En México y América Latina, no se deben subestimar las posibilidades de que ocurran atentados como el ocurrido en Boston. ¿Estamos preparados para enfrentar algo así?   Como es de muchos conocido, la semana pasada, los hermanos Dzhokhar y Tamerlan Tsarneaev (19 y 26 años, respectivamente), de origen checheno, quienes emigraron a Estados Unidos en 2002 -el primero, ciudadano estadounidense desde septiembre de 2012, y el segundo, residente legal en ese país- causaron terror tras ser los responsables de las explosiones que provocaron la muerte de 3 personas y cientos de heridos durante la realización del maratón de Boston, específicamente en la meta de dicho evento. El conocer si se trató de un evento aislado, planeado por los 2 hermanos -uno, abatido durante un enfrentamiento con la policía, y otro, en estado grave de salud- o si el mismo fue parte de un acto organizado por un grupo terrorista o manipulados por dicho grupo, son temas que están investigando las autoridades correspondientes. Alex P. Schmid, Albert J. Johgman y otros, en su obra Political Terrorism, reúnen 109 elementos definitorios de terrorismo. Entre dichos elementos definitorios a que se hace mención en su obra, algunos de los que identificamos en los actos perpetrados por los hermanos Tsarneaev son:
  • Causaron miedo y terror entre los ciudadanos que estuvieron cerca, así como en los de cualquiera de los países donde se difundió la noticia
  • Fue una acción deliberada, planeada, sistemática y organizada
  • Fueron elegidos como víctimas civiles, no combatientes (y desde su punto de vista, tal vez considerados extranjeros)
  • Generaron efectos psicológicos y reacciones anticipadas
  • Su naturaleza fue clandestina y encubierta
  De acuerdo a fuentes públicas difundidas durante la semana pasada, un tío de los hermanos Tsarneaev mencionó que los jóvenes “no estudiaban ni trabajaban como debían. Y odiaban a los que los rodeaban”. Si las afirmaciones del tío son ciertas o no, lo sabremos como parte del resultado de los perfiles que de los mismos creen las autoridades investigadoras, aunque existen también interrogantes que podrían ayudar a descifrar el móvil de este macabro incidente, entre ellas, dos importantes:
  • ¿Cuál era su principal fuente de financiamiento para subsistir en los Estados Unidos?
  • ¿Fueron ellos quienes fabricaron las bombas y, de ser el caso, quién los capacitó en su elaboración?
  Por lo que respecta al financiamiento al terrorismo, como ya lo he comentado en diversas colaboraciones, en nuestros países de la región es un tema poco conocido, en cuanto a su prevención y combate, a diferencia de lo que se ha hecho con el lavado de dinero, donde se han enfocado los esfuerzos institucionales. Recordemos que la recomendación 5 de GAFI dispone que “los países deben tipificar el financiamiento del terrorismo en base al Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo, y deben tipificar no sólo el financiamiento de actos terroristas, sino también el financiamiento de organizaciones terroristas y terroristas individuales, aún en ausencia de un vínculo con un acto o actos terroristas específicos. Los países deben asegurar que tales delitos sean designados como delitos determinantes del lavado de activos”. ¿Estamos completamente seguros que esto se cumple a cabalidad en nuestro país? Espero que todo lo aquí mencionado no lo veamos como parte de actos aislados, que sólo suceden en Estados Unidos. ¿Están exentos nuestros países en Latinoamérica de que atentados terroristas, sobre todo con las características que se dieron en Boston, se puedan dar en nuestros países? La respuesta es no, y resulta fundamental que tanto organismos de inteligencia del Estado, como autoridades y ciudadanos tomen medidas eficaces para su prevención e identificación. Como lo dice el escritor italiano Umberto Eco: “El fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo”. En el caso de Boston, estamos seguros, estimados lectores, ¿quién fue considerado el enemigo para los jóvenes terroristas? De ahí la respuesta a muchas de las interrogantes que este caso todavía presenta para no vivir aterrados.     Contacto: www.garciagibson-consultores.com [email protected] www.twitter.com/garciagibson

 

Siguientes artículos

Hambre: los mexicanos quieren beber, no comer
Por

La mayoría de quienes habitamos este país gasta más en refresco, alcohol y agua embotellada que en comida. ¿Podrá la Cru...