Por Bruno Riga

Inteligencia artificial, Internet de las cosas, sensores, procesos automatizados. Todas estas características guían la transición de las urbes como las conocemos hacia ciudades inteligentes, espacios que ofrecerán a sus habitantes mejores condiciones de comunicación, transporte y la optimización de múltiples servicios gracias a la tecnología y construcción de una infraestructura novedosa.

Hace unos años, solo la realidad virtual y los escenarios de fantasía de las películas nos mostraban conceptos de ciudades del futuro. Edificios con paneles solares por todas partes, automóviles capaces de conducirse por sí mismos y autómatas que interactúan con los seres humanos. 

Hoy varias de estas ideas ya son realidad, forman parte de estrategias innovadoras para ampliar las capacidades tecnológicas y energéticas de las grandes ciudades del mundo.  

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Para 2050, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 68% de la población mundial vivirá en zonas urbanas. Esta estimación se basa en el desplazamiento de las zonas rurales y el aumento acelerado de la población, por el interés que genera vivir en las grandes urbes.

En retrospectiva, en 1990 solo existían 10 llamadas megaciudades (núcleos urbanos con más de 10 millones de habitantes), una cantidad muy distante a lo que se registró en 2018, año en el que se contabilizaron más de 30 repartidas en el mundo. La tendencia continúa y se prevé que para 2030 sean 43 las mega urbes del planeta, muchas de ellas establecidas en países en vías de desarrollo. ¿Hacia dónde transitarán las grandes metrópolis mexicanas? 

El caso de Chile, uno de los países latinoamericanos que más apuesta por energías renovables, sirve de ejemplo de lo que podría lograr México. En Santiago, capital chilena, la inteligencia y tecnología de Enel X suma diariamente a la descarbonización, esto gracias a la electrificación del transporte público.  

Una alianza entre el fabricante de los autobuses eléctricos locales, la empresa encargada de operar el transporte público en Santiago y Enel concretó el proyecto de intervención sustentable en el transporte popular más importante en la historia del país. Este esfuerzo es ahora un referente en la región; un plan que contempla instalación, suministro, gestión y mantenimiento de los autobuses eléctricos y todo lo referente a sus sistemas de carga. 

Santiago no contaba con autobuses eléctricos antes de esta iniciativa, que otorgó 483 unidades que son monitoreadas en tiempo real para el control inteligente de su batería. Además, se habilitaron 120 terminales de recarga y la instalación de estacionamientos inteligentes, con lo que la urbe chilena logró reducir hasta 70% los costos operativos de este medio de transporte. Mejoró la calidad del aire al disminuir las emisiones de dióxido de carbono, material particulado y óxido de nitrógeno, y también aportó a la reducción de la contaminación auditiva. 

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Los resultados impactaron positivamente en distintos sectores y, tras una nueva licitación, en 2022 Santiago de Chile recibirá la cifra histórica de 991 nuevos autobuses eléctricos, ya que por primera vez en Latinoamérica una ciudad capital añadirá más autobuses eléctricos que de diésel en sus calles. 

Otro proyecto chileno que destaca es la instalación de la primera fachada fotovoltaica en un edificio de Sudamérica, obra que será referente en arquitectura sustentable para la zona. Ubicado en Santiago, el Edificio Nueva Córdova contará con medio millar de paneles solares. Además, se instalarán en él estaciones de recarga para automóviles, bicicletas eléctricas y más.  

Aprovechar la superficie de un edificio es un giro oportuno para todas las partes involucradas: añade beneficios económicos, energéticos y medioambientales. La electricidad generada por un proyecto de esta magnitud puede ser directamente comercializada con los grandes distribuidores o emplearse en el sustento del edificio. 

En la actualidad, las ciudades acumulan 80% de consumo de energía y 75% de las emisiones de carbono en el mundo, cifras que podrían reducir con la implementación de estrategias como la electromovilidad, alumbrado público eficiente, ampliación de los sistemas de energía eólicos y más.  

Promover tecnologías urbanas inteligentes resulta imprescindible para la consolidación de las ciudades del futuro y creemos que el país tiene ante sí una oportunidad única.  

Datos del National Renewable Energy Laboratory, señalaron que el potencial mexicano para la generación de energía eólica es superior a los 40,000 MW. Si se toma en cuenta que el promedio de consumo de energía eléctrica anual por vivienda es de 3500 kW, esos 40,000 MW servirían para dotar de energía a 11,428 hogares mexicanos por año. 

Al cierre del 2020, en México solo se tenían instalados 8,128 MW de energía eólica, de acuerdo con el portal de estadística alemán, Statista.

Las ciudades del futuro pronto serán las del presente, y si México implementa nuevas tecnologías renovables en el proceso, el aprovechamiento será óptimo y los beneficios llegarán a la población en general, que podrá vivir en una ciudad que pase de la fantasía a una realidad muy próxima.

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Contacto:

Bruno Riga, Country Manager de Enel

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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