Día con día nos estamos acostumbrando a la imposición de medidas ilógicas e irracionales, el ver el desmantelamiento de instituciones, el combate permanente a lo que de alguna manera funciona y lejos de mejorarlo a través de políticas públicas, o en favor del bien común, se modifique para deteriorar su funcionamiento, la miopía, la falta de preparación de algunos servidores públicos y la incapacidad para gobernar se vuelve un fenómeno que avanza de manera silenciosa pero inexorable.

Si a usted amigo lector, le sorprende que en días pasados las autoridades de la Administración Federal de Aviación. (FAA) hayan vuelto a reprobar a la Agencia Federal de Aviación Civil de nuestro país (AFAC), probablemente tenga que ver un poco con esto (sin omitir desde luego la falta de cumplimiento de diversos aspectos de orden, técnico). 

Pongo tan solo un ejemplo, de todos es conocido cómo se ha dejado en el abandono la infraestructura ya construida y prácticamente en el olvido las terminales 1 y 2 ya existentes del AICM, en las cuales es un logro que un vuelo salga a tiempo, en donde puedes llegar a sobrevolar 50 minutos para esperar que exista una posición para la llegada del avión, en ese mismo trayecto te pueden decir que llagarás a otra terminal de la que originalmente tendrías que haber llegado, pero ánimo, en esa terminal sólo descenderá el avión, lo mejor está por venir… ya una vez aterrizando te brindan la maravillosa experiencia de bajar del avión por una escalerilla sin techo en plena tormenta, correr al autobús que, después de 40 minutos, te hará llegar a otra la otra terminal, (esa a la cual tendrías que haber llegado de origen) ya cuando estás con todos en el autobús tienes la oportunidad ver cómo entre 2 o 3  personas de servicios auxiliares, bajan manualmente a una persona en silla de ruedas cargándola por la misma escalera sin techo en plena lluvia para depositarla absolutamente mojada en el mismo autobús.

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Después de todo esto la gran aventura no acaba, ahora debes esperar una hora y media tu equipaje y recibirlo absolutamente empapado; observar la incrédula cara de los turistas extranjeros ante los insultantes y absurdos procesos y procedimientos implementados por los operadores de las aerolíneas y del personal del aeropuerto. Es algo absolutamente vergonzoso.

Pero eso no es todo, aún tienes la gran oportunidad de cruzar la zona de migración y aduanas: en el de migración, dependiendo el humor en que se encuentren los funcionarios es la agilidad de la fila y la calidad y cantidad de preguntas. Una vez que has librado el proceso al recuperar tu equipaje te encuentras con el amistoso y discrecional sistema de supervisión aduanera, en el cual, además del más sofisticado sistema, basado en el humor e intuición del poco preparado personaje que te recibe, se utilizarán las más finas tácticas de cadenero de antro para decidir si eres o no candidato a la revisión de tu equipaje.

En fin, hasta ahí vamos muy bien, con alguna suerte ya llevas un tiempo similar entre la duración total de tu vuelo y el tiempo que ha transcurrido entre lo anteriormente descrito.  Ahora llega la cereza del pastel, sales de la terminal y deseas tomar un UBER o el transporte que se te dé la gana, pero te encuentras que, por disposiciones de las autoridades del aeropuerto en conjunto con los flamantes agentes de tránsito de la ciudad de México, están realizando un operativo “sorpresa” en el cual no dejan ingresar a ningún otro servicio de transporte que no sean los destartalados, impresentables y caros taxis del aeropuerto, pero como se implementó un “operativo sorpresa” con esto se provoca que los usuarios de las plataformas hagan el llamado de su servicio y esperen a que el vehículo llegue, pero al momento de llegar el vehículo que solicitaron, un rufián sin autoridad legal, enfundado en un chaleco de Aeropuertos y servicios Auxiliares, sin educación alguna,  obliga los pasajeros a bajar del vehículo, mientras 2 agentes de tránsito amedrentan al conductor con cobrarle una multa de 43,000 pesos si sube pasaje. Mientras tanto, se forma una enorme aglomeración de vehículos porque los intrépidos agentes, en su bien planeado operativo, congestionan y bloquean la zona, impidiendo el tránsito de los particulares que han venido en busca de un amigo a familiar.

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Por otro lado el recién llegado viajero, si desea salir del aeropuerto en taxi debe pagar una tarifa que se aproxima al doble de costo de lo habitual y hacer una fila con una duración de al menos una hora para poder abordar el taxi que le corresponde.  Lo más interesante de todo esto no sólo es lo absurdo e inconstitucional de las medidas adoptadas en cuanto al libre uso, de transporte y de plataformas digitales, sino el argumento de las autoridades del Aeropuerto Internacional de la ciudad de México, las cuales señalan que ante el adeudo que han generado los concesionarios de empresas de servicio de taxi a la terminal aérea, la única forma de cobrar y hacer que esas compañías se pongan al corriente en sus adeudos, es propiciándoles un monopolio deficiente, caro, inseguro y malo en detrimento de los usuarios finales, pero lo más patético es que esto lo toleramos y lo permitimos, pocos alzamos la voz, ¿en donde están las autoridades? ¿Nadie se ha dado cuenta de esto? O nuevamente va a ser como todo lo que sucede en el país, normalizar la inoperancia, la incapacidad, fomentar la corrupción, continuar con el detrimento de servicios e instituciones, ¿Hasta dónde vamos a llegar? No omito señalar que el flamante aeropuerto de Santa Lucía continuará siendo un gran elefante blanco, sin conectividad terrestre, pero peor aún, sin conectividad aérea, simplemente sin vuelos, no cabe duda de que no solamente vamos en reversa también en sentido contrario.

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Contacto:

Creador de diversos canales de televisión para la industria de televisión por cable. En los últimos años ha dirigido medios de comunicación como Radio y Televisión de Guanajuato, Canal Once del Instituto Politécnico Nacional y PCTV.*

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