Por: Eduardo Navarrete*

Prisas. Para todo son recurridas, como aliadas para sentir importancia personal por lo ocupados que estamos en la vida o para fragmentar la experiencia del momento saboteando su presencia con migajas.

“Quien tenga prisa por vivir que se dé un tiro”, dice un letrero en un templo a las afueras de Bangkok. En una cultura en la que hay mucho tránsito, pero culto a la paz, el segundo sabe que en la espera hay virtud que dignifica.

Pero basta ver las noticias para pretender usar un cubrecaras y no un cubrebocas: esto no se detiene. Lo que los alumnos de secundaria y prepa tomaron como vacaciones anticipadas, hoy parece una prueba de resistencia.

En esta esquina…

Son esos encuentros entre fuerzas fluctuantes que prometen todo, menos estabilidad, las responsables de estirar tensiones paralelas:

  • Ganas de salir vs miedo al contagio
  • Impaciencia vs seguridad
  • Restricción económica vs necesidad de esparcimiento
  • Incertidumbre vs sentido de propósito
  • Solidaridad global vs aislamiento nacionalista

Pero con cada iteración de decir haber domado la pandemia y una somera revisión de las cifras, los beneficios de haber cursado la educación primaria se hacen patentes.

No hay ingenio que una gráfica no pueda delatar. Esa confianza con la que se hizo concha para esperar que el virus impactara con mayor fuerza solo puede abonar al asombro cuando se evita lo indispensable: usar cubrebocas y conducir pruebas masivas.

Tal vez esa es la razón por que nos urge salir de esto. Porque se confunde el deseo con la realidad y no hay idea de qué mundo se quiere habitar.

Reactivar… ¿qué?

Metidos hasta el cuello en esta urgencia, las medidas sanitarias para el control de la pandemia han derivado en cambios de comportamiento en el consumo y estos, a un fortísimo impacto económico, creando un flujo impredecible en torno a cuándo reactivar la vida económica.

  • Si se relajan las medidas, el riesgo de contagio sube.
  • Si se endurecen, el impacto económico será mayor.

Pero como el mexicano no sabe contentarse con una de las dos mitades, se optó por la colorida idea de reabrir con los números al alza.

Los hubieras, como la imaginación, son un deporte, pero el aprendizaje que dejan los países que lo hicieron bien yace en la masiva campaña de pruebas a la población.

De esta forma se dejaba fuera a quien pudiera mantener viva la economía y hacía cuarentena la gente que necesitaba hacerla.

¿Una curva o una línea?

Quien piense que esta pandemia se cura sola y de manera lineal, que vaya recordando los caprichos de un zigzag.

Esta línea irregular, vista en electrocardiogramas como en tendencias bursátiles, guarda en sus entrañas la misma (y a veces trágica) característica impermanente. Por eso, de querer acelerar las oleadas de la pandemia y con ella la del confinamiento, hay tres factores a observar:

  • La efectividad de los avances en pruebas masivas y un puntual seguimiento
  • El avance en los tratamientos médicos, vacunas y su disponibilidad generalizada
  • Inmunidad en el grueso de la población

Si esto es reforzado en el nivel doméstico bajo el amparo del sentido común y la responsabilidad, habrá que hacer y no solo observar lo siguiente:

  • Mantener las precauciones de higiene hasta que se vayan relajando al parejo de las potenciales amenazas de rebrotes.
  • Las restricciones de viaje se irán aligerando en espera de que el balance entre un posible contagio y la reactivación económica se cargue en torno de esta última.
  • Las limitaciones a las reuniones masivas fluctuarán y serán las más lentas en parecerse a lo que veíamos antes de la pandemia.
  • El distanciamiento social que, a partir de haber tocado un pico, irá descendiendo gradualmente y que, como es esperado, se comporte de manera irregular con altas y bajas, acorde a la propia conducta de la población.
  • El uso del cubrebocas tendrá que ser adoptado y comunicado como un signo de respeto, sensibilidad y cuidado empático del otro.

Para acelerar la salida de esta pandemia se requiere su opuesto: paciencia. De lo contrario la extenderemos de manera proporcional a la imprudencia perpetrada.

Se espera que para el primer cuarto de 2021 esté disponible la vacuna y que en 2022 podamos ver esa nueva normalidad con los índices de alarma en sus niveles más bajos como para entonces decir que se contuvo el brote. Hasta ese momento, lo que se haga en todos los círculos de conciencia, impactará.

La naturaleza de las emergencias es acelerar decisiones, no improvisarlas ni subestimarlas. Esa es la diferencia entre querer vivir de prisa o querer vivir. Por eso saldremos de la cuarentena de manera más ágil en la medida en la que sepamos responder y no tan solo hablar o reaccionar.

Contacto:

Eduardo Navarrete es periodista, administrador público y fotógrafo. Se especializa en dirección editorial, Innovación y User Experience. Es cabeza de contenido en UX Marketing y cofundador de Mind+, arena de entrenamiento para la atención plena empresarial.*

Twitter: @elnavarrete

Instagram: @elnavarrete

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Cuidado laboral en la pandemia
Por

El año pasado, México tuvo una conquista no sólo en materia laboral, sino en Derechos Humanos cuando el Senado aprobó re...