Tras uno de los momentos de mayor complejidad y fragilidad en la historia de la humanidad, elementos como la fortaleza, el recogimiento, pero sobre todo el aprendizaje colectivo nos han hecho salir adelante. Vivimos tiempos desafiantes, en donde más de uno nos hemos cuestionado las razones y los motivos que nos llevaron a no perder la calma y cultivar un temple necesario. Incluso le preguntamos al de al lado y a nosotros mismos: “Y a ti, ¿qué te hace continuar?”

Dicho temple se ha traducido también en una empatía nunca antes vista, en un trabajo en equipo claro y en un apoyo mutuo sin precedentes: al comercio local, a los amigos en necesidad, o a las personas que requerían compartir recursos sin importar nuestro vínculo con ellas. También han sido meses de un uso más eficiente del tiempo, pero sobre todo de la revalorización de aquello que le da sentido a nuestra vida. 

“Y a ti, ¿qué te hace continuar?” Nos preguntamos varias veces estos días de incertidumbre, encontrando que esos pequeños detalles son la suma de una felicidad mayor: procurar a nuestra pareja, hacer sonreír a nuestros amigos cuando sentíamos que ya no podíamos más, recargar el hombro en el otro para descansar un poco de todo el ruido. Seguir en el camino es un motivo en sí mismo, una revolución que inspira e impulsa cada vez más. 

Hoy más que nunca, quien ha estado para ti sin dejarte a medio camino no sólo merece nuestra confianza, sino también toda nuestra reciprocidad y compromiso con aquello que nos ha unido siempre: ser felices.

Regresar a nuestras dinámicas esenciales, volver a ver otro amanecer, oler el café y comenzar un reto nuevo a la vez. Estos tiempos nos empujaron a tomar un respiro y a vernos a nosotros mismos, y eso también forma parte de la búsqueda incesante. “Y a ti, ¿qué te hace continuar” Preguntamos como una suerte de mantra sobre el cual descansa el desconocimiento futuro. Por ahora, regresar juntos, más inspirados y enfocados que antes. “Tengo un camino, tengo un motor” Respondemos con la certeza que tienen los que saben que estar vivos y dispuestos es volver al ruedo. 

Para todos los que no contaron los días, sino que hicieron que cada día contara, el regreso es una victoria en sí misma, un tesoro y un nuevo amanecer a la vez, uno quizás más luminoso, mejor. El placer de vivir es equiparable a la satisfacción de volver a conducir, tomar el volante y emprender el camino a donde queremos llegar. “No tengo destino, tengo un motor”. Nos decimos con la alegría de volver y saber que juntos haremos de nueva cuenta cosas inimaginables, convirtiendo lo complicado en algo realizable y lo sencillo, en algo hermoso. 

Tecnología

En este sentido, compañías como BMW saben que la paciencia y el temple son y han sido una labor mutua, recompensada con una máxima: no importan las dificultades, si sabemos a dónde queremos llegar, el resto del viaje será un regalo. Siempre. “Y a ti, ¿qué te hace continuar?” A nosotros, volver a verte de regreso. 

 

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