La posibilidad de que la economía crezca más en 2014 que en el año previo es alta, pero es necesario que las fuentes de crecimiento permitan contar con una situación sostenible y no artificial, y evitar otra crisis.       Por Alejandro Rodríguez Arana*     En 2013, el desempeño económico de México fue decepcionante. El Producto Interno Bruto (PIB) apenas se incrementó en 1.1%, cifra que está por debajo del crecimiento de la población. Diversos factores explican la desaceleración de la actividad económica en México:
  • El PIB de Estados Unidos sufrió una reducción en su ritmo de crecimiento, por lo cual las exportaciones no petroleras crecieron la mitad que el año anterior (4% contra casi 9%)
  • Las cuentas nacionales muestran una caída considerable en la inversión pública, de aproximadamente 5%
  • Al menos durante los primeros meses de 2013 el retraso en el ejercicio del gasto público determinó un menor dinamismo en muchas actividades
Las perspectivas de crecimiento de 2014 parecen ser más halagüeñas. Estados Unidos podría crecer casi un punto más que el año pasado (2.8% contra 1.9%). La reactivación del gasto público en México también sería un factor a considerar para incrementar la tasa de crecimiento del PIB de nuestro país.  La evidencia hasta ahora es mixta. El indicador global de actividad económica (IGAE) creció sólo 0.9% anual en enero de 2014. Sin embargo, en febrero se observó un cambio de tendencia considerable en las exportaciones. Las no petroleras crecieron 6% en términos anuales. Todos deseamos que la actividad económica en México se recupere. La posibilidad de que la economía crezca más en 2014 que en el año previo es alta, pero es necesario que las fuentes de crecimiento permitan contar con una situación sostenible y no artificial. El gobierno federal ha lanzado un ambicioso programa de reformas estructurales. Puesto que el efecto sobre la actividad económica de estas reformas tomará tiempo, el gobierno ha decidido llevar a cabo una política fiscal que podría considerase expansiva (la política de déficit estructural) para lograr que el crecimiento comience desde ahora. La estrategia del gobierno es interesante, pero no está exenta de riesgos. Considero que la idea es que mientras hacen efecto las reformas, es posible elevar el crecimiento económico con políticas de impulso a la demanda básicamente a través de un mayor gasto público. Una vez que las reformas comiencen a surtir efecto, la fuente de crecimiento viene más por el lado de la oferta y entonces será posible retraer la demanda y volver a una disciplina fiscal más estricta. Hoy en día es posible elevar la actividad económica en México a través de una política fiscal más laxa sin generar desequilibrios demasiado grandes. La deuda pública en relación con el PIB es de alrededor de 36% y se planea aumentarla a poco más de 40% en cinco años. Esto es factible. Asimismo, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos como proporción del PIB, aunque ha aumentado (1.8% del PIB en 2013), todavía es manejable. La apuesta podría ser exitosa. Sin embargo, es necesario que el gobierno tome en cuenta las lecciones de la historia. En el pasado diversas crisis macroeconómicas se generaron por políticas de expansión de demanda que no se corrigieron a tiempo. Si en dos o tres años —a lo sumo— las reformas estructurales todavía no generan una fuente de crecimiento sostenido, será necesario corregir el rumbo de las finanzas públicas, aunque eso reduzca de nuevo la tasa de crecimiento del PIB. Eso sería mejor que enfrentar una futura crisis fiscal y de balanza de pagos. Por cierto, varios ejercicios de pronósticos me arrojan un crecimiento proyectado para este año de entre 2.0 y 2.5%, no más. Eso considerando un incremento del consumo público y la inversión pública de 4% en términos reales y un crecimiento de Estados Unidos de entre 2.6 y 2.8%.     *Alejandro Rodríguez Arana es profesor de tiempo completo del Departamento de Economía de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Correo: [email protected]     Contacto: Twitter: @PrensaIbero www.ibero.mx e-mail: [email protected]       *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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