2018 será recordado como el año en que se pausó la reforma energética, tras abrir el sector a la iniciativa privada después de 75 años, ante un cambio de timón que se dirige hacia la autosuficiencia. Desde su aprobación en diciembre de 2013, y su implementación en los años siguientes, la nueva dinámica energética chocó con un malestar generalizado entre la población por la falta de resultados en el corto plazo y las promesas hechas por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Estos factores enriquecieron el discurso de Andrés Manuel López Obrador, quien prometió en campaña fortalecer a la industria mexicana, acabar con las importaciones de energéticos, además de precios más baratos de la gasolina y electricidad, mientras el gobierno en turno se escudaba entre compromisos de inversión privada y promesas de producción que nunca llegaron.   Más petróleo nacional Luego de 4,400 millones de dólares de inversión, nueve subastas, 111 contratos petroleros y siete asociaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) con privados, las autoridades mexicanas cancelaron en diciembre las últimas dos subastas petroleras. El nuevo gobierno quiere resultados concretos antes de entregar más contratos a la industria.  La administración de Enrique Peña Nieto prometió que con la reforma energética México alcanzaría una producción de petróleo crudo de 3 millones de barriles diarios en 2018, pero actualmente México vive su peor momento productivo a 1.71 millones diarios, el nivel más bajo desde diciembre de 1979. Además, por primera vez en su historia, México comenzó a comprar crudo en Estados Unidos. El caso del gas natural es aún más pronunciado, pues México importa 80% del energético que usa siete de cada 10 hogares mexicanos desde Texas. “Ya sabemos todos lo que sucedió, ya no hace falta puntualizar más sobre los errores, sobre el fracaso que significó la política petrolera anterior”, dijo López Obrador durante la presentación del plan nacional para la producción de hidrocarburos, el pasado 15 de diciembre. La meta de AMLO es que nuestro país produzca al menos 2.4 millones de barriles de petróleo diarios en 2024, de los cuales 280,000 vendrían de la industria privada. Aquí la historia completa: AMLO promete menos regulación a la industria petrolera Durante octubre de 2018, los contratos petroleros aportaron a la producción nacional 66,800 barriles diarios, pero más del 50% viene de Pemex y su campo Ek-Balam. Un punto importante es que muchos de las asignaciones con empresas privadas se encuentran en aguas profundas y el desarrollo de estas áreas se prolongará hasta el próximo sexenio. “No veremos el primer barril hasta la siguiente administración, durante 2026-2030, eso quiere decir que va a haber una presión muy fuerte en los contratos de aguas someras y terrestres para aumentar la producción”, comentó Lourdes Melgar, investigadora del MIT y exsubsecretaria de Hidrocarburos.   Y más gasolina… De la mano de su política petrolera, López Obrador y su cerebro energético, Rocío Nahle, están preparando la construcción de la séptima refinería Dos Bocas en Tabasco. El equipo energético de AMLO busca construirla debido a que México importa 70% de los combustibles que consume, a pesar de tener seis refinerías, que operan por debajo del 35% de su capacidad. La megaobra energética procesará 340,000 barriles de crudo diario, de los cuales, producirá 170,000 barriles diarios de gasolina y 120,000 de diésel, contará con 17 plantas de proceso y 93 tanques y esferas, que generarán 23,000 empleos directos y 112,000 indirectos. A este plan se agrega la rehabilitación del sistema nacional de refinación para que opere por encima del 80% en los próximos tres años. Aquí la historia completa: Plan de refinación de AMLO parece una ocurrencia (y muy cara): expertos López Obrador prometió congelar los precios de la gasolina y durante su primer discurso como presidente en el Zócalo reafirmó que los combustibles solo subirán de acuerdo con la inflación, y no conforme a los precios de referencia de su materia prima, el petróleo.

Moody’s ha advertido que la política de precios, los vencimientos de deuda, las asociaciones con terceros y la intención de aumentar la refinación son los principales focos de atención en cuanto a las políticas que se han delineado por la nueva administración.

“El control de precios domésticos podría también pegar en los ingresos de las empresas privadas que participan del sector pues hoy 25% de lo que se vende en gasolina se hace por empresas que no son Pemex”, explicó Nymia Almeida, analista de Moody’s a cargo del seguimiento de la petrolera.

   

 

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