“Esta es una ley de protección infantil”, dijo el ministro alemán de Salud, Jens Spahn, aludiendo a su proyecto de ley sobre vacunación, aprobado el jueves 14 en el Bundestag. “No queremos que nadie contraiga sarampión”, afirmó. La mayoría en el Bundestag aprobó la Ley de protección contra el sarampión. A partir de marzo de 2020, todos los niños deben haber sido vacunados contra el sarampión si desean ser admitidos en una guardería o escuela. Esto es también válido para el personal, cuidadores de niños, trabajadores de la salud y empleados de centros de acogida de refugiados. En caso contrario, se impondrán multas de hasta 2,500 euros. De hecho, se administrarán más vacunas, porque actualmente el principio activo contra el sarampión solo está disponible junto con otras vacunas. “El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas que conocemos”, dice Susanne Glasmacher. Basta con estar en la misma habitación con una persona infectada. Incluso se puede infectar si ya abandonó la habitación. Glasmacher, bióloga, es portavoz del Instituto Robert Koch (RKI, por sus siglas en alemán) en Berlín. Ella advierte que “el sarampión puede causar complicaciones graves y, en casos excepcionales, la muerte en una de cada 1.000 personas, motivo por el que es importante luchar para erradicar el sarampión en todo el mundo”. El RKI asesora al Gobierno y su misión es combatir las enfermedades infecciosas. En 2018, se registraron 512 casos de sarampión en Alemania; en 2015, casi 2,500. La mayoría en Berlín. “Entre el 40 y el 50% de los pacientes fueron hospitalizados”, afirma Glasmacher. Además, pueden aparecer complicaciones graves, como infecciones pulmonares y meningitis. Incluso años después de haber sufrido el sarampión, los pacientes con meningitis pueden contraer la enfermedad mortal panencefalitis esclerosante subaguda.

Altas tasas de vacunación en niños, no en personas de 20 a 50 años

En Alemania, se vacuna por primera vez, más o menos, a la edad de un año contra el sarampión y, por segunda vez, después de un cierto tiempo. La Comisión Permanente de Vacunación (STIKO) del Robert Koch Institut elabora las recomendaciones para todas las vacunas. En Alemania no había hasta ahora un plan de vacunación obligatorio, era voluntario. Así y todo, tuvo éxito, porque las investigaciones demostraron que el 96% de los estudiantes del primer curso escolar recibieron la primera dosis de la vacuna contra el sarampión y el 93%, también la dosis de recuerdo. Para erradicar dicha enfermedad, tal y como exige la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 95% de la población total tendría que ser inmune, ya sea a través de la vacunación o por haber contraído la enfermedad. Hasta 1970, cuando se introdujo la vacuna, casi todos se habían contagiado. “Hubo más de cien muertos por sarampión al año en la década de 1960”, dice la portavoz del RKI. Después de la introducción de la vacuna, tuvo que pasar cierto tiempo hasta que la gente aceptara las vacunas. Hubo mucha gente que nació en la década de 1990, que no fue vacunada. Hoy en día, son adultos que tienen más probabilidades de contagiarse con sarampión, además de los bebés y niños pequeños sin vacunar. Así que el STIKO recomienda a los nacidos después de 1970 que comprueben si están inmunizados y que se vacunen, en caso de que sea necesario.

No demonizar a los opositores de las vacunas

“En Alemania, se estima que entre el dos y el cinco por ciento de la población está totalmente en contra de la vacunación”, explica Cornelia Betsch, profesora de comunicación sanitaria, quien estudia el comportamiento de la vacunación. Betsch advierte sobre la demonización de los opositores a las vacunas. Ella investigó por qué estos las rechazan. Según ella, existe una falta de confianza en la seguridad de la vacuna. A menudo, se desconocen los riesgos que conlleva. Las vacunas deberían ofrecerse en más lugares y en horarios más flexibles. Además, no existe registro de vacunas. Quien pierda la cartilla de vacunación no sabe contra qué fue vacunado.

Más información sobre riesgos en vez de folletos farmacéuticos

El 40 por ciento de los participantes en la encuesta sobre vacunas se siente poco informados sobre sus efectos secundarios. La investigadora Cornelia Betsch confirma la necesidad de que se aporte más información. A diferencia de los medicamentos, cuando la gente se vacuna no se le informa con un prospecto. Tanto en libros como en Internet se ha dado a conocer mucha información falsa que asustó a las personas. Los médicos necesitan más tiempo remunerado para asesorar bien a los pacientes y no solo para decir: “Aquí tiene un folleto que recibí de la industria farmacéutica. Le vacunaremos la próxima vez”. Este contenido se publicó originalmente en DW.COM y puedes ver esa nota haciendo click en el logo:

 

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