Por fin, llegó el momento de descansar de la cotidianidad y tomarnos un respiro. Trabajamos duro y ahorramos para poder tener unos días para pasear o distraernos o sencillamente, hacer algo diferente. No obstante, ahí están los pendientes, la voz interior que nos recuerda tantas cosas que debemos hacer y no podemos poner la mente en blanco. Por alguna extraña razón, los días tan anhelados se convierten en una preocupación y conforme se acerca el día en que empezará la vacación, la voz aumenta el volúmen y nos cuesta soltar. Es normal sentir ciertas dudas de lo qué pasará en nuestra ausencia. Sin embargo, llevarlo a un nivel de ansiedad que no nos permite disfrutar no es sano y se conoce como síndrome de la distancia.

Lo primero que necesitamos entender es que nuestra silla, el escritorio y el perchero siguen en el mismo lugar. Todo estará en el espacio en que los dejamos cuando cruzamos el umbral de salida y nos fuimos de vacaciones. Sin embargo, habrá algo distinto y es preciso saber qué es. La decisión de alejarse de la oficina y tomar vacaciones no fue fácil. Nunca sabemos cuándo es el mejor momento porque los planes y programas no se detienen. El síndrome de la distancia nos hace sospechar que en nuestra ausencia las cosas se van a desmoronar y al regreso encontraremo todo descolocado y fuera de orden. Es nuestra responsabilidad dejar todo listo para que al regresar, todo siga funcionando y nos de la evidencia  de que hemos hecho una buena labor al formar un equipo de trabajo.

Un equipo de trabajo bien integrado es aquel que  en nuestra ausencia, es capaz de hacer lo que correspondía y lo hacen bien. Incluso, podemos admitir que las tareas seán realizadas en forma esplendida. Sí, hay que destruir el mito. No es verdad que si quieres hacer algo, lo tienes que hacer tú mismo. ¡Qué alivio! No se acababará el mundo.

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Cuando el jefe sale y todo sigue su curso adecuadamente, se evidencia que quien está a cargo es un buen líder. Independientemente de que se trate de un ejecutivo en una enorme corporación, un gerente de una tienda minorista, el dueño de una pequeña industria o una persona que trabaje desde casa, ser capaz de delegar es una habilidad crítica para impulsar la efectividad del desempeño. ¿Quién dijo que un buen jefe es el que se pasa la vida gritando instrucciones y supervisando que las cumplan? 

El liderazgo efectivo es el que permite que el equipo se mueva. Por lo tanto, un líder positivo es una persona que da instrucciones, perfila líneas de acción y es lo suficientemente inteligente para hacerse a un lado y dejar que las cosas sucedan. La extraordinaria sorpresa es la recompensa que reciben al ver que, incluso cuando ellos no están presentes, las cosas marchan en forma suave y constante. La ausencia no provoca turbulencias. 

Así que, ahora que las vacaciones están aquí, hay que descansar para renovar las energías. Dejar atrás los pendientes y enfocarse en la felicidad del aquí y ahora. Es momento de rentabilizar el trabajo y el esfuerzo y permitirnos descansar. Los descubrimientos que se revelarán mientras estamos ausentes serán una gran fuente de toma de decisiones futuras. Habrá buenas noticias que llegarán con el alejamiento y se podrá aprovechar la información que se reveló en nuestra ausencia. Como líderes, es preciso confiar en las acciones y decisiones del equipo. Esta confianza refuerza la seguridad en el actuar del equipo y solidifica la consecución de resultados. Esa certeza de que cuando no esté el gato,  los ratones no harán fiesta, es una seña de madurez del equipo que se permea y da estabilidad. Por lo mismo, es una brillante oportunidad para reconocer las cosas que están bien hechas, soltar e irse a descansar.

Salir de vacaciones y evitar el síndrome de la distancia se resume a confiar. Confiar en que las cosas marcharán  bien. Se trata de la complicada tarea de dejar el ego a un lado. Hay que aprender a confiar en los demás. El susto por delegar nace de creer que somos los únicos que podemos hacer las cosas bien. Hay que recordar dos cosas: 

Primero que nada, cualquiera puede realizar las tareas con buen acompañamiento y suficiente práctica; segundo, nadie es tan universalmente talentoso como creemos que somos. 

No tenemos la exclusividad de la brillantez. Basta abrir los ojos para darnos cuenta que hay mucha capacidad a nuestro alrededor. Al delegar, se conjugan dos ciclos virtuosos, se libera la capacidad latente de alguien del equipo y se consigue tiempo para atender otros temas.

La magia se da en el momento en que damos una oportunidad y capacitamos para que las cosas se realicen. El premio es que se fortalece el equipo. ¿No era eso lo que nos preocupa al salir de vacaciones? ¿No nos intranquiliza la fortaleza del equipo? ¿No anhelámos un grupo de gente autónoma y decidida?

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Tan pronto como nos enteremos quién hizo las cosas correctamente durante la ausencia, hay que preparase. Es tiempo de capacitar. En términos de entrenamiento, hay que ser paciente. Roma no se edificó en un día y es injusto pensar que alguien va a hacer las cosas tan bien como las hace uno de un día para otro. Incluso, si las cosas no fueron tan bien como hubiéramos querido mientras estuvimos lejos, es tiempo de capacitar. Es más, si las cosas fueron peor de como imaginamos, con más razón es tiempo de capacitar. Hay que compartir conocimiento y experiencia. Hay que poner manos a la obra y construir las competencias que deseamos en el equipo de colaboradores.

El egoísmo y la ambición deben hacerse a un lado. También hay que evitar esa actitud de juicio que minimiza los esfuerzos. Si se ejerce demasiada presión, se provocaran errores. Eso es seguro. Hay que ser conscientes de que al capacitar a alguien para hacer algo más, lo que en realidad se está haciendo es una inversión que merece el privilegio de la paciencia. Sí, es posible que al principio el ritmo baje de velocidad, sin embargo, en el largo plazo, la productividad se elevará. Hay que mantener una actitud realista y positiva. Del periodo de vacaciones es para relajarse y descansar, para clarar la mente y ponerla en paz, es buena idea empezar a pensar en dos temas relevantes: delegar y capacitar. Buena suerte, el primer paso ya ha sido dado. Salir de vacaciones es para poner distancia y disfrutar.

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