Reuters.- En 1993, elegido legislador por tres años, Jair Bolsonaro proclamó en la tribuna de la Cámara de Diputados de Brasil su nostalgia por la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.

“¡Sí, estoy a favor de una dictadura!”, aseguró Bolsonaro, un capitán retirado del Ejército, ante la atónita mirada de muchos legisladores, algunos de los cuales se habían unido a grupos guerrilleros para luchar contra la junta militar. “¡Nunca resolveremos los graves problemas de la nación con esta democracia irresponsable!”.

A pesar de una disminución de última hora en las intenciones de voto, Bolsonaro, de 63 años, fue elegido el domingo como presidente de Brasil en una segunda vuelta en la que se midió con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

Desde que entró en la política, el exalumno de la Escuela Militar de Águilas Negras ha pertenecido a nueve partidos. Pero aunque ha revoloteado de una parte a otra, siempre ha sido muy consistente en sus ideas.

Su mensaje es claro: el país va cuesta abajo y sólo un gobernante con puño de hierro puede salvarlo del desastre. Y está resonando entre miles de brasileños desanimados por el creciente nivel de delincuencia, una economía moribunda y una corrupción política arraigada.

Actualmente hay alrededor de 13 millones de desempleados en Brasil. La tasa de desempleo ha fluctuado entre 12% y 14% desde 2016. El crimen se ha disparado y la violencia generada por las drogas ha alcanzado todos los rincones del país. El año pasado se produjeron casi 64,000 asesinatos, una cifra récord.

¿Criminales violentos? Bolsonaro dice que hay que dispararles a todos. ¿Enemigos políticos? También a ellos. ¿Corrupción? Un golpe militar drenará el pantano si el sistema judicial no lo hace, afirma. ¿La economía? Quiere privatizar las empresas estatales para mantener alejados a los empresarios y a los políticos corruptos.

“Hace poco recibimos la llamada del presidente de los EUA, @realDonaldTrump nos felicita por esta elección histórica! Manifestamos el deseo de acercar aún más estas dos grandes naciones y de avanzar por el cambio de la libertad y la prosperidad!”, tuiteaba el ganador de las presidenciales.

 

¿Racista, homófobo y misógino?

Muchos brasileños están haciendo sonar las alarmas sobre los puntos de vista autocráticos de Bolsonaro, aparentemente compartidos por su recién elegido vicepresidente, el general retirado del Ejército Hamilton Mourao.

También ha habido algunas “salidas” verbales del candidato del Partido Social Liberal (PSL) denunciadas como racistas, homófobas y misóginas. “No te violaré porque no te lo mereces. Eres demasiado fea”, le dijo una vez a una congresista.

En la revista Playboy en 2011, confesó que no podría amar a su hijo si fuera homosexual y que preferiría que “muriera en un accidente”.

Pero sus partidarios señalan que el estado actual del país requiere la llegada de un hombre fuerte, decidido a combatir la corrupción y el crimen.

En este último tema, ante la creciente delincuencia, muchos brasileños están encantados con su promesa de facilitar la posesión de armas para los ciudadanos comunes. A los empresarios, en tanto, les gusta su reciente adhesión a la economía de libre mercado.

Muchos jóvenes están cautivados por las críticas mordaces que hace a sus rivales en las redes sociales. Las encuestas muestran además que Bolsonaro está bien visto entre las votantes mujeres, a pesar de que muchos lo han calificado de misógino.

Los evangélicos, que constituyen una cuarta parte del electorado, no ocultan sus simpatías por Bolsonaro, un católico que ha prometido eliminar las clases de educación sexual, derogar los derechos de los homosexuales y frustrar cualquier intento de aliviar las estrictas leyes de aborto.

En sus primeras declaraciones el domingo por la noche luego de haber obtenido la mayoría de votos, anunció que gobernaría la cuarta democracia más poblada del mundo basado en la Biblia y la Constitución.

Foto: Cortesía Gustavo Lima.

“Trump tropical”

Algunos incluso ven que haber sobrevivido a un reciente ataque con un cuchillo, que casi le cuesta la vida en un acto de campaña, es una señal de que Bolsonaro, cuyo segundo nombre significa Mesías, fue enviado por Dios para guiarlos.

Otros lo ven como la única opción para evitar el retorno al poder del Partido de los Trabajadores (PT), cuyo fundador, el expresidente Luiz Inácio Lula de Silva, cumple una condena de 12 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.

Gilson Barbosa Silva, de 18 años y quien proviene de un violento distrito de Sao Paulo, confesó antes de las elecciones que su disgusto con el PT es tal que votaría a regañadientes por Bolsonaro. “Las opciones son deprimentes… (pero) él es la única opción nueva”, dijo el joven.

Carlos Melo, politólogo de Insper, una de las principales escuelas de negocios de Sao Paulo, sostuvo que Bolsonaro capitalizó hábilmente una polarización que se ha profundizado con la caída de Lula. “Las raíces de su apoyo están en la radicalización política que ha florecido en Brasil”, aseguró Melo. “Jair Bolsonaro es un símbolo de esta transición”.

Algunos expertos califican a Bolsonaro como un “Trump tropical” debido a su gran cantidad de seguidores en las redes sociales, su actitud agresiva y sus múltiples matrimonios. Steve Bannon, el gurú de la campaña del presidente de Estados Unidos, fue uno de los asesores del candidato ultraderechista brasileño.

Pero expertos políticos de Brasil, donde la democracia plena ha sido la excepción a una sucesión de regímenes autoritarios en el siglo pasado, dicen que Bolsonaro es una creación única surgida a la larga sombra de la dictadura más reciente del país.

Bolsonaro, hijo de un dentista sin formación profesional, celebró su noveno cumpleaños pocos días antes del golpe de 1964. Optó por el servicio militar y en 1977 se graduó en la Academia Militar de las Agujas Negras, la principal escuela de formación de oficiales del Ejército brasileño.

Su carrera militar no fue distinguida y dejó el Ejército con el rango de capitán.

En 1988 se convirtió en concejal en el municipio de Río de Janeiro, bajo la bandera del Partido Demócrata Cristiano. Dos años más tarde ganó un escaño en el Congreso.

“Dios me llamó a esta carrera”, afirmó Bolsonaro al aceptar la nominación de su partido. “Mi madre me dio el segundo nombre de Mesías. Pero solo yo no seré el salvador del Brasil. Lo salvaremos todos nosotros, juntos”.

Jair Bolsonaro en 1986. Foto: Cortesía Luiz Pinto.

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