Las imágenes en Cali que incluyen bloqueos en vías, destrucción del transporte público, ataques armados desde todo bando, saqueos a supermercados, o el uso irregular y excesivo de la fuerza en un contexto donde cada noche es otra pesadilla, más allá de parecerse al temido escenario ‘como Venezuela’ (que tanto atemoriza en la región) se asemejan más al conflicto civil Sirio, donde odios históricos entre bandos se han desdibujado con el tiempo y ‘fuerzas’ beneficiadas por la guerra facilitan la destrucción entre humanos. 

En una tierra llena de industria, talento, alegría y Salsa!.. que hoy representa ante el mundo la precaria y urgente situación de Colombia que en palabras de Olmer, un chofer por aplicación de 40 años y cuatros hijos, al comienzo tenía que ver con un paro nacional que buscaba detener un proyecto de ley de reforma tributaria que le daría otro golpe contundente al 42% de personas pobres del país según el Dane.

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sin embargo, como bien apunta nuestro amigo y tras una escalada de débiles e inexpertas actuaciones de la Presidencia actual que terminaron tumbando el proyecto, las revueltas siguen y ahora se mezclan en ellas cinco ‘grupos’ buscando ‘sacar provecho’ de la misma: 

Personas que realmente viven la precariedad histórica local acelerada con la pandemia, buscando que un Gobierno percibido lejano deje de ignorarlos.

Otros que por hambre o instinto, aprovechan los disturbios para ‘abastecerse’ de los básicos hasta última tecnología. Tanto Colombianos como Venezolanos. 

Disidencias guerrilleras, que llevaron sus objetivos y estructura del campo a las ciudades, sin desproteger su ‘negocio’ con los carteles de México y Venezuela. 

‘Fuerzas oscuras de derecha’ influenciando el uso del cuerpo militares y con ellos un gobierno ‘represivo’, con Álvaro Uribe haciendo de ‘Padrino Eterno’.

‘Fuerzas oscuras de izquierda’ que utilizan las protestas para impulsarse como única alternativa para lograr justicia social, con Gustavo Petro como ‘Salvador’.

Un caldo de cultivo que diariamente termina en violencia e incrementa muertos y heridos entre población civil y fuerza pública, con dolorosas historias e imágenes desgarradoras que nutren la conversación digital y asientan posiciones, haciendo que la confrontación y polarización extrema estén a la orden del día (o un trino de distancia) desde compañeros de trabajo y familiares, hasta lo expuesto en medios nacionales e internacionales. 

Un tapiz de sentimientos expuestos por los colombianos desde las protestas de finales de 2019, que al ser exacerbados por ‘Pandemia – Confinamiento – Recesión’ consolidaron una causa en la que parece que muchos no tienen ‘nada que perder’: de acuerdo con Datexco en el país tres de cada cuatro personas están a favor del paro y se ven afectados por el mismo, cuatro de cada cinco piensa que el gobierno lo maneja mal, y un 37% espera que siga, otro 55% que termine.

Con ‘la piedra del zapato’ centrada en los jóvenes urbanos, que cada vez más engrosan las filas de los ‘Ninis’ (recuerde que 35% de la población 18 a 28 años de la región no estudia ni trabaja) y exigen un cambio sistémico, mas allá de protestar: según el Centro Nacional de Consultoría, si bien el 45% de los jóvenes colombianos entre 15 y 35 años sienten miedo por la violenta que ha desatado y puede desatar las marchas, el 72% piensa que el resultado del paro será positivo. 

Muchos ‘Ninis’, en el caso colombiano, amenazan un sistema con corte de derecha, que pierde fanaticada (de Álvaro Uribe con 80% de popularidad sólo queda el recuerdo) y ratifica su desconexión con los gobernantes actuales, sobre todo bajo la figura de un Presidente que desde su juventud y entendimiento de las industrias creativas, en vez de lograr afinidad generó una reflexión nacional sobre las diferencias entre el acceso a las elites y los que ‘guerrean’ la vida, más la importancia que tienen experiencia y valentía para enfrentar el cargo. 

Ante la ausencia de perfiles ‘fuertes’ (donde hoy Germán podría cambiar el pulso y Tomás acelerar la pérdida), la temida llegada de la izquierda Petrista se avecina en Colombia como realidad fantasmagórica y temida desde México hasta Argentina: terminar siendo la Venezuela dilapidada del régimen bolivariano.  

Así las cosas, la coyuntura colombiana contiene cuatro ‘ingredientes’ que podrían hacer que expanda fronteras latinas, y que son dignos de atención y solución urgida:

Reconocimiento del cambio en memoria histórica y necesidades de la sociedad, con una mayoría Milennial y Centennial que se rehúsan a ser ‘Ninis’. 

La urgencia de acelerar la vacunación para poder ‘calmar los ánimos’ de todos los que están pasando los peores momentos a través de reactivación económica.

La influencia de movimientos ultra izquierda / derecha para acelerar los conflictos internos no parece conspirativa y tiene ‘manos’ en toda la región.

La pobreza y corrupción Latinoamericanas son el principal problema endémico de la región. Si los políticos colombianos no fueran corruptos, no sería necesitaría una reforma tributaria.

Parece que el sistema político y su historia paga las consecuencias de sus excesos. Ojalá llegue justicia para los que necesitan tener estabilidad de empleo o continuidad en sus negocios, y las muertes e injusticias se detengan. Con Olmer estamos de acuerdo (seguro usted también) que sin importar de donde vengamos somos colombianos. Latinos. Unidos.

Contacto:

*El autor es consultor global de negocios; enfocado en consumo masivo, estrategia competitiva, innovación, y prospectiva.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Ally-shoring una oportunidad para la asociación, la diplomacia y desarrollo económico en el hemisferio occidental
Por

El near-shoring, es decir, volver a manufacturar en el hemisferio occidental, representa una oportunidad para que los Es...