Comencemos por hacernos la siguiente pregunta: ¿qué porcentaje de la población consigue de manera efectiva conseguir el balance de consumo diario de calorías vs. la quema de ellas?

El estilo de vida ajetreado que llevan las nuevas generaciones es en ocasiones una limitante para dedicarle tiempo a otras rutinas fuera de la oficina o áreas de trabajo: actividades como caminar, practicar deportes, preparar alimentos saludables e inclusive la falta de ánimo y gusto por consumir opciones equilibradas son factores que afectan sin lugar a dudas nuestro balance energético.

“El estado de equilibrio del individuo es esencial para alcanzar una vida próspera y saludable. Una correcta alimentación e hidratación no puede dejarse de lado para la consecución de estos objetivos”.

El balance de energía es clave para mantener un peso saludable, y esto se puede lograr con una dieta basada en el equilibrio, variedad y moderación, en donde es posible consumir todos los alimentos y las bebidas, sin dejar de lado la práctica de actividad física regular.

La piedra angular

Para la mayoría de las personas, cuando la cantidad de calorías que ingresa en el cuerpo es igual a la cantidad de calorías que egresa, el peso permanece estable, lo cual es una condición deseable en los adultos con un peso saludable. Pero cuando el consumo excede habitualmente el gasto, aumenta el peso del cuerpo. Y cuando se queman habitualmente más calorías de las que se consumen, se pierde peso.

Resulta imprescindible comprender las necesidades particulares de energía de nuestro cuerpo, y considerar que nunca serán las mismas, ya que existen diversos factores que influyen en ellas. Cada uno de nosotros debe estar al tanto de los mensajes que nos envía el organismo, detectar qué nos hace bien, qué alimentos tardamos más en procesar, lo que podemos rechazar y los hábitos positivos que nos ayudan.

Mantener una variedad en el consumo de los alimentos con la finalidad de tener acceso a todos los nutrimentos (vitaminas, proteínas, hidratos de carbono, grasas y agua) que el cuerpo humano requiere, además de cuidar las cantidades y porciones que se consumen, es la recomendación esencial que nos invita a seguir el doctor Guillermo Meléndez, investigador del Hospital General de México y especialista en Nutrición Humana.

“Cada vez que ingerimos alimentos la temperatura corporal se incrementa, en el caso específico de los niños, durante su etapa de crecimiento y hasta la entrada de la adolescencia, está implicado un gasto energético per se. Por esta razón y con mayores consideraciones en la edad adulta, hay que ser muy cuidadosos entre la ingesta de calorías y el gasto, porque es un hecho contundente que cuesta más trabajo gastarla que consumirla”, subraya el especialista.

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Conoce los 3 componentes del gasto energético

1. Metabolismo basal MB. Se refiere al recambio de sodios y potasios como mantenimiento de las funciones vitales, algunas de ellas prácticamente imperceptibles.

2. Actividad física AF. Es el movimiento mecánico de los órganos y músculos desde el reposo hasta la actividad física extenuante.

3. Acción dinámica específica de los alimentos ADE. Este concepto está relacionado con la digestión, absorción, distribución, excreción y almacenamiento de los nutrientes, así como con la síntesis de las proteínas.

Los pequeños hábitos de todos los días como la frecuencia, cantidad de alimentos y bebidas que consumimos, el uso de escaleras en lugar del ascensor, así como el control de peso y rutinas de ejercicio básico, pueden tener un fuerte impacto positivo en el peso corporal y en la salud a largo plazo. Tómalo en cuenta.

 

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