En América Latina, 80% de la población vive en las ciudades. Las urbes representan grandes desafíos en el desarrollo del espacio urbano, sobre todo potenciar las habilidades del capital humano, la competitividad, la sustentabilidad medioambiental, el clima de negocios, la inversión y el empleo.   Por Elena Crespo Las grandes ciuda­des del Caribe que aglutinan exponen­cialmente construc­ciones verticales, como Santo Domingo —con cerca de cuatro millones de habitan­tes— o Santiago —que sobrepasa el millón y medio—, exigen mecanis­mos de sostenibilidad e inclusión social para la ciudadanía, ya que el impacto en el paisaje es evidente. En Santo Domingo Este, la Ciudad Juan Bosch levantará en su primera etapa 10,000 viviendas en dos años, al precio promedio de 1 millón de pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar) cada una. En el Distrito Nacional, por ejemplo, algunos sectores que preliminarmente se concibieron en su concepto sociológico y urbanísti­co, del tipo “ciudades jardín” como Evaristo Morales, Piantini y Naco, se han cubierto con un tupido manto de grandes torres de apartamentos que dibujan un nuevo skyline con silueta, cuerpo y forma diferentes.   Smartcitizens vs. smartcities En el marco de la XXIII Cumbre Iberoamericana, con el objetivo de impulsar la innovación ciu­dadana (IC) para alcanzar una mayor inclusión social, se destacó la participación activa de ciuda­danos en iniciativas que busquen transformar la realidad social, a fin de alcanzar una mayor conexión gobierno-ciudadano, en un meca­nismo de creación proactivo desde abajo hacia arriba (bottom-up). El proceso #SmartcitizensCC surgió a raíz de la exposición Smartcitizens que la oficina de in­novación urbana, Paisaje Transver­sal, comisarió en Madrid hace poco más de un año. Se partía de una premisa clara: no hay ciudades inte­ligentes sin ciudadanía inteligente. “Queríamos plantear una visión y reflexión alternativa al discurso oficial de las smartcities (ciudades inteligentes), entendiendo que la tecnología es un instrumento para la transformación social y urbana que permite mejorar la calidad de vida en las ciudades, desde y para la ciudadanía. Consideramos que un huerto urbano es tan inteligen­te como un smartphone, en tanto espacio de relación, colaboración y transformación colectiva de la ciudad”, explica Jon Aguirre Such, arquitecto y miembro fundador de Paisaje Transversal. Bajo estas premisas reunieron 53 iniciativas nacionales e internacio­nales divididas en cuatro grandes categorías en función del papel que la ciudadanía jugaba en ellas: sen­sor, emprendedor, decisor e informador. “Es el escapa­rate que está explicando cómo funcionan algunos proyectos”, señala Bernar­do Gutiérrez, fundador de agencia de innovación ciudadana Futura Media y partícipe en el proyecto. Incluyeron desde pro­yectos meramente digitales como la plataforma de microfinanciación colectiva (crowdfunding) Goteo o pla­taformas para plantear pro­puestas ciudadanas como la española Ziudad o Datea en Perú. “Dado que somos una oficina de innovación urbana, entendimos que la muestra tendría que ir más allá y que debía insertar­se en las lógicas de la cultura libre y la transformación urbana, por lo que el primer paso fue abrir el có­digo de la exposición y la dotamos de una licencia copyleft para que cualquier persona o grupo pudiera replicarla en otros espacios como ha ocurrido en Madrid, Sevilla y Va­lencia”, señala Jon Aguirre. Las redes sociales y una gestión colaborativa entre usuarios como el CRTweet, los Hangouts de G+ o Rebel Mouse han servido para que personas y colectivos de diferentes partes del mundo hablen y com­partan conocimientos entorno a temáticas comunes. “Hemos reali­zado hangouts sobre la inteligencia colectiva en el mundo rural con gen­te de República Dominicana, Brasil, México, Francia…; sobre cooperación internacional con conexiones desde Haití, Madrid o Angola. También hemos hecho uno sobre el espacio público entre Sao Paulo y Madrid. La idea es generar el aprendizaje colec­tivo y en red que facilite el intercam­bio de protocolos y herramientas. Conocer lo que se está haciendo en diversas partes del mundo y conec­tarlo”, subraya Aguirre.   Smartcitizens en Latam El proceso #Smartciti­zensCC ha generado interés en Brasil, Colombia y Méxi­co, en donde se ha gestado el proyecto #SmartcitizensMX en Veracruz; unos talleres para plantear el desarrollo de una comunidad en torno a la Biblioteca Digital de esa ciudad. “Tuvimos una buena acogida a través de Telmex, con quien colaboramos para desarrollar #Smarticitizens­MX y posteriormente nos involucraron para desa­rrollar los talleres #DigitalMX en el evento Aldea Digital del Zócalo de Ciudad de México, en los que se elaboraron cartografías digitales ciudadanas sobre problemáticas de la ciudad”, explica el arquitecto. El laboratorio de Innovación Ciudadana en Veracruz explora ma­neras en las que potenciar infraes­tructuras abiertas para la movilidad, gestión y consumo de energía, redes ciudadanas de telecomunicaciones, redes alternativas de información y el diseño inclusivo de los entornos urbanos. En definitiva, la ciudad como un espacio abierto a todas las personas que lo habitan. “Consi­deramos que en Latinoamérica existe una conciencia positiva con relación a entender a la ciudadanía como agente de cambio y la ne­cesidad de reinventar el espacio público. Lo que pasa es que está resultando difícil concretar colaboraciones en los países de Latinoamérica para desarrollar procesos que pongan en valor esa situación y nos permitan imple­mentar estrategias de intervención en el espacio público basadas en los aprendizajes del #Smartciti­zensCC”, afirma Aguirre Such. “Siempre es una ecuación deli­cada. Si el sector privado tiene un verdadero interés en incentivar o legitimar las prácticas de lo común y las iniciativas que potencian la inteligencia ciudadana, podríamos dialogar. Lo que ocurre es que la mayoría de las marcas apenas piensan en viejos modelos de “responsabilidad social” y acaban capitalizando el capital social de las iniciativas”, apunta Bernardo Gutiérrez.   ¿Ciudadanos inteligentes en República Dominicana? En República Dominicana el mun­do rural tiene una gran impor­tancia. De hecho, según el Banco Interamericano de Desarrollo, las exportaciones en 2014 fueron de las más activas de la región por delante de Argentina y Perú. “Tal y como vimos en el hangout sobre inteligencia en el mundo rural que hicimos, en este tipo de entornos la inteligencia colectiva y las prácticas inteligentes son más habituales. Son entornos en los que la ciuda­danía y las comunidades están más acostumbradas a colaborar”, señala Aguirre. También se está apostando por las grandes infraestructuras y las nuevas tecnologías, en las que es crucial el rol de las empresas públi­cas y privadas, tanto grandes como pequeñas y medianas (pymes). Pueden colaborar con los ciudada­nos y gobiernos en el impulso de la IC, más allá de la responsabilidad social empresarial (RSE) hacia una etapa de sustentabilidad corpora­tiva basada en los shared value, donde aporten en una posición de reciprocidad con la comunidad la creación de laboratorios ciudadanos, HUBS, incubadoras sociales, entre otros. Las empresas pueden integrar las iniciativas ciudadanas en sus esquemas empresariales y su labor se enriquece con las aporta­ciones sociales. “Smartcitizens hay en todos los lados, es cuestión de buscarlos y hacerlo desde el prisma adecuado. En este sentido, nos interesa el empoderamiento de la gente en tanto que se organizan de manera colectiva para dar respues­ta a problemáticas comunes de manera creativa utilizando diversos tipos de tecnología. Muchas veces las comunidades de smartcitizens nacen para solventar carencias de su entorno o también para generar nuevas oportunidades. Las comu­nidades smartcitizens potencian la capacitación de sus integrantes y permiten resolver problemas de manera coordinada y horizontal”, enfatiza Jon Aguirre Such. “Creo que normalmente nos ob­sesionamos demasiado con lo cuan­titativo y damos poca importancia a lo cualitativo. El caso de Smart­citizens es claramente una apuesta por lo micro, por la conexión de red, por el empoderamiento, por visibilizar procesos y proyectos de calidad e interés. Yo acostumbro a decir que comunicar en la era de la red es mucho más que eso: es conectar, es trabajar en red. Visibi­lizar tantas iniciativas como hace SmartCitizens es conectar y apostar por procesos compartidos que desbordan las lógicas de marca, incluso de la política pública. Esa conexión y trabajo en red es un laboratorio de la política de lo común, que es un poco el nuevo camino deseable de la política pública”, enfatiza el periodista Bernardo Gutiérrez.

 

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