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A más de uno nos ha pasado: buenos amigos en la oficina nos dan la espalda e incluso se ponen en nuestra contra. Te decimos cómo hacerles frente.   Por Meghan Casserly   En el primer día de trabajo de Sarah Cook, de 28 años, como asistente de cuenta en una agencia de publicidad con sede en Boston, fue recibida por un grupo de mujeres que la invitó a almorzar, le preguntó por su vida personal y se ofreció a asesorarle sobre todo lo que tuviera que ver con la oficina. No pasó mucho tiempo antes de que Cook se integrara por completo al equipo. “Las seis de nosotras trabajábamos en puestos similares y compartíamos las mismas quejas”, dice Cook. “Éramos un equipo de verdad, ya sea que estuviéramos robándonos sándwiches de la sala de conferencias o lamentándonos sobre algunos clientes sabelotodo. “Pero cuando Cook fue ascendida inesperadamente a gerente de cuenta sólo seis meses después de unirse a la empresa, sus amigas empezaron a ignorarla y cosas peores. “Entendí que podría haber algo de celos, pero traté de ignorar ese hecho ya que éramos muy buenas amigas”, dice ella. Sarah podía ignorar el hecho de que no contestaran llamadas o correos electrónicos personales, pero cuando dejaron de responder a cuestiones relacionadas con el trabajo, Cook se encontró en una situación comprometida que afectaba sus tiempos de entrega y le hizo temer por su carrera. Decidido terminar con el problema de raíz, se armó de valor y enfrentó a sus colegas en una hora feliz de la agencia. “Les dije que yo sabía que podían sentir un poco de recelo por mi ascenso, pero que realmente esperaba que ello no afectara nuestra carrera o nuestra amistad. Realmente pensé que podríamos hablarlo.” La respuesta fue otra lo opuesto a la comprensión. “Fue un momento total de Mean Girls”, dice Cook. “Se rieron en mi cara. Una de ellas incluso me deseó buena suerte con el cliente que me había estado ignorando durante semanas.” Resulta que las supuestas amigas de Cook eran algo mucho más peligroso: eran frenemies (una mezcla de friend y enemy). Ellen Lubin-Sherman, autora de The Essentials of Fabulous dice una frenemy puede ser uno de los amigos de oficina más peligrosos que hay. “Todos hemos tenido frenemies en el lugar de trabajo, un compañero que trata de quedar bien a tus expensas y que busca competir con nosotros”, dice. “Puede ser muy doloroso estar del lado receptor de este tipo de amistad.”   Identificando al frenemy El mayor peligro, dice, es que nunca se sabe cuando un frenemy está al acecho. Una empleada de nivel medio en una empresa de marketing con sede en Nueva York comentó a una amiga cercana sus impresiones sobre una intervención que hizo su jefe frente a toda la compañía. “Es un idiota”, le confesó, “todo el mundo lo sabe”. Dos días más tarde al llegar al trabajo encontró su escritorio lleno de cajas y fue informada de que ya no trabajaría en la empresa. Su amiga, se reveló más tarde, tenía una estrecha comunicación con el jefe, y usó la crítica para sacarla de la jugada. “Cuando se tiene una atmósfera llena de competencia y se tiene trato con personas que están intentando dejar una buena impresión, el resultado es lamentable”, afirma Lubin-Sherman. “Realmente no se puede confiar en la gente. Monica Lewinsky lo aprendió de la manera difícil. Incluso si alguien parece ser un buen amigo, nunca se sabe.”   Detectando al frenemy Entonces, ¿cómo puede uno identificar a un amigo de estos?  Lubin-Sherman los define como “un rival con el que uno mantiene relaciones de amistad”, pero incluso eso parece un eufemismo para la experimentada Cook, que sufrió una puñalada por la espalda. “El frenemy es de lo más inestable”, dice. “Socava tu confianza en cualquier forma posible. Tal vez se programe una reunión y olvide informártelo.” Lubin- Sherman hace hincapié en que esta amistad tóxica puede ser un hombre o una mujer, pero que la brecha de género ha creado un entorno especialmente competitivo para las mujeres en el lugar de trabajo. “Cuando todas están en competencia, las garras de las frenemies salen. Tal vez descubres que toda la oficina salió a comer y no fuiste invitado.” Una vez que hayas identificado a tu amigo como un enemigo potencial, la responsabilidad recae sobre ti. Aborda el conflicto de frente y es posible que tengas la oportunidad de recuperar esa amistad, no todos los frenemies son sociópatas, y algunos podrían cambiar su comportamiento después de platicar. Sin embargo, si te lo callas te estarás condenando a ti mismo a una relación laboral deprimente que podría ir de mal en mucho, mucho peor. O bien, dice Lubin-Sherman, siempre está la táctica de desvanecimiento para poner fin a la amistad.   Venciendo al frenemy “No recomiendo el papel de ignorar el problema y hacerme la desentendida” dice Lubin-Sherman. “Eso envía un mensaje equivocado y en última instancia podría empañar tu reputación en el trabajo.” En su lugar, toma la iniciativa y encuentra el tiempo para sentarte con tu frenemy. El truco, dice, es mantener la conversación cordial y centrarla en ti. “Siempre usa la palabra ‘yo’, no el acusador ‘ustedes’”, una lección que Cook aprendió cuando se enfrentó a sus amigas. “Creo que su respuesta tiene sentido en retrospectiva”, dice ella. “Yo les acusé de portarse mal conmigo y me lancé al ataque.” En su lugar, intenta esto: “Yo siento que hay algo entre nosotros que no funciona ni nos conviene.” O “Yo siento que nuestra relación se ha vuelto competitiva y si continúa así podría lastimar nuestra reputación en el trabajo.” Al poner de relieve tus propios sentimientos en vez de su comportamiento, recomienda Lubin-Sherman, crearás la oportunidad de tener un diálogo eficaz y con suerte evitar un estallido. En el mejor de los casos abrirás los ojos de tu amigo sobre lo negativo que haya ocurrido durante su amistad y podrías mejorar su relación personal y profesional. “En el peor de los casos tomarán lo que digas y usarán para atacarte o intentar sacarte de la jugada. “Si ese es el caso, entiende que tu supuesto amigo puede no estar abierto al cambio o mejora, dice Lubin- Sherman, “y, en última instancia, él se lo pierde.” “No estamos en la primaria, estamos en el trabajo”, concluye.

 

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