Esta es la nueva arena virtual para debatir, incidir, participar y activar a la sociedad respecto de los temas, noticias, partidos, procesos electorales, líderes y organizaciones políticas. Por lo tanto, resulta muy atractivo como un mecanismo de propaganda para los gobiernos en crisis, autoritarios, demagogos, mesiánicos y populistas.

Los bots; (cuentas, identidades y perfiles duplicados, piratas, sustitutos o falsos generados artificialmente en las redes sociales) son los protagonistas de campañas de comunicación cuyos usos electorales y propagandísticos pueden ir desde la defensa, apoyo, confusión, incidencia e influencia hasta el acoso de los adversarios y fuerzas sociales antagónicas.

Diversos estudios estiman que entre el 35 y hasta el 52% de los usuarios de redes sociales podrían ser falsos (dependiendo de la coyuntura y el uso); del 9 al 15% de las cuentas están automatizadas y soportadas por inteligencia artificial; entre el 55 y el 60% de todos los mensajes, posts, enlaces y materiales en línea fueron difundidos por cuentas de bots y todavía peor, casi el 80% del tráfico de “notas políticas” fueron difundidas, amplificadas o reenviadas por perfiles artificiales.

Además del dispendio de recursos públicos que esto representa, esta formato ruin y perverso es una amenaza a la democracia y es el soporte de estrategias electoreras anticipadas; popularidad inflada, pagada y falsificada; desinformación, manipulación, alineamiento, así como el ahogamiento y la cancelación del debate ciudadano (real y humano). Entre los usos más frecuentes de este mecanismo están:

  1. Bots Fans. El objetivo es detonar popularidad, apoyo y preferencia; inflar el número de “seguidores” ciegos y devotos de un funcionario público mediocre buscando un efecto de “arrastre” para distraer a la gente con banalidades y argumentos de telenovelas. Los Botmasters (administradores) difunden en sus botnets (redes y grupos) halagos, generando tráfico hacia estas emisiones.

Los bots se aderezan con personalidades, actitudes y hasta fotos que atraigan la atención: la chava sexy, el cuate cool, el intelectual de pacotilla, artistas desempleados, lXs “expertXs”; si ellos siguen y apoyan al gobierno, hay que subirse a la tendencia (ir con la masa).

Con base en el número de “fans” se pretende también simular la vigencia de movimientos de apoyo social, inflar la efectividad de los programas y proyectos de gobierno y suplantar “sondeos” que soporten una imagen positiva del gobierno.

De la misma manera, se cuestiona y se trata de generar una sensación de aislamiento y escasa participación en los usuarios reales que no reciben comentarios favorables en sus opiniones políticas. La meta es ahogar, callar, suprimir, silenciar las fuerzas de avanzada, rebeldes, criticas, progresistas y revolucionarias.

  • Bots Amplificadores. En este caso, los bots se orientan a dar apoyo inmediato a las declaraciones de entrevistas y conferencias. Se trata de un mecanismo para prevenir o atenuar una crisis de comunicación, proteger a funcionarios corruptos, comentarios que reiteran el discurso populista, apuntalan las cifras oficialistas y las “traducen; matizan, amplifican o popularizan”. No pienses, no exijas, no hagas olas, alinéate, confórmate.

Para diseñar y simular bots con esta aplicación se llegan a utilizar nombres, ocupaciones y características que imitan los dichos y gustos cotidianos, disfrazados de gente “sencilla”, “de pueblo”, “humilde” que empatice y coincida con el léxico, nivel educativo y preferencias de las audiencias objetivo.

Los grupos de actores digitales desvían el foco de atención; confunden y distraen de lo verdaderamente relevante los temas de políticas públicas. Por ejemplo, el manejo de la pandemia se convierte en historias de “héroes” y “datos irreales”; ocultando compras y contratos para reducirlo a un melodrama de polémicas, excusas y recriminaciones.

  • Bots Acosadores. Su función es el ataque frontal, la provocación y el hostigamiento a lXs líderes de opinión y adversarios políticos. Las agencias pagadas por el gobierno bombardean con insultos, rumores, etiquetas, opiniones contrarias y cuestionamientos a los medios, canales e influencers que critican, exigen resultados, denuncian la corrupción o demandan acciones eficientes del gobierno.

Además de reforzar a sus bases y motivarlas a salir en defensa del régimen, en los extremos llegan a encontrarse diseños al estilo “bad hombres”; fotos de violencia, radicalismo y oscurantismo para reforzar la intimidación y el acoso a los activistas contrarios.

El mensaje que se pretende hacia la sociedad es que es mejor callar, aguantar y no decir nada, por que existe el riesgo de estas agresiones, buscando que no participen y que al momento de acudir a las urnas también se abstengan.

  • Bots Infiltrados. Estos bots se utilizan como seguidores aparentemente “neutrales” e inofensivos cuya misión es detectar la red social de los líderes contrarios, logran la aceptación y empatía dentro de un grupo que sirve para moderar y “suavizar” la crítica al gobierno.

Se suele utilizar identidades “regulares”, humanistas, nada en los extremos, complexión, edad, estatura, ingresos, educación “medianas, típicas, regulares”; la culpa es del pasado, nos dejaron un desastre, no hay que ser tan groseros, rectificar, perdonar, seamos pacientes y piadosos con el gobierno. El precio de los bots políticos sigue a la alza; ni el marketing político, las políticas públicas ni la lucha electoral operan sin ellos, en una próxima entrega más sobre ellos.

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