del índice de precios al consumidor podría crecer entre 1 y 2 puntos porcentuales a tasa interanual. Otro de los aspectos importantes para el alza al salario mínimo es el mercado laboral. Durante el segundo trimestre del presente año la tasa de desempleo se situó en 4.9%. Al respecto, De la Cruz Gallegos explica que “una buena manera de fomentar el crecimiento del empleo sería la eliminación o reducción de impuestos estatales. A nivel federal se debería aplicar una reducción en el ISR a la nómina de los trabajadores entre 1 y 2%; esto ayudaría a que los trabajadores recuperen parte de su poder adquisitivo”.   ¿A quién beneficia más? A inicios de este mes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dijo que el salario mínimo en México se encuentra por debajo del umbral de pobreza, y en los últimos años se ha depreciado en 70%, lo que impide a los trabajadores acceder a la canasta básica, así como cubrir educación y vivienda, por lo que su incremento debería ayudar a reducir la desigualdad. Aunque los especialistas apuntan a que el debate sobre esta medida se realizará dentro de los marcos legales e institucionales entre los organismos y los partidos políticos, ponen de manifiesto un tema que sin duda marcará las negociaciones: las elecciones intermedias del próximo año, que se realizarán en 17 estados. Armenta Fraire explica los pros y los contras en síntesis: “Subir el salario mínimo en México sería justo porque hace falta que se incrementen las remuneraciones de los trabajadores para darle mayor solvencia a su economía y ampliar el mercado interno. Sin embargo, la medida no es viable debido a que no ayudaría a las familias a salir de las líneas de pobreza y tampoco reduciría esta brecha. Al contrario, la acrecentaría, porque los precios también aumentarían.”

 

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