Hace dos semanas el presidente electo de Estados Unidos (EU), en un discurso ante personal de la empresa fabricante de aires acondicionados Carrier, aseguró que levantaría el muro en la frontera con México y que el motivo más importante para ello, era la seguridad de su país; su programa, aseguró, tendría como objetivo no dejar pasar un solo gramo de droga. Pero aprovechó también el escenario para mandarle un mensaje a los directivos de Carrier quienes tenían contemplado traer una planta a México. Les pidió no llevar su operación fuera de EU y se comprometió a reducir el impuesto sobre la renta de 35% a 15%. Parece que su discurso logró disuadir a los empresarios y la empresa ya no saldrá del país. Esto no es casualidad, en efecto, una decisión de ese tipo afecta a nuestro país. Pero lo que Trump está buscando, entre otras cosas, es reactivar la actividad industrial de los EU, no sólo porque las empresas no crucen las fronteras hacia el sur, si no por que las exportaciones de bienes de capital y bienes intermedios de China hacia el vecino del norte, superan ya el 34% del total de las importaciones estadounidenses. Es decir, China además de haber desplazado a México, en el 2005, como el principal exportador hacia EU en bienes de consumo, en los últimos años, han ganado un mayor mercado para exportar productos de mayor valor agregado y ya no sólo cobijas, utensilios de ornato, colguijes y demás productos que en principio eran complementos del consumo estadounidense. Las exportaciones manufactureras de China hacia la región del TLCAN, representan casi el 58% de las importaciones del intercambio comercial entre los tres países del bloque económico, en el caso de México, el 32% de sus exportaciones manufactureras hacia EU, están bajo amenaza de ser sustituidas con productos chinos, revela el estudio “La nueva relación comercial de América Latina y El Caribe con China”, realizado por el centro de estudios México-China de la UNAM. El mismo estudio señala que las exportaciones de EU hacia México, pasaron de 60%, en un periodo de 13 años, a sólo 40%, mientras que las exportaciones chinas hacia México, pasaron de 6% a 23% y que contemplan los 37 capítulos principales del intercambio comercial entre México y su vecino del norte. Las exportaciones chinas hacia EU significan el 22% del total de las importaciones estadounidenses, mientras que los envíos de éste, hacia el país del Dragón, representan apenas el 7.7%. Es decir que la invasión comercial china no sólo ha desplazado a los principales socios comerciales de EU, si no también ha sustituido a la economía norteamericana como el principal jugador dentro de la región del TLCAN pues la presencia comercial china en las economías de México y Canadá, van en ascenso. Donald Trump tiene ya en la mira lo que puede significar para EU la amenaza de ser sustituido comercialmente por China en su propia casa. Renegociar el TLCAN es sólo parte de una estrategia que buscará evitar una mayor presencia del país asiático, al menos en esta región comercial. El muro, no sólo será una manera de evitar mayor migración de los países al sur de las fronteras de EU, también buscará convertirse en una barrera de entrada comercial y de seguridad para cualquier tipo de amenaza que considere importante el gobierno de Trump. Quizás el muro no sea necesariamente un ente físico en la frontera norte de México, pues las intenciones reales tal vez sean militarizar la zona ante un eventual ataque de “terrorismo” a la unión americana. La semana pasada, el gobierno de China reaccionó ante la conversación telefónica entre el presidente electo y la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-Wen, al considerarla una ofensa y falta de tacto diplomático de parte de Donald Trump. Ante ello, la diplomacia china, respondió con un mensaje directo al gobierno mexicano al ofrecerle ayuda económica y comercial en caso de que suceda la renegociación del TLCAN. Parece que el planeta se encamina hacia una nueva era de guerra fría en la que México podría convertirse en un actor importante en un escenario de crisis económica y política interna. Pese al pesimismo y percepción de tormenta para la economía mexicana en caso de renegociar el TLCAN, éste contexto podría ofrecer algunas oportunidades comerciales para nuestro país. La pregunta es si los funcionarios del gobierno mexicano se han planteado ya un escenario como el que se presenta en ésta reflexión para que México juegue un papel relevante en la construcción de su propio destino. Es cierto, la política, la economía y la diplomacia, no actúan de forma tan lineal como se describe en este texto, pero no debemos negar que detrás del nuevo orden mundial, se encuentra agazapada China continental. Ismael Jiménez Márquez es editor adjunto de Forbes Centroamérica.

 

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