Por Michela Tindera Las alfombras rojas son raras en St. Paul, Minnesota. Pero el verano pasado, Ben Affleck, Caitlyn Jenner, la primera dama de Zambia y otros 1,500 benefactores arribaron al Saint Paul River Centre para recaudar dinero para que personas en países como Malasia, Ghana y El Salvador recibieran aparatos auditivos. Steven Tyler de Aerosmith interpretó “Dream On”, pero la estrella de la gala, sin duda, fue el multimillonario Bill Austin. Con una nube de cabello blanco, Austin se paró en el escenario, sonriendo, y agradeció a su cuarta esposa, Tani: “Me has elevado más. Me has permitido ser parte de un regalo más grande, tocar más vidas que jamás habría alcanzado solo”. Durante los últimos 50 años, Austin ha construido una fortuna estimada en 1,600 millones de dólares (MDD) con Starkey Hearing Technologies, convirtiendo lo que era una pequeña tienda en el fabricante más grande de aparatos auditivos en Estados Unidos, con ingresos estimados de aproximadamente 850 MDD. Él tuvo éxito al trabajar casi sin parar para crear y vender productos innovadores, como sus aparatos personalizados para el oído. Algunas de las personas más visibles del planeta, incluidos cinco presidentes, dos papas y la Madre Teresa, eran clientes de Starkey. Pero las nuevas ambiciones de Austin son aún más elevadas: ayudar a los pobres del mundo a escuchar. Durante los últimos 12 años, ha viajado aproximadamente 25 días al mes con su organización sin fines de lucro, Starkey Hearing Foundation, entregando aparatos a los pobres, una búsqueda que dice que fue dirigida por Dios. Es un objetivo digno: alrededor de 466 millones de personas en todo el mundo, y un tercio de los adultos mayores de 65 años, sufren de pérdida auditiva incapacitante. También es una forma en la que el CEO de Starkey, de 76 años, se transformó de un fabricante ambulante de dispositivos médicos del medio oeste en un tipo de multimillonario cosmopolita y filántropo. Pero el encomendamiento sagrado de Austin ha tenido algunas consecuencias alejadas de lo celestial en Minnesota. Durante años, el único signo consistente de su presencia en la sede de la compañía fue la estatua de tamaño real de sí mismo cerca de una de las entradas; mientras tanto se estaba codeando con celebridades como Johnny Depp y Katy Perry. Persiguiendo sus sueños humanitarios, Austin entregó las operaciones cotidianas de Starkey a un viejo colaborador de la compañía, quien fue condenada en marzo por múltiples cargos de fraude, y luego a un hijastro, a quien han llamado incalificado y han acusado de conducta sexual inapropiada. El crecimiento de Starkey se ha desacelerado. No ha lanzado un producto de gran éxito desde 2014 y está perdiendo mercado con el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA por sus siglas en inglés), que representa una quinta parte del mercado de aparatos auditivos de Estados Unidos. Estas luchas se suman a “una larga y profunda crítica de Austin como líder”, dice Paul Vaaler, profesor de derecho de la Universidad de Minnesota. “Ésta es una historia de fraude y malversación, pero también es una historia sobre un mal gobierno corporativo”. Es un ejemplo sacado de un manual de lo que puede suceder cuando un fundador intenta pasar a un segundo acto antes de cerrar el libro por completo. Sentado en una gélida sala de la corte de Minnesota el invierno pasado durante el juicio por fraude y malversación del ex presidente de Starkey, Austin, quien dijo en el estrado que una vez conoció a un ángel, no se arrepintió de lo que lo alejó de su negocio. “Hice un trato con Dios”, dijo. “Y tengo que cumplir mi palabra”. Nacido en 1942 en Nixa, Missouri, una mancha de 370 personas en el mapa de Ozarks, Austin soñaba con convertirse en el próximo Albert Schweitzer, el pastor convertido en médico misionero que ganó el Premio Nobel de la Paz. En 1961 ingresó a la Universidad de Minnesota, inspirado por los avances médicos del área, incluida la primera cirugía exitosa de corazón abierto, que se realizó en la universidad en 1952, y la promesa de un tío de dejarlo trabajar en su tienda de aparatos auditivos. Ese trabajo cambió el curso de su vida. Un día, como lo cuenta Austin, un anciano entró en la tienda de su tío. La retroalimentación de su aparato fue tan fuerte que empeoró su audición y nadie pudo repararla. Austin creó un nuevo auricular y lo ayudó a escuchar nuevamente. En 1992, las ventas de Starkey habían alcanzado casi los 200 MDD, pero una hostil separación ese año de su tercera esposa, Cynthia Dawson (Austin afirma que ella una vez le disparó con un arma, ella lo niega), engendró una demanda aún peor. Dawson alegó que Austin había prometido compartir las futuras ganancias de Starkey con ella, pero que había renegado después de conocer a su actual esposa, Tani. El jurado falló a favor de Dawson en 1998, otorgándole 62 mdd. Al menos un prestamista le mostró la salida a Starkey. Austin necesitaba un rescate rápido, por lo que llamó a su amigo multimillonario, el fallecido propietario de los Minnesota Twins, Carl Pohlad, para obtener un préstamo. La crisis de efectivo puso el estrés en una empresa que ya estaba bajo presión. Sus competidores Widex y Oticon habían vencido al resto de la industria al introducir aparatos auditivos digitales en el mercado. En el mismo año, Austin convirtió a Jerry Ruzicka en su nuevo presidente. Ruzicka había comenzado en la compañía 21 años antes como un técnico de reparaciones que ganaba 4.50 dólares por hora y se había convertido en vicepresidente de fabricación. Por esta época, Starkey finalmente lanzó una línea digital de productos auditivos. “El juego cambió, y ellos quedaron atrás. Para Jerry, él los llevó de la mano y los convirtió en una compañía tecnológica al menos al ritmo de los demás”, dice Karl Strom, el veterano editor de Hearing Review, una publicación comercial con sede en Duluth, Minnesota. Para 2006, Austin viajaba casi todo el tiempo por el trabajo de la fundación, aunque permaneció como CEO. La confianza de Austin en Ruzicka creció hasta el punto en que lo convirtió en fideicomisario de tres de sus fideicomisos personales. El estado de Ruzicka se consolidó aún más con un lucrativo contrato de trabajo de diez años que expiraría en enero de 2016. Junto con su compensación anual de más de medio millón de dólares, más una bonificación por desempeño, Austin prometió pagar a Ruzicka el 10% del valor de mercado de Starkey en el evento de muerte o discapacidad de Austin, o si fusionaba o vendía Starkey. Austin no se aisló por completo. Durante su viaje, habló regularmente con Ruzicka y Scott Nelson, el principal funcionario financiero, centrándose en varios documentos clave: informes de nómina, la línea de crédito de Starkey con sus bancos e informes de producción. Pero tampoco estaba totalmente sintonizado. ¿Estados financieros? ¿Presupuestos? ¿Auditorias? Austin dijo durante el juicio que nunca los revisó. “Si lo hiciera, si alguien alguna vez me entregara uno, no lo leería porque no sabría hacerlo”, dijo sobre los informes de auditoría. (El abogado defensor de Ruzicka disputa esto, alegando que Austin sabía todo el tiempo lo que estaba sucediendo en Starkey). Durante el verano de 2015, Austin comenzó a darse cuenta de que las cosas no eran como debían de ser en Minnesota: Ruzicka, según oyó, estaba haciendo planes para comenzar una nueva compañía en la industria cuando su contrato expirara en enero. Entonces Austin le pidió a Rob Duchscher, el director de Sistemas de Starkey, acceso a las cuentas de correo electrónico de Ruzicka y varios otros ejecutivos. Austin testificó que la búsqueda lo llevó a descubrir contratos de trabajo para ciertos empleados de Starkey que dijeron que Starkey les pagaría incluso si se fueran a trabajar para Ruzicka. “Parecía que estaba pagando por la nueva compañía al mismo tiempo que Starkey estaba siendo saboteada”, dijo Austin. Austin confrontó a Ruzicka en una sala de conferencias; la reunión fue capturada por una cámara oculta y un video de la misma se reprodujo más tarde en la corte. Austin le contó a Ruzicka lo que había oído, y Ruzicka inmediatamente lo negó. “No estoy haciendo nada en mi horario de oficina, con tu dinero o en tu oficina, te lo digo en este momento”, dijo. Pero más allá de eso, Ruzicka agregó que había “captado el mensaje” de que Austin lo quería fuera cuando su contrato terminara. “Estaba buscando que me dijeras que querías que me quedara”, le dijo Ruzicka a Austin. “No lo hiciste”. “Le prometí a Brandon que sería presidente”, dijo Austin, refiriéndose a su hijastro de 40 años, producto de su cuarto matrimonio. “No me gusta no cumplir lo que digo”. Ruzicka le dijo a Austin: “Brandon no es capaz de dirigir esta empresa. Jamás lo será. Y si crees lo contrario eres un tonto, y tú jamás has sido un tonto”. Austin despidió a Ruzicka ese día. Mientras tanto, Duchscher y otro colega se encargaron de buscar en las computadoras de Ruzicka y Scott Nelson. Fue entonces cuando encontraron un formulario de impuestos W-2 de Nelson que demostraba que había ganado más de 4 mdd en un año, muy por encima de lo que normalmente ganaban los ejecutivos de Starkey. Austin purgó los peldaños más altos de su compañía, incluidos Nelson, el vicepresidente senior de operaciones Keith Guggenberger y el vicepresidente senior de recursos humanos Larry Miller. (Ruzicka, Miller y Guggenberger presentaron demandas por separado contra Starkey en respuesta a sus despidos). Austin llamó al FBI.   En noviembre de 2015, los federales allanaron las casas de Nelson y Ruzicka. Los agentes fueron vistos por la prensa local con una computadora y cajas de documentos afuera de la puerta principal de Ruzicka. En septiembre de 2016, el Departamento de Justicia acusó formalmente a Ruzicka, Nelson, Miller y a otros dos: Jeffrey Taylor, el ex presidente de un proveedor de Starkey, y Lawrence Hagen, un ex empleado de Starkey que alguna vez vendió una compañía a Austin. Los fiscales los acusaron de conspirar para robar más de 20 mdd de Starkey y Austin al otorgar fraudulentamente acciones a un afiliado de Starkey, pagarse 15 MDD por las mismas acciones y obtener millones de dólares en préstamos falsos, bonos y compras ocultas. Ruzicka también fue acusado de robar el Jaguar 2011 que había sido el automóvil de su compañía, y Nelson fue acusado de comprar un condominio con fondos de Starkey para llevar a cabo una “relación personal clandestina” con una empleada. (Jeffrey Longtain, director de operaciones y presidente de una filial de Starkey, fue acusado por separado de presentar una declaración de impuestos falsa en marzo de 2017, se declaró culpable). Con Ruzicka fuera, Austin eventualmente entregó las riendas a su hijastro Brandon Sawalich, quien se convirtió en presidente de la compañía en julio de 2017. Sawalich había comenzado en Starkey a los 19 años. Para 2010 se había convertido en vicepresidente senior. Pero a pesar de su ascensión, las críticas a Sawalich abundaban. En una entrevista con agentes del FBI, el ex oficial técnico principal Tim Trine dijo que Sawalich tenía “poca capacidad de atención” y que no tenía la “experiencia tecnológica” para dirigir la empresa. Después de declararse culpable en diciembre de conspiración para cometer fraude, Nelson testificó que Sawalich consiguió que la compañía pagara una variedad de gastos personales hasta aproximadamente 2011, entregando facturas por una pista de patinaje sobre hielo, un gallinero, servicios de jardinería, guarderías para perros e incluso limpieza de tanques de peces. Nelson también dijo que Sawalich organizó una fiesta para su cumpleaños 40 en la casa de George Washington en Mount Vernon, en Virginia, y Starkey pagó la cuenta. Sawalich también ha sido acusado de acoso. “Tenía que advertir a las representantes de [ventas] cuando venían ‘Puede que [Sawalich] coquetee contigo. Entonces, cuando lo veas venir, ve por la otra dirección. Solo sal de la habitación’”, recuerda Michael Schmit, un ex director de ventas regional. Una ex empleada dijo a Forbes que cuando era nueva y se hospedaba en un hotel cerca de la sede central, Sawalich la invitó varias veces a tomar algo después de las 10 p.m. Una ex empleada de Starkey presentó una demanda acusando a Sawalich de agredirla sexualmente en una habitación de hotel después de una fiesta de Starkey en la casa de Austin en 2001; ella tenía 21 años en ese momento y fue despedida de su trabajo en el departamento de servicio al cliente cinco días después del encuentro. Sawalich negó las acusaciones, y la demanda cesó en 2003 luego de un acuerdo extrajudicial. Nelson testificó en el juicio de 2018 que Sawalich tenía una reputación de ser un “acosador en serie” de empleadas y que trató de obtener aumentos para algunas de las mujeres con las que se había acostado y embarazó a una de sus empleadas. El eterno presidente de Starkey fue acusado recientemente de múltiples cargos de fraude y enfrenta hasta 20 años en prisión. A través de un vocero, Starkey niega las acusaciones contra Sawalich, afirmando que eran “falsas y que no tienen corroboración” y que fueron hechas en un intento de distraer al jurado. Sawalich, que no testificó en el juicio, no hizo ningún comentario sobre la historia. El juicio de Ruzicka y los otros tres comenzó en enero de este año. En total, más de 30 testigos fueron llamados durante seis semanas. Justo antes de que terminara el juicio, el tribunal determinó que Austin había proporcionado un testimonio falso cuando discutía el contrato laboral de Ruzicka. El juez escribió que las declaraciones falsas de Austin “pueden sugerir al jurado que Austin sabía más sobre el contrato de Ruzicka —y quizás otros negocios de Ruzicka— de lo que sugería su testimonio”. Austin no fue acusado de perjurio, pero las declaraciones de su testimonio tenían que ser eliminadas del registro. Aún así, en marzo el jurado encontró a Ruzicka culpable de 8 de 25 cargos y a Taylor culpable de 3 cargos. Ambos podrían enfrentar hasta 20 años de prisión. Miller y Hagen fueron absueltos. Mientras el drama legal se ha prolongado, Starkey ha perdido el equilibrio. La participación de mercado de la compañía cayó del 24% en 2014 al 16% en 2017, según un analista de Bernstein Research. Según las encuestas de UBS realizadas a más de 2,600 audiólogos entre octubre de 2016 y diciembre de 2017, los aparatos Starkey fueron los más devueltos por los clientes. Más litigios podrían estar en el horizonte. Mientras que Austin posee personalmente un estimado del 93% de Starkey, el 7% restante es propiedad de los empleados a través de un ESOP [plan de propiedad de acciones del empleado]. Esos empleados podrían demandar a Austin y Ruzicka, que eran los dos fideicomisarios del ESOP, alegando que dañaron el valor de las acciones. “Si fuera un abogado que buscara clientes, esto sería atractivo”, dice Corey Rosen, fundadora del Centro Nacional para la Propiedad de los Empleados. No parece que se hayan presentado demandas todavía. Mientras tanto, Ruzicka no retrocede. Su abogado presentó en abril un nuevo juicio, citando el “perjurio” de Austin y la mala conducta del fiscal. Starkey ha contratado a nuevos ejecutivos, incluido un jefe de operaciones de GE Healthcare y un jefe de tecnología de Intel. Planean lanzar una nueva línea de aparatos auditivos este verano que usarán sensores integrados para rastrear actividades físicas, al igual que los aparatos de Fitbit. Pero mientras Sawalich siga liderando la compañía y Austin esté viajando por el mundo, no hay nada que impida que la historia se repita.

 

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