cintillo   Miguel Ángel Rodríguez vendió su casa, y con los ahorros que le quedaban de su primer matrimonio empresarial, apostó por una marca de ropa mexicana como su última oportunidad para competir en la industria de la moda. Hoy factura más de 70 millones de pesos al año.    En un viaje a Cancún, Miguel Ángel Rodríguez cayó en la cuenta de que las camisetas y souvenirs que se ofertan a los turistas tenían mucha oportunidad de mejora en términos de calidad y acabados; entonces ideó una forma de competir con una marca de ropa mexicana. Todos sus conocidos dijeron que estaba loco, que las prendas mexicanas no se vendían. Esa locura se tradujo en ¡Ay Güey!, un negocio de talla internacional que exalta la identidad mexicana a través de moda para jóvenes. “Lo que soporta la marca es la intención de promover la cultura mexicana. Además rescata muchas de las cosas que para  extranjeros son hermosas y que los mexicanos no ven: bordados en los huipiles, tehuanas, tenangos… todo este tipo de trabajo artesanal. Pero no tomar un pedacito del bordado, sino reinterpretar y reinventar –con base en nuestras tradiciones– artículos que se vean vanguardistas y novedosos, sin perder el ADN de ser mexicano”, dice Miguel Ángel Rodríguez, director general y creativo de ¡Ay Güey!, en entrevista con Forbes México. En 2007, Miguel vendió su casa, y con los ahorros que le quedaban de su primer matrimonio empresarial (7 millones de pesos en total),  el emprendedor mexicano apostó por un local en Plaza Galerías Coapa, al sur de la Ciudad de México, como su última oportunidad para competir en la industria de la moda nacional. “Si realmente en una tienda, bien montada, no se vendía, es que definitivamente iba a ser un fracaso. Para mi fortuna fue un éxito desde el primer día de la tienda. Sin publicidad, sin redes sociales, sin nada.” Tuvo que firmar una carta en que se comprometió a cerrar la tienda al día siguiente si el concepto, que incluía muebles entintados por artesanos para dar un toque colonial, no resultaba atractivo para el centro comercial. Veinticuatro horas después, las cámaras fotográficas de la revista del complejo comercial estaban en su tienda para que el local apareciera en el siguiente número.   Calidad, la clave Foto: Ay Güey Con apoyo de estudios de neuromarketing, los diseños de ¡Ay Güey! se enfocan en el tacto y emplean materiales como algodón peinado y esmerilado, ideales para el cuerpo humano. Esto se  suma a un proceso para que no se encoja la prenda. Además  utiliza tintas de agua, en vez de plastificadas, para que el material respire y se incorpore a la prenda. “Es una tela delgada, de tacto suave, con menor posibilidad de encogimiento y estampados que se funden con la tela y no sientes que esté estampada.” “A los mexicanos nos gusta que las prendas duren mucho”, dice Miguel. Por ello utiliza de 12 a 14 puntadas por pulgada doble, que “es como si estuvieras cosiendo una camisa”, para reforzar la prenda. También tuvo que diseñar sus propios personajes para sus playeras tras varios intentos fallidos por utilizar personalidades de la cultura mexicana, pues los representantes legales de luchadores y actores mexicanos desconocían el funcionamiento de los porcentajes por regalías.   Los números detrás de ¡Ay Güey! En 2010 existían 16 tiendas de ¡Ay Güey!: cuatro de Miguel Ángel y 12 como franquicias, que lanzó sin costo, con inventario a consignación y sin penalizaciones de ninguna naturaleza en caso de que la tienda no funcionara. Un día, recuerda Miguel,  accionistas de FEMSA visitaron la tienda y, tras conocer el concepto y coincidir en su cariño por México, decidieron ayudarlo con una inversión de 50 millones de pesos. El apoyo se dirigió a infraestructura administrativa para que el negocio creciera y mejorara sus operaciones, además de facilitar el ingreso en plazas donde Miguel apenas podía imaginarse participando. Con este apoyo, de 2010 a 2014 han sumado 26 tiendas en México, como la de Perisur, cuyo traspaso costó 1.2 millones de dólares. ¡Ay Güey! facturó 74 millones de pesos en 2013, y para 2014 persiguen la meta de 86 millones de pesos, aunque no hay ganancias para Miguel Ángel, pues las utilidades generadas se reparten en dividendos para los inversionistas. Las prendas tienen un costo promedio de 500 pesos y venden  12,000 piezas al mes. En las oficinas de ¡Ay Güey! laboran 30 personas y 75 más en tiendas.   El nombre,  freno lingüístico Foto: Ay Güey   Aunque ingresó  a las plazas comerciales, ¡Ay Güey! tuvo desencuentros con los administrativos por las connotaciones de la palabra, que consideraban como grosería, y tuvo que colocar letreros que decían ‘AG’. “El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) me negó el derecho del registro, porque, según el artículo cuarto de la Constitución mexicana, yo no podía utilizar malas palabras para usar una marca.” Después de cuatro años en juicio,  la Suprema Corte de Justicia le concedió el registro a Miguel Ángel.   Malinchismo, piratería y burocracia: otros obstáculos Miguel Ángel tuvo que combatir un factor que se esconde entre los consumidores de la moda juvenil en México: el apego a las marcas extranjeras. “La gente dice: ‘si es mexicano, es barato, está mal hecho, es chafa y, aparte, no te da estatus’. Si traes una playera estadounidense o italiana, estás inn.” Además, las marcas nacionales, recuerda el emprendedor mexicano, operan sus productos tratando de parecerse a las internacionales. Otras batallas que ha enfrentado han sido con instituciones mexicanas con las que ¡Ay Güey! guarda relación, como la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI), pues aunque ¡Ay Güey! reproduce música internacional dentro de sus locales, el grupo ha pedido que eviten problemas y se paguen las cuotas que solicitan. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), comenta el empresario, tiene la capacidad de embargar las tiendas en 24 horas si se atrasa un día con las cuotas de sus empleados. La piratería es otro obstáculo que Miguel Ángel ha enfrentado, y a pesar de que intentó tomar acciones jurídicas, sus consejeros legales le recomendaron abandonar ese capítulo y evitar represalias de los piratas textiles. Miguel Ángel cree que no se necesitan nuevas o más leyes en México, sino que las existentes se respeten para proteger a la industrial textil mexicana, pues en otros países hay medidas que impiden el ingreso de marcas como Inditex, que maquila en China para reducir sus costos y así proteger sus mercados. “Tenemos que competir con precios ridículamente baratos porque son mercancías importadas.” Sin embargo, su consigna es que la materia prima, la mano de obra y el talento deben ser mexicano. Sus compañeros de industria le han recomendado que maquile en Asia para reducir costos y que venda más barato. “Pero no me interesa. Lo que tenemos que hacer es generar valor agregado para toda la gente que trabaja en México,  pues los que me compran son mexicanos.”   EU y realidad aumentada, los siguientes pasos Miguel Ángel abrirá un local en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Para finales de junio de 2014 lanzará su primera tienda virtual de ¡Ay Güey! en Estados Unidos.  Además planea la apertura de tienda física en Nueva York y otra en Los Ángeles entre 2014 y el verano de 2015. La empresa trabaja en el desarrollo de tecnología de realidad aumentada con ayuda de la plataforma Aurasma, para que cuando los teléfonos inteligentes de los clientes capten el estampado de una playera, se reproduzca un video sobre cómo se hizo la prenda  o contará la historia de  personajes mitológicos de los estampados. Además creará un canal de ¡Ay Güey! para generar contenido en video sobre qué podría hacerse para mejorar México “sin matar a los políticos ni correr a los mexicanos”. Con más de 57,200 seguidores en su página de Facebook, Miguel Ángel aprovecha unos minutos al final del día para aliviar las adversidades con la respuesta de sus clientes en esta red social. “Todos los días, al ver en Facebook la cantidad de fotografías de la gente con mi ropa (hay fotos en París, Alemania, Israel, con personas orgullosas portando las camisetas), es como el bálsamo con que se resbalan los problemas que enfrento”, dice Miguel Ángel. Pese a las dificultades, el fundador de ¡Ay Güey! tiene claro que México es el lugar donde ha construido una alternativa de moda para los mexicanos y agradece trabajar en él. Además piensa que en México las oportunidades de iniciar un negocio son posibilidades tangibles que deben aprovecharse a través de la calidad y confianza en un producto bien hecho. “Pongamos el ejemplo como emprendedores, que sí se puede, que no estamos condenados como mexicanos a ser taqueros, jardineros ni  lavaplatos: podemos ser empresarios.”

 

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