Por: Karla Paniagua, investigadora, docente y editora científica.

Recuerdo la sonrisa de mi cliente cuando le propuse “¿qué pasaría si hubiera una epidemia y todo cerrara?”. Era una sonrisa que decía “eso es imposible”. Sucedió hace algunos años en un taller de planificación estratégica y no, no soy adivina.

Es común que en este tipo de encuentros se planteen historias que ocurren dentro de unos años, pero que están basadas en condiciones detectadas en el presente. Estas condiciones son llamadas señales, semillas o bolsillos de futuros y las historias que se articulan con base en estas se denominan escenarios; las organizaciones los usan para palpar lo que podría pasar y lo que podrían hacer frente a cada supuesto, para después conformar un plan de acción que les permita, aquí y ahora, implementar los escenarios más deseables y sortear (en la medida de lo posible) los indeseables.

Esta forma de razonar no es ajena a los preparacionistas (preppers), movimiento que desde mediados del siglo pasado promueve el análisis de posibles escenarios catastróficos para después tomar previsiones. Suelo utilizar el ejemplo del movimiento prepper para explicar cuál es el propósito de los ejercicios de previsión prospectiva (foresight), si bien los expertos en esta disciplina cuya profesionalización es contemporánea al preparacionismo, no se concentran exclusivamente en las catástrofes, sino que contemplan un espectro mucho más amplio de posibilidades (futuros).

En el marco de los estudios de futuros, los individuos y las organizaciones pueden adquirir conocimientos y herramientas para:

  • Detectar las señales de cambio, que antes de convertirse en eventos disruptores son pequeños pulsos que comenzaron en alguna parte.
  • Analizar las implicaciones que esos cambios tendrán en el largo plazo.
  • Sintetizar conclusiones útiles al respecto de esas visiones de largo plazo, distinguiendo las que se consideran más deseables.
  • Diseñar un conjunto de tácticas (estrategia) para concretar las visiones deseables aprovechando para ello los recursos del sistema.

Las organizaciones prepper no adivinan, igual que yo no lo hice aquella vez en el taller; aprenden a plantearse escenarios diversos para prepararse lo mejor posible frente a lo que pueda ocurrir, volviéndose más flexibles y aptos para navegar en la incertidumbre.

¿Cómo se logra esto?

Aplicando todo un lenguaje que incluye distintas herramientas, instrumentos y métodos que operan a distinta escala y en diversos contextos, de acuerdo con los resultados que se persigan, ya sean los futuros personales (Wheelwright), los futuros aspiracionales (Bezold) o corporativos (Rohrbeck), por mencionar solo algunos ejemplos.

Esta nomenclatura puede aprenderse mediante cursos de educación continua, posgrados, podcast y una creciente literatura que conviene explorar. Como primer paso, le sugiero pensar en mi cliente, ese que pensó que una epidemia era imposible. 

¿Por dónde empezar?

En México puedes estudiar la Especialidad en Diseño del mañana que ofrece

CENTRO desde 2015 y que actualmente se imparte en modalidad onlive.

También pueden encontrarse cursos introductorios al diseño de futuros en la oferta de CENTRO de Educación continua https://www3.centro.edu.mx/educacion-continua/negocios-innovacion-creatividad.html

Algunas recomendaciones para iniciarse en el Diseño de Futuros:

Libros

https://foresightfutures.net/book

http://www.personalfutures.net/free-downloads/

https://www.howtofuture.com/

Podcast

https://www.futurepod.org/

Vlog

https://www.youtube.com/channel/UCrMNtdfbMMzBb0B0i72U66g

Juegos

https://www3.centro.edu.mx/tenkua/

Contacto

[email protected]

Karla Paniagua es investigadora, docente y editora científica. Colabora como coordinadora de Estudios de Futuros, directora de la Especialidad en Diseño del Mañana y coeditora en jefe de la revista científica Economía Creativa en CENTRO. Autora de tres libros, articulista y columnista.

 

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