Estos días recordé un libro que leí en 2013 de Nassim Nicholas Taleb que decidí revisitar. Distinto a resiliente, robusto, resistente o fuerte, aquel que es “exitoso ante, o se beneficia de” la volatilidad, el caos, la aleatoriedad, el estrés, el desorden, el riesgo, la incertidumbre, dice Taleb, es anti-frágil. No es lo mismo tan solo sobrevivir (que ya es ganancia desde luego), que salir exitoso de momentos definitorios, de aquellos donde existe un antes y un después.

Me voy a enfocar en la posibilidad que se plantea en este texto, que por cierto resulta más vigente que nunca, de poder contar con una guía “sistemática y amplia” para hacernos de un marco de referencia, de un ancla para tomar decisiones bajo episodios de choques, dentro de contextos desconocidos.

Me parece pertinente considerar que es algo que debemos construir cuanto antes en todos espacios de nuestras vidas: personal, familiar, profesional, liderazgos gubernamentales y privados, y de los organismos internacionales. No podemos permitirnos el pasmo. Es natural que esta brutal coyuntura nos haya tomado con sorpresa, produciendo preocupación, angustia, ansiedad y miedo. Pero es momento de dar el siguiente paso.

Parece obvio pero no todas las personas, compañías, instituciones o gobiernos lo han internalizado: ya nada volverá a ser igual. El mundo ha cambiado. Nuestras expectativas, y aún nuestro léxico deben de ajustarse. “Ahora que ya se pueda”, “pasando esto del coronavirus”, “ahora que volvamos a la normalidad”, “cuando ya se acabe todo esto”, son frases que debemos ir extinguiendo de nuestras conversaciones y escenarios futuros.

Tenemos que replantearnos 360 grados y multidimensionalmente. Ver nuestras relaciones familiares en una nueva dinámica que ha llegado para quedarse: convivencia extrema, disputa de espacios en el hogar, involucramiento en labores domésticas y de cuidado por parte de toda la familia, requerimientos de infraestructura y conectividad que antes no se necesitaban, nuevas relaciones de pareja y de maternidad-paternidad, mayor participación en el aprendizaje escolar de los hijos. También las decisiones de negocios, políticas públicas y relaciones internacionales deben entrar fases de nueva conceptualización y de redimensionamiento.

Pensar en la acción que pospusiste, contemplaste remotamente, o que jamás pensaste. Ahora es cuando. Desde luego es la innovación, pero incluso es más que ello, es el pensamiento diferente, con otras premisas y bajo otros parámetros . Hay que pensar y actuar distinto ante circunstancias inéditas si queremos sobrevivir y trascender, y más aún, ser exitosos en el nuevo entorno.

Ello dependerá de la toma de decisiones adecuadas para el contexto: visionarias, con temple, apertura de mente, quizá de mayor riesgo pero justamente para diversificarlo, y asumiendo que vienen épocas de menores ganancias en general, pero que no tienen por qué convertirse en pérdidas. Siempre van a existir eventos sorpresivos pero hay que, en la manera de lo posible, estar preparados estructuralmente para no solo no ser afectados de manera negativa, si no beneficiarse de los hechos y del contexto que genera en consecuencia.

La única regla ética que existe, según Taleb, es “jamás debes volverte anti-frágil a expensas de la fragilidad de otros”.

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