Viene de Los Ángeles y sale para Berlín, pero nos ofrece tiempo como si no tuviese otro pendiente en su agenda. Alfredo Bataller hijo funge como CEO y consejero delegado de SHA Wellness Clinic, en Alicante (España), un concepto revolucionario que desde hace seis años aúna Oriente y Occidente bajo el aura del lujo sereno. No es un hotel ni un hospital, es un oasis blanco donde hallar las claves para potenciar y maximizar nuestra salud.     Es un asunto de familia. Un deber casi moral que ha de perpetuar­se con suma diligencia. Alfredo Bataller, economista argentino, concibió SHA Wellness Clinic como un regalo para el mundo, y dos de sus tres sus hijos, Ale­jandro y Alfredo, trabajan junto a él para hacer crecer una idea pionera que ha seducido a Naomi Campbell, la Jequesa de Qatar o Ferrán Adriá, entre otros visitantes recurrentes que lo consideran un destino en sí mismo y llegan hasta aquí en Jet privado para confiarles lo más preciado que tienen; su salud. Para mues­tra, un botón: durante nuestra visita atisbamos la grácil silueta de la actual presidenta y direc­tora creativa de Vionnet, Goga Ashkenazi. Quizá esta confianza ciega esté inspi­rada por la propia fe del fundador: “Todo fue muy pasional. Sabíamos que teníamos entre manos un gran tesoro”, revela Alfredo hijo. SHA se convirtió en realidad en 2008. Crisis es la única palabra que define ese año. Sistema finan­ciero totalmente cerrado, incertidumbre absoluta y 70 personas en planta. Pero llegó un portugués —cosas del destino— apellidado Valente. ¿Presagio? A los tres años comenzaron a obtener resultados de una inversión arriesgada. Lo lograron tocando puerta a puerta por todo el mundo, literalmente. “Al comen­zar a difundir nuestro proyecto hablamos con varios operadores turísticos y del sector salud. Ninguno entendió nuestro concepto. De modo que cada hermano tomó una maleta y empezamos a explicar con pasión lo que habíamos visto en casa”.   ─ ¿Cómo nace sha Wellness Clinic? Nace de una experiencia personal. Desde hace 20 años la actividad principal de la familia es el sector inmobiliario. Mi padre siempre había sufrido problemas digestivos severos. Visitó numerosos expertos y cada uno le daba un diagnóstico diferente. Al final del día eran diez pastillas y ninguna solución, lo que desenca­denó en una proliferación de células malignas en su colón. Conocimos a Juan Rubio, quien le hizo un diagnóstico oriental y le cambió la vida mediante terapias naturales y alimen­tación macrobiótica. Recuperó la salud sin operaciones ni quimioterapia. Él lo entendió como una segunda opor­tunidad y creó sha para fusionar lo más avanzado de la medicina occidental (genética, anti-aging, etcétera) con la oriental (reiki, acupuntura, moxibustión, etcétera).   Y ¿no hay conflicto entre la ciencia y la cultura milenaria asiática? Constantemente. Ésa es precisamente la complejidad y por eso no hay más shas en el mundo. Conjugar Oriente y Occidente es algo complicado. A los médicos les cuesta creer que pueda existir algo efectivo que no conoz­can y lo oriental ha quedado desconectado de avances científicos. Nuestro protocolo decide qué opción, siendo mínimamente invasiva, es la más efectiva.   ─ ¿Qué perfil de huésped visita sha? Aquellos que tienen todo en la vida excepto tiempo. Nuestro objetivo es ser muy efectivos en poco tiempo. Entendemos que para perso­nas que son líderes de proyectos a nivel mun­dial tomarse una semana es mucho. Quieren maximizar capacidades y prevenir en salud.   Vemos que están en obras… Duplicamos la clínica y el Spa. No queremos más habitaciones, sino mantener el tono familiar, donde terapeutas y empleados conocen por su nombre a los huéspedes. Crecemos aumentando servicios, ofreciendo lo más innovador. Por ejemplo, una unidad de ejercicio mental para prevenir enfermedades neurológicas y una unidad de la columna junto al doctor Kovacs —especialista en técnicas no invasivas—, con el objetivo de ser la referencia para todo aquello que se pueda hacer sin llegar a cirugía. El 80% de la población adulta tiene problemas de espalda y el 85% de las interven­ciones de columna son evitables.   ─ ¿Es viable la internacionalización de este modelo de negocio? Desde que abrimos hemos tenido 40 soli­citudes internacionales y siempre se repite la misma historia; vienen personas, tienen una buena experiencia y, al mes, llama su consejero delegado explicando que su presidente quiere un sha en su ciudad. Decli­namos ofertas privadas y gubernamentales, como la de Qatar. Ahora, nuestra idea de crecimiento es te­ner pocas unidades a nivel mundial, por un motivo muy simple: la escasez de profesionales de alto nivel limita nuestra expansión a cuatro o cinco centros. La idea es localizarlos distantes para evitar cani­balismo; Oriente próximo (Dubái), Estados Unidos (Miami o California), Singapur o Malasia y Latinoamérica.   ─ ¿Qué relación existe entre salud y lujo? Hay una anécdota que lo resume. Antes de abrir sha queríamos fichar a la princesa Beatriz de Orleans, consejera delegada de Christian Dior en España durante 20 años. Preguntó: “¿Por qué ir a un proyecto desco­nocido e incierto?” Le invitamos diez días y a las dos semanas llegó una carta: “¿Cuándo empezamos?”. Dijo que había entendido que el lujo por el que ella había luchado toda su vida no era tal, el verdadero lujo es la salud. Ya lleva seis años con nosotros.

 

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