Cuando vamos a la practicaja de un banco, muchos nos desesperamos mientras la persona que está frente a nosotros lleva más de tres minutos realizando una operación bancaria. Nos resulta una eternidad que alguien demore tanto haciendo depósitos, retirando su efectivo o efectuando pagos de servicios. Pero tal vez estemos olvidando que esos minutos antes eran impensables y todo sucedía quizás 10 o 20 veces más lento.

Si regresáremos “la película” de nuestros recuerdos podríamos ver esos primeros cajeros automáticos, en los que nos resultaba asombroso acceder a nuestro dinero en un horario fuera de la operación de una sucursal. En la actualidad, los cajeros automáticos y las practicajas forman parte de nuestro día a día, sin embargo han pasado décadas enteras de desarrollo tecnológico para refinar un servicio que hoy nos libera de filas eternas y horas perdidas.

Pese a que 1939 se inventó la primera versión de una caja que realizara operaciones bancarias de forma automática, no fue sino hasta 1960 que se creó el primer cajero automatizado con clave personalizada (NIP), en el que se podían cambiar los cheques.

Las tarjetas de plástico le dijeron adiós a los cheques, y la velocidad entre operaciones mejoró sustancialmente en Europa hacia finales de la década de los sesenta. Mientras los cajeros automáticos perfeccionaban su eficiencia a pasos lentos pero sustanciales, en México llegó el primero sino hasta 1972. Desde entonces hemos visto cómo se accede a más servicios y funcionalidades en los cajeros, pero sobre todo cómo la gente comenzó a usarlos como parte diaria de su vida, haciendo la mayoría de las transacciones básicas, a través de la automatización.

Con la practicaja se pueden realizar pagos en efectivo a cuentas de cheque, o ahorro. También recibe pagos en efectivo a tarjetas de crédito y de socios comerciales, así como el pago de muchos de los servicios más frecuentes (luz, teléfono, tiendas departamentales, etc).

Vemos con normalidad que tengamos a nuestra disposición todo el año y a toda hora, una suerte de extensión de los servicios que nos brinda nuestro banco. Sin embargo, quienes han visto esta evolución recuerdan aquellos días en que las operaciones tenían que realizarse a mano, con una noción distinta del tiempo y los procedimientos. Ese salto cuántico a nuestros días está hecho de seguridad, rapidez y precisión.

En materia de blindaje y servicio, los bancos continúan en una búsqueda por perfeccionar el funcionamiento óptimo de las practicajas. El objetivo hoy es que cada vez más usuarios volteen a ver el beneficio sustancial de usarlas. ¿Qué seguirá mañana?, ¿una practicaja virtual?, ¿transacciones con el pensamiento? La tecnología avanza diez veces más que antes, y con ello también nuestra noción del tiempo.

La evolución del cajero automáticos, desde aquel armatoste pegado a la pared del banco que cambiaba cheques de forma inexplicable hasta la practicaja que recibe el depósito de nuestros pagos, ha sido parte de este contexto y realidad que mantiene un dinamismo en el sistema financiero nacional, en detrimento de la comodidad del usuario. Parece cosa de todos los días, pero han sido más de 70 años de evolución. ¿Lo habías pensado? 

 

 

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