Analistas estadounidenses han indicado que la isla debe mejorar sus condiciones en derechos humanos y liberar al contratista estadounidense Alan Gross, otro de los retos es que Obama logre convencer a los Republicanos sobre las relaciones entre ambas naciones.   Reuters   MIAMI/LA HABANA  – Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos son las mejores en casi dos décadas, pero para seguir avanzando el presidente Barack Obama tiene que enfrentar en casa a un lobby anticastrista bien organizado. Y no parece dispuesto a hacerlo. Obama sugirió en noviembre que era preciso el cambio durante una recaudación de fondos en Miami, cuando dijo: “Tenemos que ser más creativos, tenemos que ser más cuidadosos, y tenemos que seguir actualizando nuestras políticas hacia Cuba”. Sin embargo, se ha resistido a usar su poder ejecutivo desde que flexibilizó las restricciones de viajes en enero del 2011. Expertos y analistas sobre el tema cubano sostienen que una revisión esencial de la política hacia Cuba está retrasada, y que una mayor participación de Estados Unidos podría impulsar las reformas de mercado que ha puesto en marcha el presidente cubano Raúl Castro desde que reemplazó a su enfermo hermano Fidel en el 2008. El Gobierno de Obama ha dicho que Cuba deberá primero mejorar la situación de los derechos humanos y liberar al contratista estadounidense Alan Gross, que fue condenado a 15 años de cárcel por trabajar para instalar una red de comunicaciones ilegales en la isla. “Cuba podría hacerlo mucho más fácil si excarcelara a Alan Gross”, dijo un funcionario estadounidense bien informado acerca de la política hacia la isla, que pidió el anonimato debido a la delicada situación del caso. “Cada vez que se mueve la política hacia Cuba siempre hay una fuerte oposición de algunos miembros del Congreso. Nunca es un buen momento para hacerlo. Y no está claro si los beneficios sobrepasan los efectos negativos”, agregó el funcionario. Funcionarios de ambos países han dicho a Reuters que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han tomado un tono más serio y pragmático en los últimos meses. Han cooperado en la interdicción de drogas, en la mitigación de los efectos de derrames de petróleo y en temas migratorios. Expertos en Cuba dicen que las relaciones bilaterales no han estado en mejor situación desde la década de 1990, durante el primer mandato del presidente estadounidense Bill Clinton. El problema más desconcertante es la detención de Gross. Cuba no ha mostrado ningún interés en liberarlo sin ver antes un gesto de Estados Unidos, como la liberación de sus agentes detenidos en Florida en 1998 y condenados a largas penas por espionaje en el 2001. Son conocidos como “los cinco”, pero uno de ellos fue excarcelado y vive en Cuba. Este tema pone presión sobre Obama para la búsqueda de una solución. Funcionarios estadounidense se han negado al canje de los cuatro prisioneros -que pronto serán tres- por Gross. Otra opción sería que el Departamento de Estado elimine a Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo, que provoca sanciones sobre el Gobierno de La Habana que se suman al embargo económico que aplica Washington desde 1962. Cualquiera de estas concesiones provocaría la protesta del influyente lobby anti-Castro, que exige cambios políticos antes de aliviar sus posiciones de línea dura. El Gobierno de La Habana claramente quiere mejorar las relaciones, pero está poco dispuesto a hacer concesiones sólo por complacer a Washington.   El apretón de manos Cuando Obama estrechó la mano de Raúl Castro durante la ceremonia de homenaje al fallecido líder sudafricano Nelson Mandela en diciembre, ya se habían producido una serie de mejoras en las relaciones entre los dos países, separados por solo 145 kilómetros de mar, después de medio siglo de hostilidades mutuas. En su discurso del Estado de la Unión el mes pasado, Obama se comprometió a actuar solo cuando el Congreso se rehúse a hacerlo. Pero hasta ahora, el mandatario ha dado pocos indicios de que la política hacia Cuba sea una prioridad. Obama no puede levantar el embargo económico sin la anuencia del Congreso, donde tiene una fuerte oposición de ambos partidos, pero podría continuar liberalizando las restricciones de viaje y promoviendo más intercambios culturales, como hizo en el 2009. Analistas que defienden una mayor apertura sostienen que Obama no debe esperar gestos de Cuba para actuar, sino que más bien debe promover medidas como una mayor relajación en el envío de remesas y el apoyo al creciente sector privado de la isla, permitiendo que empresas e inversionistas estadounidenses puedan involucrarse de forma más directa con los cubanos. Aunque la ley estadounidense bloquea la mayor parte del comercio, Obama podría buscar una exención presidencial alegando un interés nacional, comentaron los expertos. “La pregunta debería ser. ¿Es un avance en los intereses estadounidenses? Y la respuesta es Sí”, dijo Richard Feinberg, ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional durante el Gobierno de Clinton, quien visita Cuba con regularidad y pone al día a Obama.   El resto de occidente La Unión Europea está cerca de retomar las conversaciones sobre cooperación económica con Cuba , mientras los países de América Latina continúan estrechando sus lazos con la isla. “La actual política exterior de Cuba se está volviendo más y más realista en la búsqueda de socios económicos con el fin de seguir adelante con la actualización del sistema económico”, dijo el ex diplomático cubano Carlos Alzugaray poniendo como ejemplo la inauguración el mes pasado de la primera fase del puerto de Mariel, cerca de La Habana, financiado por Brasil y destinado a impulsar el comercio. Debido en parte al embargo económico estadounidense, la actual política comercial de Cuba se centra en sus aliados socialistas, especialmente Venezuela, que proporciona petróleo a La Habana bajo acuerdos preferenciales. “Raúl (Castro) está preocupado de que Venezuela no va a estar ahí para siempre”, dijo Paul Hare, ex embajador británico en Cuba. Al otro lado del Estrecho de Florida, la influencia de las fuerzas anticastristas de Miami ha sido legendaria, pero también se está desvaneciendo con el cambio generacional. Encuestas mostraron que Obama ganó cerca de la mitad del voto cubano-americano en las elecciones del 2012 en Florida y alcanzó fácilmente el voto latino no cubano. Pese a los cambios políticos, Obama parece reticente a una confrontación intensa con la oposición republicana o a alinearse con el senador por Nueva Jersey, Bob Menéndez, un demócrata y cubano-americano que preside la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y ferviente partidario del embargo. Durante la última década el lobby de exiliados cubanos ha invertido dinero en campaña de congresistas y creado un bloque sólido con apoyo de ambos partidos, incluyendo casi 90 demócratas. “Nos hemos asegurado de hacernos presentes en las campañas alrededor de todo el país para llegar a gente con ideas afines”, dijo Mauricio Claver-Carone, director de U.S.-Cuba Democracy PAC, un lobby que aboga por un estricto embargo. Claver-Carone agregó que su comité de acción política ha entregado desde el 2003 cinco millones de dólares para campañas en el Congreso. “Ahora somos el mayor PAC (Comité de Acción Política) en política exterior del país”, afirmó. “Y con mucho, el PAC hispano más grande en la historia”.

 

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