Reuters.- Mientras la Reserva Federal de Estados Unidos subía las tasas de interés este año, en el otro lado del mundo, en Yakarta, los ingresos de la tienda de figuras de acción coleccionables de Andy Kurniawan cayeron a casi nada. Las decisiones de la Fed provocaron un alza del dólar y eso impactó a la rupia indonesia, encareciendo las importaciones, pero Kurniawan resistió el impulso de aumentar los precios tal como Bruce Banner intenta contener la ira antes de convertirse en Hulk, su personaje favorito. “Todo es un desastre” cuando el personaje de piel verde desata su furia y destrucción, dijo en su tienda llena de cajas con juguetes desde el suelo hasta el techo. “Pero tengo que ser lo suficientemente valiente para reducir mis márgenes, con la esperanza de que la gente todavía vaya a mi negocio”, contó. Cuando en Washington el banco central de Estados Unidos pulsa los frenos para enfriar a la economía más grande del mundo, como está previsto que vuelva a hacer esta semana, los efectos se extienden por todas partes. Las quejas no aportan mucho, aunque algunas autoridades han pedido a la Fed que sea más sensible al impacto que tienen sus acciones en los mercados emergentes, o que al menos difunda mejor sus intenciones. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también ha criticado a la Fed por subir los fondos federales demasiado rápido y con demasiada fuerza, pero ha tenido poco éxito. Al subir las tasas de interés y deshacerse de sus propios activos, la Reserva Federal hace que los bonos del gobierno estadounidense sean más atractivos en relación con las inversiones extranjeras más riesgosas. Esto efectivamente inclina el campo de juego contra los mercados emergentes al impulsar la demanda de dólares a expensas de otras monedas. La Fed reconoce que su influencia se extiende más allá de las fronteras de Estados Unidos, pero argumenta que está obligada por un mandato para contener la inflación y buscar el máximo empleo en el país. William Dudley, en declaraciones a Reuters antes de retirarse en junio como presidente de la Fed de Nueva York, dijo que las acciones del banco central no deberían sorprender a nadie y que las autoridades monetarias de otros países deberían anticiparse tomando medidas. “Algunos de esos países tienen grandes déficits fiscales y déficits de cuenta corriente, y dependen del capital extranjero para continuar con su actual trayectoria fiscal. Eso probablemente habría sido problemático en cualquier caso”, dijo Dudley. El tan esperado despegue de la tasa en Estados Unidos desde prácticamente cero comenzó hace tres años. Pero sólo a principios de este año, la Fed alcanzó su ritmo con aumentos de tasas trimestrales y la venta gradual de los activos que había estado comprando para ayudar a la economía a recuperarse de la crisis financiera de 2007-2009. Las salidas de capitales de los mercados emergentes en favor de los activos de Estados Unidos con rendimientos relativamente más altos y el fortalecimiento del dólar se intensificaron cerca de abril.   Desafortunado para Argentina Meses después, tres o cuatro de los 30 empleados de TAAD, un fabricante de interruptores de luz en las afueras de Buenos Aires, estaban a punto de perder sus empleos. El presidente de la compañía, Daniel Araujo, dijo que el desplome del peso argentino encareció las importaciones de cobre y plásticos y tuvo que reducir su producción a la mitad. “El dólar, que de 20 pesos (argentinos) pasó a 42 o 43, nos puso contra la pared”, agregó. “En este momento estamos con una rentabilidad casi cero”, refirió. “Nosotros no pudimos trasladar nada del aumento de los costos a precios”, argumentó. Para la inflacionaria Argentina, el momento en el que la Fed decidió ajustar las tasas con la consecuente fortaleza del dólar difícilmente podría haber sido peor. El paquete de préstamos suscrito por el país con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 57,000 millones de dólares ha ayudado a estabilizar a los mercados, pero la caída este año del 50% del peso argentino frente al dólar golpeó a las empresas locales que dependen de importaciones. Como resultado, la economía argentina, para la cual el gobierno había pronosticado inicialmente un crecimiento del 3.5% en 2018, ahora se contraería un 2.4% de acuerdo a las previsiones de analistas en un sondeo realizado por el banco central. Fue desafortunado que el ajuste de la Fed incitara a los inversores a salir de economías vulnerables justo cuando Argentina estaba navegando por sus delicados ajustes estructurales, observó Patricia Perez-Coutts, gerente de cartera de Westwood International Advisors en Toronto. “Al igual que los ñus cuando cruzan un río y la leona selecciona a los jóvenes y los enfermos (…) el resto de la manada sigue moviéndose”, describió. En Indonesia, el banco central ha mencionado a la Fed como un factor en una serie de alzas agresivas en las tasas que ayudaron a estabilizar la rupia después de su último tramo de un declive de 35% en seis años. Sin embargo, la campaña ocurrió a costa de un crecimiento económico más lento. Kurniawan, de 37 años, luchó para cubrir el alquiler de su tienda en un concurrido centro comercial de Yakarta y pagar a su empleado cuando la rupia se hundió a un mínimo de 20 años y los precios de los artículos de colección hechos en Hong Kong y Estados Unidos se dispararon. El haber acumulado algunos dólares le ayudó a salvar el negocio de seis años, dijo, pero con ganancias “casi cero” no fue suficiente para la actividad diaria. Argentina y Turquía fueron las que más han sufrido, exponiendo su gran dependencia del financiamiento en moneda extranjera. No obstante, la ola de ventas también afectó a economías más fuertes como la de Rusia, que subió sus tasas de interés por primera vez desde 2014 de cara a la aceleración de la inflación y las sanciones internacionales. El mercado espera que la Fed suba las tasas de interés en otro cuarto de punto porcentual este miércoles, aunque las dudas están aumentando sobre el futuro.

 

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