Escribo esta columna justo cuando vengo regresando de un viaje por el noreste de los Estados Unidos. A la mitad de mi viaje, renté un coche en Nueva York para viajar a Delaware, el estado que Joe Biden representó como senador durante muchos años antes de convertirse en presidente de los Estados Unidos. El trayecto de Nueva York a Delaware requiere primero cruzar el túnel submarino Holland que conecta Manhattan con Jersey City y que fue inaugurado en 1927. Uno puede notar inmediatamente lo viejo que es dicho túnel que corre bajo el agua. Posteriormente hay que tomar el Nueva Jersey Turnpike, una supercarretera que consta de 12 carriles, 6 en cada lado, y que fue construida en 1951. Dos horas después, uno llega al río Delaware que baña la bella ciudad de Filadelfía, donde es necesario tomar el gran puente llamado Memorial para cruzar de Nueva Jersey a Delaware. Por cierto, este puente también fue construido en 1951. Si usted recorre este mismo trayecto, notará que mucha de la infraestructura es vieja, sobretodo en comparación a las nuevas obras ingenieriles de varios países asiáticos.

Por muchos años, la infraestructura de los Estados Unidos permaneció sin cambios sustanciales. Hizo falta una pandemia y la llegada de un presidente moderado para que las cosas comiencen a cambiar. Nuestros vecinos del norte acaban de aprobar un plan de infraestructura que pondrá a los Estados Unidos a la vanguardia y que asegurará su hegemonía durante el presente siglo. A continuación, le explico los detalles de esta nueva agenda.

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El plan de infraestructura propuesto por el presidente Biden consiste en la nada módica cantidad de 1.2 billones de dólares (trillones en inglés). Para que usted le ponga ceros a este número, esta cifra es básicamente igual a lo que producimos todos los mexicanos en un año (antes del COVID-19). Es decir, el valor que invertirán los americanos en su nuevo plan de infraestructura es el igual a que si los todos los mexicanos nos pusiéramos únicamente a reconstruir las carreteras, túneles y puentes por un año, en lugar de hacer nuestras actividades productivas cotidianas. Lo más sorprendente es que los primeros fondos comenzarán a fluir antes de que acabe el año. Esta gran victoria del presidente Biden se debe a que supo negociar con los republicanos y rechazó a los políticos más radicales de su propio partido demócrata. El expresidente Trump intentó algo similar, pero los constantes escándalos, la politiquería populista, y la falta de habilidades de negociación impidieron que eso sucediera.

Este plan de infraestructura que forma parte de la “Agenda para una Mejor Reconstrucción”, se añade al plan de rescate por la pandemia del COVID-19, el cual brinda una serie de apoyos a las empresas y ciudadanos para reactivar rápidamente la economía americana. La mitad de los fondos de infraestructura se destinarán a construir y remodelar autopistas, túneles y puentes, así como a modernizar varios sistemas de transporte público, aéreo y de ferrocarriles. La otra parte de los fondos serán destinados a acelerar la transición energética, a incrementar la velocidad del internet, a instalar puntos de carga en las carreteras para los coches eléctricos, a reestablecer ecosistemas, y a mejorar la calidad e infraestructura del agua. Sin duda, será la inversión pública más amplia en muchos de estos sectores. Todo esto traerá una demanda enorme de materiales y equipo para llevar a cabo dicha agenda, algo que beneficiará a muchos sectores industriales en México.

Por último, quiero terminar con una anécdota de este mismo viaje con el que comencé este columna. A mi regreso a la Ciudad de México, en la terminal 1 del aeropuerto, encontré una fila kilométrica para pasar migración. La mayor parte de la gente que esperaban en dicha fila eran extranjeros que venían al Gran Premio de la Fórmula 1. Por suerte, había una fila especial para mexicanos. Sin embargo, mientras esperaba en uno de los túneles, el cual olía literalmente a caño, no pude si no desear también tener una clase política que pudiera llegar a acuerdos para construir una mejor infraestructura aquí en México. Una infraestructura sin sesgos ni ideología. Algo así como lo que logró el presidente Biden con el apoyo de los republicanos y demócratas moderados. 

Contacto:

Dr. Jose Roberto Balmori, Director de los programas de licenciatura de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México.*

Twitter: @jrbalmori

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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