Las dos guerras más internacionales, la de Ucrania y la de Israel y Gaza, alteraron el habitual equilibrio de fuerzas mundial y unos actores cada vez más relevantes, los países BRICS, pugnan por una nueva vía para abordar conflictos en contraposición a Occidente.

El grupo de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) dio el pasado agosto en su cumbre de Johannesburgo un paso histórico al admitir como nuevos miembros a Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Argentina, aunque el nuevo presidente electo argentino, el libertario Javier Milei, se opone a entrar por creer que el bloque está dominado por “comunistas”.

El grupo quiere ganar influencia y poder remodelar la gobernanza global hacia un orden mundial “multipolar” que coloque las voces del Sur Global en el centro de la agenda política, pese a que su diversidad le hace incurrir a veces en contradicciones internas.

China apoyó especialmente la ampliación de los BRICS, que buscan más peso en las instituciones internacionales, hasta ahora dominadas por Estados Unidos y Europa.

Esa pujanza por una voz propia alcanzó a conflictos como los de Ucrania y Gaza.

En la cumbre del pasado agosto en Johannesburgo, los BRICS apoyaron propuestas de mediación para poner fin al conflicto entre Rusia y Ucrania; y el presidente ruso, Vladímir Putin, agradeció los esfuerzos del bloque para buscar una solución pacífica a la guerra, de la que responsabilizó a Occidente.

El pasado 21 de noviembre, el grupo exigió en una cumbre extraordinaria virtual una “tregua humanitaria, duradera y sostenida que conduzca al cese de las hostilidades” entre Israel y el grupo islamista Hamás en Gaza.

El bloque reafirmó que “una solución justa y duradera al conflicto palestino-israelí solo puede conseguirse por medios pacíficos”, y abogó por la creación de dos Estados, Israel y Palestina.

India es la “oveja descarriada” del grupo con posiciones divergentes dentro del bloque que se alinean más con los intereses de esta potencia nuclear que busca más influencia en el indo-pacífico frente a su rival China.

La ausencia del primer ministro, Narendra Modi, en la reunión virtual de noviembre pasado, para discutir el conflicto Israel-Hamas resaltó la postura contracorriente de India, que se ha abstenido de pedir explícitamente un cese al fuego de las fuerzas israelíes.

La actitud de India, que tampoco condenó el ataque ruso a Ucrania, se alinea esta vez con la postura de Estados Unidos, y tiene de contexto la sólida amistad que Modi y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se han declarado públicamente.

Si bien las nuevas adhesiones fortalecen la alianza, nuevos miembros más alineados con China debilitarían el intento de India por impedir que los BRICS sirvan para desarrollar la agenda geopolítica de Pekín.

“La India era la única ‘vocal’ del grupo, y por eso estaba siempre en el centro, ¡pero ya no!”, resaltó a EFE Sanjaya Baru, exasesor del primer ministro de la India (2004-08), que se refiere a cómo las nuevas membresías están cambiando al grupo.

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BRICS como opción alternativa para enfrentar los conflictos a nivel mundial

Brasil es probablemente el país de los BRICS que más esté pugnando por mantener una voz propia en los grandes conflictos, en un difícil equilibrismo con el que trata de guardar distancias entre la posición de las potencias implicadas en las hostilidades.

Esta posición, que sigue la línea histórica de la diplomacia brasileña, ha generado críticas por parte de sus tradicionales aliados occidentales.

Tanto Estados Unidos como algunos países europeos han acusado al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, de servir de altavoz a los intereses de Moscú cuando ha defendido la paz en Ucrania, a pesar de que el país condenó la invasión rusa.

De momento, la influencia de Brasil en los círculos donde se toman decisiones políticas de calado continúa siendo muy limitada.

Como muestra, su idea de formar un grupo de países mediadores en la guerra en Ucrania fue ignorada por los principales actores del conflicto y también naufragaron las resoluciones presentadas por Brasil al Consejo de Seguridad de la ONU para detener la guerra entre Israel y Hamás.

Uno de los nuevos miembros del bloque, Irán, parecía más aislado que nunca a causa de las protestas que han sacudido el país, su acercamiento a Rusia y la parálisis de las negociaciones nucleares.

Sin embargo, el ingreso del país en los BRICS supuso un alivio a ese aislamiento y un éxito para el Gobierno iraní, aunque con limitaciones.

“Irán no se ve más y más aislado. Despierta esperanzas en términos políticos”, dijo a EFE el analista Sasan Karimi, acerca de la entrada del país en el grupo.

Cercano a Moscú y Pekín, Teherán busca en los BRICS aliados para levantar su mermada economía, golpeada por las sanciones de Estados Unidos, y apoyos para hacer frente a lo que considera el “imperialismo” estadounidense y occidental.

En el aspecto político, el alcance es limitado dado que no todos los miembros del grupo comparten la postura geopolítica de Teherán.

Esto se vio en la reunión extraordinaria virtual de los BRICS en noviembre, en la que el presidente iraní, Ebrahim Raisí, pidió a los demás mandatarios que declaren a Israel como un régimen terrorista por la guerra en Gaza,  algo que no ocurrió.

Con información de EFE

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