Tras los desórdenes en varias partes del país por la falta de Estado de derecho, el autor de este blog cuestiona si la centralización de las decisiones, solución que propone el presidente Peña Nieto, es la correcta o sólo agravaría la crisis.     Uno de los caminos que se han asumido a lo largo de los últimos años para buscar “resolver” problemas que parecen ser generalizados, ha sido centralizar la capacidad de decisión en los espacios federales, haciéndolos nacionales. Esto tiene un efecto pernicioso sobre el federalismo al restar recursos y autoridad a los órdenes inferiores, además de generar una carga importante en los espacios federales. ¿Es esta la solución a los problemas que enfrentamos? En buena medida no, porque lo local no es una copia de lo nacional, ni tiene la misma lógica, juego de intereses, características, etc., por lo que podemos estar siguiendo un camino incorrecto y que puede tener impactos relevantes para el futuro. El federalismo mexicano se construyó de manera distinta al que encontramos en otros países del continente, donde más que una regla, tiende a ser una excepción. Países como Argentina, Brasil, Venezuela, Estados Unidos y Canadá, han seguido distintos caminos en la forma en que se ha instrumentado, así como las razones por las cuales se adoptó. En México, el federalismo ha pasado por distintas vertientes, pero desde hace algunos años ha habido una tendencia a restar capacidades a los municipios para pasarlas a los estados, y de los estados para que los asuma la Federación. Los últimos dos casos, en ese sentido, fueron la reforma electoral y la reforma al Código Penal, que tendieron, como nunca, a establecer mecanismos nacionales y comunes a las entidades, restando capacidades a los estados y municipios en su conjunto, trasladando diversas atribuciones a la autoridad federal. La reciente propuesta del presidente Enrique Peña sobre mando único y otros aspectos de seguridad, nuevamente tensa la relación de la Federación con las entidades y al interior de ellas con los municipios. En buena medida, pensar que como las localidades no tienen recursos o no saben cómo hacerlo, o como son más débiles institucionalmente, entonces se les debe quitar la atribución y trasladarla a aquellos espacios donde sí se pueda hacer, o que tengan más fortaleza institucional, o que se pueda homogeneizar. En realidad, es un camino sinuoso y tal vez no es la mejor solución. Como ejemplo, en buena medida la problemática con las policías en el país tiene que ver más con su formación que con su función, lo cual no se ubica en la propuesta. Los policías reciben cursos que les habilitan como tales pero, a diferencia de otros países, no tenemos en el país un mecanismo de formación profesional que les dé no únicamente habilidades, sino también identidad y prestigio. En el caso del magisterio, en los últimos años se pasó de maestros con la normal como secundaria o bachillerato en el mejor de los casos, a maestros con formación profesional e, incluso, de posgrado. El problema de la propuesta presidencial es que tiene que ver con el aspecto de seguridad, que está en la base de la función del Estado. Si se le resta la atribución a los municipios, entonces se convierten en espacios administrativos cuyas actividades bien podrían hacerlas entonces las autoridades estatales. El problema no es menor, porque entonces pone en tela de juicio el fundamento del municipio y, por lo tanto, del esquema federal. De la misma forma, trasladar las atribuciones de los municipios a otras autoridades en una lógica de centralización, evita entonces abordar los problemas desde sus propias características. Es por ello que el mando único puede ser efectivo en alguna entidad, pero inefectivo en otras, debido a la diferencias y lógicas internas de las entidades del país. Incluso, en la mayor parte de las ocasiones, los estados construyen mecanismos de solución a problemáticas específicas mucho más avanzadas y novedosas de lo que la Federación hace, por lo que ignorar esa condición impacta sustancialmente la dinámica local. Es por ello que es necesario discutir la propuesta presidencial con detenimiento, pues la tendencia de centralización presente puede generar mayores perjuicios a las estrategias de lucha contra el crimen, que los beneficios que se buscan generar. ¿Por qué no mejor ver qué ha funcionado en aquellos municipios que vivieron momentos difíciles por el crimen y que se han transformado sustancialmente en los últimos años? Seguramente las soluciones no han sido las mismas, pues se han ubicado precisamente esas características que hacen una diferencia.     Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @aglopezm       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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