“Cuando una persona descubre realmente lo que quiere hacer en la vida, no importa cuántos obstáculos se le presenten,  lo más seguro es que terminará haciéndolo el resto de su vida sin importar cuánto tiempo tarde en lograrlo.”       Caminar por calles de la colonia Roma,  en el Distrito Federal, permite encontrar cientos de negocios muy interesantes, con ideas fabulosas y servicios de excelente calidad. Pero sobre todo, es grato encontrarse con gente emprendedora. Personas que persiguen sus sueños y que han puesto toda su confianza en las calles de esta emblemática colonia de la ciudad de México para alcanzarlos. Un ejemplo es Michel Ocampo Pliego, una mujer de 36 años, casada, con dos hijos y con una historia de perseverancia que le permitió, hace un par de meses, alcanzar uno de sus sueños: ser dueña de su propio establecimiento de repostería. Y digo establecimiento, porque lejos de verlo como un negocio, Michel ve su local como ese lugar donde desborda su entusiasmo por el arte de la repostería. Llama la atención escuchar a Michel hablar de sabores, colores o ingredientes, pues refleja la pasión que despertó hace muchos años el arte de la cocina en ella. Aunque siempre fue aficionada a la cocina, esta mujer de piel morena y agradable sonrisa descubrió su pasión por los pasteles y postres luego de acudir a pedir trabajo a una empresa de materias primas para pastelerías en Tizayuca, Hidalgo, donde vivió más de 20 años. Michel recuerda que al terminar la preparatoria, en 1994, ella ya pensaba en estudiar gastronomía, pero sus padres, doña Angélica Pliego y don Octavio Ocampo, no podían pagar la carrera, que en ese entonces era muy cara y sólo se impartía en universidades privadas en el Distrito Federal. Aun así, ella buscó opciones, como la licenciatura en Turismo en la Escuela Superior de Turismo del Instituto Politécnico Nacional. Lamentablemente tampoco pudo ingresar. En esos años, Michel aún vivía en Tizayuca, por lo que al ver frustrado su deseo de estudiar gastronomía, tomó la decisión de seguir su preparación profesional en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), donde concluyó la Licenciatura en Derecho, una profesión que nunca ejerció. Por esos años, conoció a su esposo, Héctor Iván Dávalos Guizar, con quien se casó al concluir la universidad y al que llama cariñosamente “el Güerito”. Más tarde decide estudiar una especialidad en Recursos Humanos, también en la UAEH. La idea de estudiar gastronomía persistía, pero la posibilidad era cada vez más lejana, pues para ese momento ya estaba casada y esperaba la llegada de su segundo hijo. De esta forma, Michel empezó a trabajar en el área de recursos humanos de algunas empresas hidalguenses. En una ocasión tuvo la oportunidad de ingresar a la planta de Puratos,  una compañía dedicada a procesar materias primas para pastelería, ubicada en Tizayuca. Quedó impactada al ver las cocinas donde capacitaban a los chefs contratados para promover sus productos. Luego de esa visita, Michel intentó durante un año entrar a trabajar a esa compañía. Envió varias veces su currículo sin éxito. A ella no le importaba el puesto que le dieran, sólo quería trabajar en algo que tuviera que ver con la repostería. El destino parecía jugar nuevamente en su contra, pues cuando por fin fue llamada para ser contratada en Puratos, debido al trabajo de su esposo se mudaron a la Ciudad de México. De nueva cuenta, Michel parecía alejarse de su pasión. Así, regresó a trabajar al área de recursos humanos, ahora en el Distrito Federal, pero la idea de la gastronomía no dejaba de revolotear en su cabeza, pero las oportunidades se alejaban. Todo parecía estar en contra de Michel y su pasión. Pero la buena fortuna llegó en agosto de 2010 cuando a Iván le dieron un ascenso en su trabajo. El nuevo puesto y el nuevo sueldo de “el Güerito”  les permitiría pagar los estudios de gastronomía a los que Michel no pudo acceder en su época de estudiante. Iván, sabiendo de la pasión que su esposa sentía por la cocina, particularmente por la repostería,  no dudó en pagarle la carrera. Por fin había llegado el momento de empezar a trabajar para alcanzar el sueño pospuesto durante tantos años. Unos meses después de concluir sus estudios gastronómicos y de trabajar como ayudante en una reconocida pastelería, la persistencia de Michel se vio recompensada. Don Octavio le ofreció prestarle parte de sus ahorros para que  abriera su negocio. Todo mundo ayudó; su papá, su mamá, sus dos hijos, “el Güerito”, primas y tías. Ellos apoyaron en todo momento a Michel para ir a comprar el equipamiento y también para limpiar, pintar, arreglar y decorar el local que ella decidió bautizar como Cardamomo. Ahora el Cardamomo es el refugio donde esta emprendedora, que nunca se dio por vencida, desborda su apasionamiento por la repostería. A unos meses de abrir, Michel está lista para empezar a dar empleo a dos personas y a seguir dando sabor a postres y pasteles. Si quieres probar sus pasteles, galletas o postres, además de otros bocadillos, podrás encontrarla siempre con una sonrisa en su establecimiento, en la esquina de las calles de Cozumel y Puebla, en la colonia Roma. Altamente recomendable. También puedes seguirla en su página de Facebook: https://www.facebook.com/cardamomopasteleria?ref=hl     Contacto: Twitter: @elopez_loyola Email: [email protected] Email: [email protected]       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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