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“El whisky es una inversión maravillosa”, afirma Nicholas M. Pollacchi, director ejecutivo de The Whisky Dog, una empresa estadounidense que asesora a los compradores a elegir esta bebida de la mejor calidad. “Nos tomamos el tiempo para entender cuál es la pasión personal y los ayudamos a construir una colección privada que representa su propio amor por el whisky. Los alentamos a que construyan sus propias habitaciones privadas para mostrar y disfrutar de su colección.” Para el estadounidense, su apuesta por el whisky es impulsada por su “pasión”, la cual se compara como la de cualquier coleccionista que quiere tener los mejores automóviles clásicos o las obras arte del momento y únicas. “Los inversionistas, que coleccionan automóviles o obras de arte, no los compran para que alguien más los cuide, sino para venderlos y obtener una parte de las ganancias, cuando terminan con la operación.” A veces, los aficionados mantienen sus vehículos en garajes privados, otros construyen galerías de arte en sus hogares “para admirarlas, apreciarlas y disfrutarlas. Entonces, “la inversión en whisky es igual”. “Muchas de las botellas de whisky pueden ganar un valor masivo desde 100% hasta 10,000%, en casos muy particulares, pero siempre depende del mercado y del producto en sí.” No siempre se logra una buena inversión. “Si un whisky cuesta 350 dólares, pero en cinco años valdrá 5,000 dólares, entonces es una buena inversión. Pero un whisky que cuesta 100,000 dólares, sólo aumenta 5,000 dólares en cinco años”, puntualiza. Es ahí cuando no hay mucho interés para los asesores ni inversionistas para apostarle, porque se trata de comprender el valor en el futuro de una botella, en vez de comprar la botella más cara.***
Una borrachera de Miguel Ángel Reigosa le desencadenó su pasión por coleccionar esa bebida y promover desde el 1 de diciembre de 2015 un fideicomiso de whisky, catalogado como único en América Latina. “Mi padre tuvo la suerte de viajar por su trabajo; en aquel entonces —cuando tenía 14 años de edad— nos bajó dos botellas de Old Parr 12”, describe el presidente del Museo Whisky Malt Argentina. “Una no la abrí y la tengo en mi colección, y otra sí la abrimos y nos mostró lo que era un whisky. A partir de ese momento no volví a tomar otra bebida, salvo una cerveza, que es el primer destilado de whisky”, recuerda el argentino desde su oficina, ubicada en el sótano de su museo en Coghlan, una zona de moda en Buenos Aires. Ahora me animo a realizar el fideicomiso, porque llama gente de todo el mundo y de Argentina para vender botellas que ya no producen las destilerías en el planeta, sostiene. “Tenemos anotados como inversionistas del fideicomiso de whisky, que está listo desde el 1 de diciembre, a más de 500 personas de Latinoamérica y Europa”, admite. Los ahorradores o inversionistas a cambio reciben botellas del mejor single malt para que se las lleven a casa o las resguarden en el Museo, que es vigilado por ojos artificiales y alarmas. Un banco comercial en Argentina da al año entre 20% y 30% de tasa de interés, cuando un inversionista adquiere en pesos argentinos un bono de la bebida se le entrega un rendimiento de entre 60% y 80%, expresa. “La gran inversión es en el whisky de 25, 30 y 50 años (de destilación) otorga un rendimiento de 130% en dólares a la gente”, comenta Reigosa. “El que invierte 10,000 dólares le damos 23,000 dólares al año.” En Argentina, el fondo de oro líquido también permite a la gente cubrirse y buscar opciones para ganarle a la inflación, expresa Mariano Otárola. En 2015, el mercado argentino registró una inflación anual de “30%”, según Alfonso Prat-Gay, ministro de Economía. El funcionario espera para este año una inflación de hasta 25%. Los efectos de alzas de precios se resintieron en los últimos minutos de 2016 y no hay claridad de cuánto será realmente el alza de precios. Una alta inflación en la economía argentina provocó el retiro de inversiones en propiedades o en plazos fijos bancarios, porque dejaron de ser rentables y otros perdían dinero, manifiesta Nicolás Litvinoff, economista y director de Estudinero!. La inversión en whisky no muy es popular en Argentina, pero se usa para diversificar los ahorros y “es un activo de inversión, que no está correlacionado con el mercado de valores ni con la economía: Si la bolsa baja, el precio del whisky seguirá subiendo; si hay más inflación, el precio del whisky seguirá subiendo”, explica el economista. Cuando la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner instauró el cepo cambiario o una normativa que limitaba la compra, venta y cualquier operación con dólares, se crearon unos métodos más creativos e insólitos de inversión. “Aparecieron inversiones como bitcoins, que están teniendo mucha aceptación en Argentina, así como en whisky y en vinos finos que crecieron mucho en los últimos años”, indica. “Cuando se habla de inversión se busca poner dinero a lo largo del tiempo para que aumente el patrimonio o el capital. En ese sentido, el whisky presenta cuatro grandes ventajas como inversión en Argentina”, puntualiza. La inversión es adquirir botellas siempre bajo la premisa de conocer e investigar cómo es el mercado, las distintas marcas y calidades, porque los single malt —botellas que ofrece el fondo de Miguel Ángel Reigosa— son siempre los más buscados a nivel mundial, sostiene Litvinoff. “Para producir un single malt de 50 años necesitas de 50 años de añejamiento. Cuanto menos botellas te vayan quedando, van aumentando su precio por su calidad y por ser de colección”, dice Miguel Ángel Reigosa. El museo del argentino es un búnker monitoreado por 32 cámaras de videovigilancia, paredes selladas de metal, y destina más de 14,000 dólares al mes en seguridad y contrata un seguro de 25,000 dólares al año. Si es robada toda la colección hay garantía de que no pierde todo. El único museo que nos gana en el mundo es el de Edimburgo, que pertenece a la empresa Diageo, dueña de Johnnie Walker, 400 marcas más y Louis Vuitton. “Ellos deben tener la décima fortuna a nivel mundial. “Estamos luchando contra eso y estamos a 500 botellas para alcanzar a colección. Ellos tienen 3,383 botellas, por lo que en un año y medio llegamos a ese número.” Él es uno de los 42 coleccionistas reconocidos a nivel mundial. Son 20 años viajando a Escocia todos los años. El coleccionista posee más de 2,800 botellas de whisky, y cuenta con 4,100 asociados de Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, entre otros países de Sudamérica. “Comencé a vender whisky y capacitar gente porque en Argentina pensaban que un single malt —whisky de una sola destilería y elaborado a partir de malta de cebada— era lo que tomaban las embarazadas en época de lactancia”. —¿Quienes son los que más se interesaron por su museo y ahora por el fideicomiso? —En Inglaterra no creen que tengamos botellas que ellos no tienen en su poder. Muchos italianos, españoles y mucha gente en Latinoamérica está interesada en invertir con nosotros. —¿Es como una inversión en petróleo premium u oro de 24 quilates? —Es oro líquido, como dicen los escoceses. A nosotros nos deja más ganancia invertir en whisky, porque está desapareciendo la bebida con más añejamiento. El futuro estará en las microdestilerías y en los embotelladores independientes que compran las primeras barricas y la pasan a otra barrica para que tenga otro sabor. Después de mantenerla y conservarla por 20 años, simplemente la venden. Los consumidores asiáticos quedan fuera del esquema financiero, porque sus paladares se deleitan con tragos de blended, y lo ofertado en Buenos Aires es single malt, expresa el inversor argentino en una pequeña oficina donde se ven una decena de pantallas donde se mira cada movimiento del museo. Esa escena describe que le tiene más miedo a ser asaltado que a un cambio en las variables macroeconómicas. “Ellos consumen mucho, porque tienen mucho dinero. Un poder adquisitivo mil veces superior al nuestro”, dice el hombre, quien en sus ratos libres también dicta cátedras a varios grupo de Alcohólicos Anónimos en Buenos Aires. “Los asiáticos toman whisky con Coca-Cola; acá la gente lo toma como si fuera un elíxir y siempre se buscó adoctrinar a la consumidores para que conozcan cuáles son los mejores productos del mundo”, concluye.