Hoy, la concepción de violencia hacia las mujeres compromete diversas gravedades, fuentes y naturalezas, desde una mirada lasciva en la vía pública hasta el contacto físico no consentido, persecución e invasión del espacio personal con fines sexuales. Así, surge un nuevo cuestionamiento de cara a la construcción de un camino que permita mejorar el entorno de libre desarrollo y movilidad para hombres y mujeres dentro de la sociedad mexicana: ¿es posible erradicar el acoso sexual callejero?

“Visibilizar el problema y ser parte de la solución implica entender qué es y cómo funciona. El acoso sexual es un tema de poder: “porque puedo lo hago”. Cuando quitamos el poder sobre el acosador, la situación mejora dramáticamente”, señaló Araceli Becerril, directora de Responsabilidad Social y Corporate Affairs & Engagement de L’Oréal México, en conversación con Forbes. 

“La Organización No Gubernamental (ONG), StandUP, creó una metodología muy sencilla llamada las 5D. ¿En qué consiste? Distraer, delegar, documentar, dar asistencia o dirigirte al acosador”, añadió la directiva de L’Oréal.

En este sentido, apostar por alguna de las acciones de las 5D permite a los espectadores activos participar en la situación y ofrecer contención a la víctima. “Cuando preguntamos por qué otras personas no hicieron algo al respecto, surge un sesgo de información respecto al hecho, siendo que los testigos pudieran hacer algo que ponga fin al acosador”.

En palabras de Araceli Becerril, L’Oréal Groupe trabaja con iniciativas que despliegan un movimiento para hombres y mujeres, ante una situación donde ambos géneros son responsables de poner fin. 

“Hemos observado, a través de capacitaciones y talleres, que también existe un sesgo de conciencia ante este tipo de situaciones. Existe un porcentaje de hombres que expresan desconocer la profundidad de estos eventos, por lo que concientizar y visibilizar lo que está normalizado es clave, empezando por las escuelas donde sembramos primeras semillas, pero también hay vías alternas, como la capacitación en línea llamada Stand Up-México, donde las personas pueden capacitarse en 15 minutos por medio de cápsulas y material informativo”.

Metodología de las 5D como un arma efectiva

Samantha Báez, directora de la fundación Casa Gaviota, puntualizó que la violencia paraliza y que el impacto de las agresiones es diferente para cada mujer. Sin embargo, los espectadores pueden marcar la diferencia e, incluso, prevenir un feminicidio.

“Lo primero es saber que yo como observadora estoy segura ante la situación. Entonces pasamos a alguna de las 5D”.

  • Distraer para que la persona que está viviendo el acoso pueda cambiarse de lugar, respirar y hacer algo.
  • Documentar lo sucedido a través de una grabación o fotografía para que la víctima pueda tomar cartas en el asunto y denunciar.
  • Delegar cuando no tenemos las herramientas ni nos sentimos con la fuerza suficiente para confrontar al acosador en el momento, como gritar, llamar la atención de otras personas o buscar una persona de autoridad.
  • Dar asistencia una vez que la situación haya terminado, acercarse para brindar apoyo, contención y acompañamiento que ofrezca una sensación de seguridad a la víctima.
  • Dirigirte al agresor si existe la seguridad suficiente para visibilizar las acciones de acoso en público mientras están ocurriendo para que la contraparte pueda retirarse.

“Ser espectadores activos puede impedir que una mujer llegue a escenarios vulnerables”, es uno de los mensajes principales de la directiva de Casa Gaviota.

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Búsqueda de dominación sistémica 

Hoy, el discurso feminista defiende la diferencia entre el acoso sexual callejero y una grosería.

“La primera gran batalla es reconocer que es un problema, no un piropo inofensivo. Es un problema sistémico y estructural que supera un hecho de mala educación respaldado por la necesidad (a veces inconsciente) por dominar a las mujeres y el espacio público; la intención no es el deseo ni el atractivo, sino la búsqueda de la dominación simbolizada a través de una intención sexual donde no haya represalia sino temor y silencio”, describió Ana Heatley, coordinadora de Género y Datos de Oxfam México.

En palabras de la ejecutiva, los escenarios de acoso callejero son favorecidos por una cultura de resistencia que coloca a las mujeres en una protección y vigilancia del entorno, en su lugar, podría existir una “freno colectivo” que no delegue la resolución exclusiva al género femenino, sino que responsabilice a los hombres que lo hacen y al conjunto de la sociedad que lo tolera.

Impacto y secuelas

Es una realidad que un entorno violento y agresivo permea la calidad de vida de cada individuo. Al sufrir acoso sexual callejero, una mujer puede verse expuesta ante la necesidad de adaptar sus actividades y rutinas a cambio de una sensación de seguridad. 

“En primer lugar, se viola el derecho de libre tránsito porque una mujer no se siente libre de andar por donde necesite hacerlo; tiene que cambiar su movilidad, las calles por las que camina. También pueden surgir trastornos y estrés postraumático. Financieramente también representa un impacto en las condiciones, ya que, al evitar el transporte público, por ejemplo, quedan las opciones de Uber y adquirir un auto”, sentenció Samantha Báez.

En este sentido, la directora de Responsabilidad Social y Corporate Affairs & Engagement para L’Oréal México, Araceli Becerril, dejó en claro que existe un amplio espectro entre las secuelas del acoso callejero. Por ejemplo, al tratarse de una mejor de 12 años, el tratamiento de la situación no puede ser la misma que el de una mujer adulta con mayores herramientas. Sin embargo, la sensación que resulta de una agresión sexual sí es la misma: sensación de miedo, huida, culpa y vergüenza.

“No sé qué hice, pero si me pasó algo es porque algo provoqué. Es importante que nuestras niñas, desde muy chiquitas, entiendan que las agresiones sexuales no las responsabilizan a ellas sino a quien las agrede directamente”, concluyó la directiva.

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