Forbes El gobierno que termina cambió la política forestal del país para involucrar a ejidos, comunidades y propietarios privados en el desarrollo de plantaciones forestales comerciales y el manejo de bosque natural. Sus resultados coinciden con el compromiso de campaña en esta materia del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, afirma el director de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), Salvador Beltrán. Con 37,000 millones de pesos de inversión pública y 400 millones de dólares de inversión privada, se restauró 1 millón de hectáreas en el sexenio, un promedio de 170,000 por año, afirma el funcionario. Se forman empresas a partir de tres o cuatro ejidos que funcionan por separado, y se les asesora para la producción y comercialización, añade Beltrán. Además, se les pone en contacto con compañías como Ikea, Nestlé o Grupo Modelo para que se conviertan en sus proveedores. México tiene una superficie forestal de 137 millones de hectáreas (Mha), que representan 70.5% del territorio nacional, según Conafor. De esa superficie, 65 Mha son áreas arboladas y, de ello, 23% es bosque templado en producción, además de 18 selvas con potencial de producción. Con todo, México es deficitario en productos forestales: la producción local es de 9 millones de metros cúbicos, mientras que el consumo nacional supera con mucho esa cifra y alcanza 21 millones. Beltrán afirma que el gobierno saliente trabajó conforme a la meta de que el sector forestal llegara a manejar 23 Mha y produjera 21 millones de metros cúbicos a 2030, en línea con los compromisos asumidos por México en la Convención para el Cambio Climático. Añade que entre 15 y 16 Mha ya están incorporadas en los programas de manejo y que 12 Mha cuentan con autorización de aprovechamiento de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), por lo que la tarea, considera, es incorporar más hectáreas y aumentar la producción. “Un millón de hectáreas es alcanzable”, afirma. ¿Qué enfoque le dio el gobierno saliente a la producción forestal? La estrategia nacional de incremento de la producción y la productividad se visualizó en dos vertientes: el manejo y aprovechamiento sustentable del bosque natural, y el impulso de plantaciones forestales comerciales. Para el primer caso, la Comisión impulsó programas sujetos a autorización de la autoridad ambiental y financió o invirtió en programas de aprovechamiento forestal. En el manejo del bosque natural, el trabajo es la organización y capacitación de ejidos, comunidades, organizaciones y propietarios que tienen un bosque para que, dentro de las posibilidades económicas del Programa Nacional Forestal [Pronafor], se impulse la transferencia tecnológica y la modernización de la industria forestal. Es un trabajo fuerte en el que se tiene que seguir invirtiendo, pero ya se hizo un parteaguas hacia la modernización, con beneficios no sólo productivos, sino también de carácter ambiental, porque hace más eficiente la transformación de la madera y, en consecuencia, se consume menos bosque.

Foto: Conafor

Una vertiente importante de acompañamiento es la certificación forestal con estándares internacionales, bajo la norma FSC. Prácticamente tenemos certificada, en el país, una superficie de 2.1 millones de hectáreas. La otra vertiente tiene que ver con las plantaciones forestales comerciales. Se les dio un fuerte impulso, con foco en el sureste: Campeche, Veracruz, Tabasco… Hicimos sinergia a efecto de que la iniciativa privada pudiera hacer inversiones. Esta estrategia se estableció impulsando un mejoramiento genético y de las especies de rápido crecimiento, con potencial comercial de mediano y corto plazo. Se logró la confianza de inversionistas e iniciativa privada, que le han apostado no sólo al establecimiento de tres plantas de MDF, que es madera para productos de mediana densidad, sino también a las plantaciones forestales comerciales. Tuvimos, en este sexenio, una inversión de más de 400 millones de dólares [mdd], una cifra que no se había tenido en el sector forestal en los últimos 20 años. Las plantas de procesamiento de MDF se establecieron en Tabasco, Durango y Parral [Chihuahua]. Una parte importante del capital invertido por las empresas proviene de las Afores. Es un esquema relevante para México, porque da certidumbre a los inversionistas. Como referencia, en la planta de Huimanguillo [Tabasco] prácticamente 100% de la materia prima que se requiere proviene de plantaciones locales. También se hizo una inversión importante en restauración de la cubierta forestal. Esta administración hizo el compromiso de restaurar 1 millón de hectáreas, de regresarlas a su vocación forestal (hasta 2017, ya teníamos un avance de 90%, y este año estaremos concluyendo con el millón de hectáreas). Tienen que ser terrenos que se puedan reconvertir a una actividad forestal; son laderas o zonas en las que hubo alguna actividad productiva y que después se abandonó. ¿De cuánto es la inversión canalizada? El gobierno federal, a través de Conafor, ha invertido del orden de 37,000 mdp de 2013 a 2018. México también tiene un programa de pago por servicios ambientales, destinado a la conservación de bosques, principalmente en aquellos terrenos que son áreas naturales protegidas y que no pueden tener un carácter 100% productivo en cuanto a su madera. Tenemos poco más de 2 millones de hectáreas incorporadas a este programa, que es el más grande a escala mundial. Al pago por servicios ambientales hemos aplicado entre 600 y 800 mdp anuales.

Salvador Beltrán, director de la Comisión Nacional Forestal. Foto: Angélica Escobar/Forbes.

¿Cuál fue el trabajo con empresas o pequeños negocios ejidales y comunidades? Lo primero es financiar programas para el aprovechamiento sustentable del bosque y, lo siguiente es capacitación, organización. Uno más tiene que ver con la certificación forestal: se les financia [a ejidos y comunidades] para que puedan pagar a empresas certificadoras; esto da certidumbre de transparencia de que las cosas se hacen de manera sustentable. También los apoyamos a través de incentivos y con financiamiento para la modernización de aserraderos con nuevas tecnologías, para un trabajo más eficiente en la industrialización de la madera y con menos desperdicio. Y se ha apoyado la comercialización. Tenemos un foro abierto en la Expo Forestal que, a partir de esta administración, se lleva a cabo cada dos años. Ahí se dan encuentros de negocios entre oferentes y demandantes. ¿Cuántas unidades han sido beneficiadas? Hemos apoyado a 558 empresas forestales comunitarias. Son ejemplos de éxito las comunidades indígenas de San Juan Nuevo Parangaricutiro [Michoacán] y la de Lachatao Amatlán [Oaxaca], y los ejidos de Petcacab [Quintana Roo], Peñuelas en Pueblo Nuevo [Puebla] y San José el Llano [Sinaloa]. Tenemos también a un grupo, llamado Sezaric, en Durango, que agrupa a 41 ejidos. Ellos no sólo procesan, no se quedaron en la etapa de producir tablas o madera serrada, sino que también ofrecen madera certificada, tableros y muebles. ¿De cuánto es la inversión hecha? El 80% es de ejidos y comunidades. Los volúmenes de producción que se tuvieron hasta 2017 fueron de 9 millones de metros cúbicos, lo que prácticamente nos lleva a recuperar los volúmenes que se tenían en 2000. La [producción] más baja fue en 2011, con 5.5 millones de metros cúbicos, un dato histórico. Venía cayendo desde 2000, con 9.4 millones. ¿Cuál fue la razón de esa caída y qué efectos tuvo? Tiene que ver con las políticas [aplicadas]. Por varios años se dio un enfoque en la restauración, en inversión en reforestaciones, pero no era lo más adecuado, porque si no le das un impulso económico a los dueños o poseedores de los terrenos forestales, van a cambiar el uso del suelo, y se hace un círculo vicioso. Lo que nosotros hicimos fue invertir en el sector social. La mayor parte de la superficie es propiedad de ejidos y comunidades. Otra razón es que, durante muchos años, el país ha estado sujeto a vedas forestales y eso desincentiva la actividad productiva y las inversiones. Por años, los bosques estuvieron concesionados a empresas privadas, dejando al margen a sus dueños, en el caso de ejidos y comunidades. Y, si bien es cierto que estos ejidos y comunidades tenían una utilidad prácticamente sin meter las manos, de lo que se trata ahora es de que ellos los manejen, entren en un proceso de transformación, hasta llegar a la industrialización, desde madera aserrada hasta la elaboración de muebles, y que no se conviertan únicamente en explotadores de materia prima. Lo que se hizo en esta administración fue invertir en recuperar la competitividad. La producción nacional satisfacía menos de 30% de la demanda local; el mercado interno es suficientemente fuerte, pero nuestras empresas no estaban compitiendo. La producción actual es de 9 millones de metros cúbicos y el consumo nacional es de más de 21 millones.

Foto: Conafor.

¿Cuántas son las unidades productivas impactadas con la inversión hecha? Hay poco más de 2,600 ejidos y comunidades que tienen una autorización de aprovechamiento; son los que directamente se benefician. Hay quienes tienen más de una empresa. Están dentro de esos números las 558 empresas forestales comunitarias. Donde invirtieron los 400 mdd, ¿son empresas que no existían, que se crearon? ¿son empresas nacionales, foráneas? Iniciamos en 2013. Sostuvimos encuentros con las principales plantadoras del país y, derivado de esas reuniones, decidimos dar un impulso fuerte al programa de plantaciones forestales con lo que llamamos “proyectos en mano”; los implementamos, los desarrollamos y siguen implementándose a la fecha. Ellos también, a su vez, nos confirmaron inversiones hasta 2015 para ampliar la planta productiva forestal. En algunos casos son reinversiones de capital de una industria establecida. Por ejemplo, en Durango, la empresa Masisa compró algunos activos ya existentes. Fue una ampliación de planta, pero con nueva tecnología. Y los casos de Parral, Chihuahua, y Huimanguillo, Tabasco, fueron empresas nuevas [Duraplay, en Parral, y Proteak, en Tabasco].  Las tres plantas son de MDF y las tres tienen tecnología alemana, una de las más avanzadas del mundo. ¿Cuál es la importancia de esto? Que tiene que ver con la demanda que hay en México de mucho producto de mediana densidad, justamente el MDF, para muebles de [tipo] “ármalo tú mismo”, que encontramos por todos lados. Se apostó a que prácticamente, a partir de este año, México ya fuera superavitario en MDF. Estas empresas ya están exportando a partir de este año y aumentarán sus volúmenes de exportación en 2019. Antes, la mayoría de lo que se consumía [provenía] de importaciones, básicamente de Estados Unidos, Chile y China. ¿Qué tamaño tiene el mercado de MDF? Solamente en 2017, estas empresas tuvieron exportaciones por 6.2 mdd. En 2018 va a ser un monto similar. Aún tenemos también un altísimo déficit en la balanza comercial, de prácticamente 6,000 mdd, pero 80% de eso es papel y producto de celulosa. Eso hace complicado contrarrestarlo, por las inversiones que se requieren; son empresas altamente costosas. El déficit al que le hemos pegado es al 20% que conforman otros productos, como madera aserrada, MDF, triplay, tableros, aglomerado. Ahí se está invirtiendo.

Foto: Conafor

¿Se puede decir que estamos avanzando hacia productos intermedios, pero no hemos logrado integrar la cadena hasta llegar al producto final? Exacto. Todavía estamos trabajando en esta parte. Hemos tenido una serie de reuniones con Ikea, una empresa europea fabricante de muebles y cocinas. ¿Qué están haciendo con ellos? El interés de Ikea es establecer una planta en México. Debido a ello, nos estamos acercando para que la proveeduría pudieran darla ejidos y comunidades del país. Hace unas semanas [a comienzos de agosto] estuvimos con ellos en Chihuahua. ¿Cuál es el esquema de apoyo más común que dan a estas empresas locales? ¿Financiamiento, asesoría? Uno es como productos de inversión, de apoyo directo. Para el caso de propietarios que tienen bosque, ponemos recursos de esa bolsa de que disponemos; sacamos nuestras reglas de operación y ponemos condicionantes, esquemas de trabajo. Y, para el caso de ejidos y comunidades del sector social, les invertimos de manera directa hasta 70% del costo del proyecto de operación. ¿A fondo perdido? Es inversión; no lo tomamos como fondo perdido. ¿No regresa? No regresa. Pero da beneficios… Va a beneficio directo; y, en el caso del sector privado, es de hasta 50%. En ese caso, ¿en qué condiciones? Es exactamente igual: un complemento de inversión para desarrollar el sector productivo. Adicionalmente creamos el Fondo para la Inclusión Financiera del Sector Forestal [Fosefor] y el Financiamiento para la Modernización de la Industria Forestal [Fonafor]. Son similares; ambos dan garantías líquidas para obtener financiamiento o crédito a través de la banca de primer piso o de la banca gubernamental. ¿Ustedes apoyan con la mitad y, aparte, hacen el acompañamiento a quien tiene un proyecto de plantación que ya demostró ser viable y que requiere 500 mdp? En plantaciones forestales comerciales hay, en este programa, un paquete adicional: los proyectos en mano. Si el costo total de un proyecto, de una hectárea por ejemplo, te cuesta 30,000 pesos, nosotros entramos hasta con 23,000 como apoyo; luego se puede solicitar la diferencia vía crédito y nosotros damos la garantía. ¿Cómo saben que apoyan proyectos viables? ¿Qué revisión hacen? Hay un asesor que está detrás del proyecto. Estos recursos no los damos en una sola exhibición, sino en partidas. Así se garantiza que, si alguien nos pidió, para establecer una plantación, hacer un aprovechamiento forestal o comprar un aserradero, [él mismo] tiene que presentar, en la solicitud, las actualizaciones del costo de la maquinaria, y nosotros verificamos. ¿Hay un volumen de producción con el que el solicitante deba cumplir? Hay un número a alcanzar. Por ejemplo, para el caso del bosque natural son ciclos mínimos de 10 años. Entonces, está perfectamente establecido cuánto va a cosechar el primer año, el segundo… hasta el año 10.

Foto: Conafor.

Y, para el caso de la reforestación, se establece una superficie a restaurar. En las administraciones pasadas tenían como ente evaluador a la Universidad Autónoma Chapingo. Nosotros no cambiamos eso. En el último año de la pasada administración se tuvo un promedio de entre 20 y 25% de sobrevivencia, pero, en la última evaluación, tenemos 64%. Esto significa un avance importante. Se ha impulsado también una norma de producción de planta, huertos semilleros, áreas semilleras y viveros, en los cuales se prevé que los predios que van a ser reforestados estén dentro de un radio de no más de 70 kilómetros, [ello] para evitar un “paseo de planta”, es decir, que pudiéramos estar reforestando en Chihuahua con plantas producidas en Michoacán. El nuevo gobierno trae un proyecto que suena bastante ambicioso: destinar 1 millón de hectáreas para producción forestal y una inversión de 20,000 mdp. ¿Cómo suena ese plan? Lo veo positivo. ¿Es alcanzable? Un millón de hectáreas es lo que establecimos en esta administración; es alcanzable. ¿Ellos también hablan de restauración? Sí. Nosotros estuvimos trabajando a un ritmo de 170,000 hectáreas por año, más o menos, para poder lograr este millón de hectáreas a restaurar. Es muy diferente cuando se habla de número de árboles a plantar, porque, en esos casos, no se habla de una “restauración tercera”; es decir, [con el tiempo] ya no sabemos qué ocurrió con esos árboles. ¿En cuánto tiempo lograron el millón de hectáreas? En seis años. Hay organizaciones campesinas que le han pedido al nuevo gobierno la refundación de la Conafor. ¿Han trabajado el tema con comunidades inconformes? No sabemos de qué se trate. En el trabajo de la Conafor, dado que 80% de la propiedad de la tierra está en manos de ejidos y comunidades, los clientes siempre son ellos. ¿Pero han tenido la cobertura suficiente en todo el territorio como para…? Suficiente no. Eso tiene que ver con los recursos, que siempre son finitos. ¿En qué porcentaje dieron cobertura? Logramos como 6,900 ejidos y comunidades; es poco más de 80% de cobertura. Las necesidades son muy variadas, porque lo que el día de ayer fue una necesidad, hoy ya no lo es o ya es otra.  Los inconformes dicen que los consejos de áreas naturales y protegidas, y de cambio climático, excluyeron a los campesinos… La Conafor tiene, por mandato de ley, un consejo nacional forestal, conformado prácticamente en 80% por el sector social y privado; están representados la academia y los prestadores de servicios técnicos, el sector comunitario. Las únicas dependencias que participan de manera formal, con voz y voto, son Semarnat y Conafor. ¿Ha variado el presupuesto de Conafor? Sí, estuvimos sujetos a los ajustes presupuestales. En 2013 tuvimos 6,937 mdp. El año que más presupuesto ejercimos fue 2015, con 7,744 mdp; y 2016 fue igual. En 2017 y 2018 ya tuvimos el ajuste, que fue del orden de los 4,000 mdp. Te puede interesar: Así es el plan de AMLO para apoyar a pequeños productores del campo

Ejemplos de éxito

(Según Conafor)

  • Comunidad indígena de San Juan Parangaricutiro, Michoacán. Madera certificada, resina, ecoturismo y muebes.
  • Comunidad indígena de Lachatao, Amatlán y Yavesía, Oaxaca. Madera certificada y muebles.
  • Ejido Petcacab y Polinkin, Quintana Roo. Madera certificada y muebles.
  • Ejido Peñuelas, Pueblo Nuevo, Puebla. Madera certificada y muebles.
  • Ejido San José del Llano, Sinaloa. Producción de pitaya.
  • Grupo Sezaric, Durango (41 ejidos). Madera certificada, tableros y muebles.

 

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