TAPACHULA, México | Reuters.- Una caravana de miles de migrantes hondureños a la que el presidente Donald Trump vetó el ingreso a Estados Unidos se congregó el domingo en la ciudad fronteriza de Tapachula, en el sur de México, y sus miembros instalaron campamentos improvisados en espacios públicos bajo una intensa lluvia. Los migrantes, agotados tras una caminata de una hora a pie desde la frontera con Guatemala, ignoraron la mayoría de las ofertas de la policía para abordar los autobuses que se dirigían a un refugio debido a las sospechas de que podrían ser deportados. Los miembros de la caravana han desafiado las amenazas de Trump de que cerrará la frontera entre Estados Unidos y México si continúan avanzando, así como las advertencias del gobierno mexicano de que se arriesgan a ser deportados si no pueden justificar la búsqueda de asilo en ese país. La caravana partió la semana pasada desde San Pedro Sula, Honduras, y fue creciendo a medida que avanzaba por territorio guatemalteco hacia el norte. En el sur de México, la policía con equipo antidisturbios observó el domingo la llegada de la caravana que partió temprano desde Ciudad Hidalgo a través de una carretera, pero no impidió su procesión. Entre la multitud que caminaba hacia el centro de Tapachula estaba Roger Pineda, un hondureño de 16 años.”Sólo quiero encontrar algo de comida y un lugar para dormir”, dijo, y explicó que se unió a la caravana la semana pasada con cinco miembros de su familia y un grupo de amigos de la violenta ciudad de San Pedro Sula. “Espero que Trump nos permita llegar al otro lado”, agregó. En Guatemala, medios locales informaron que alrededor de 1,000 migrantes viajaban hacia el norte en ruta hacia la frontera con México. Una gran fila de personas marchó bajo un sol abrasador mientras un helicóptero militar daba vueltas en círculos sobre sus cabezas. Muchos migrantes dijeron que estaban huyendo de una combinación de violencia, pobreza y corrupción en América Central. Varios dijeron que se sentían más seguros avanzando en un grupo grande que individualmente o en grupos más pequeños, y por tanto más vulnerables. “Vamos a pasar, vamos a continuar si no nos detienen”, dijo el hondureño Jaffe Borjas, de 17 años, mientras caminaba junto a un amigo de la infancia al frente de la fila gigante que se extendía por la carretera hacia el horizonte. La multitud de migrantes obstruyó más temprano por momentos la carretera que va hacia el norte desde Ciudad Hidalgo, y muchos de ellos empezaron a cantar. “Aquí estamos y no nos vamos y, si nos echan, nos regresamos!”, gritó al unísono una gran multitud que marchaba bajo el intenso resplandor del sol de la mañana. “¡No somos criminales, somos trabajadores!”.   “Peligros extremos” El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, reiteró en un evento masivo en Chiapas el domingo en la tarde su apoyo a quienes llamó “hermanos migrantes centroamericanos”. “Ofrecí visas de trabajo (…) porque va a haber trabajo para los mexicanos y para los centroamericanos en nuestra patria”. “También estoy planteando al presidente Donald Trump que se pueda llevar a cabo un acuerdo para que Canadá, Estados Unidos y México inviertan en el desarrollo de sureste y de los países centroamericanos”, agregó el futuro mandatario en Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca. Desde la semana pasada Trump ha amenazado con detener la ayuda a Honduras y Guatemala, y potencialmente con cerrar la frontera de Estados Unidos con México con la ayuda de militares, si no es frenada la caravana. “Se están haciendo todos los esfuerzos por frenar que la embestida de extranjeros ilegales crucen a través de nuestra frontera sur”, publicó Trump en su cuenta de Twitter el domingo. “Las personas deben solicitar asilo en México primero y, si no lo hacen, Estados Unidos los rechazará”, agregó. El Gobierno mexicano ha dicho que registrará a los migrantes y procesará las solicitudes de asilo. Quienes omitan el proceso, se enfrentarán a la deportación, pero el tamaño de la caravana pondrá a prueba a México, que ha buscado la ayuda de Naciones Unidas para enfrentar el problema. Más de 3,400 inmigrantes hondureños han regresado a su país de origen en las últimas 48 horas hasta la tarde del domingo, según un organismo de asistencia a migrantes liderado por la esposa del mandatario hondureño Juan Orlando Hernández, Ana García de Hernández. “Hacemos el llamado de no emigrar de manera irregular, enfrentando a sus hijos a condiciones de peligros extremos”, dijo García de Hernández en un comunicado. El Gobierno hondureño también ha culpado a la oposición política en su país por alentar la salida masiva de los migrantes. Los miembros de la caravana que se encuentran en México, y que muchos observadores en la frontera han calificado como cifras “sin precedentes” o de “un éxodo”, serían miles pese a los números brindados por el Gobierno mexicano. Las autoridades de inmigración de México dijeron el domingo en la noche que habían permitido que unos 1,028 migrantes cruzaran el cruce fronterizo oficial en Ciudad Hidalgo, cerca del puente que cruza el río Suchiate, en los últimos tres días. El ritmo lento llevó a miles a cruzar el río ilegalmente en balsa o nadando hacia la orilla.

 

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