Pocos prestamistas y acreditados son inmunes al impacto negativo por la declinación abrupta en los precios del crudo. Las primeras bajas han sido compañías pequeñas e independientes.   Enfrentando una estrepitosa caída en el precio del petróleo y la incertidumbre sobre cuándo los precios se estabilizarán, los prestamistas (tanto bancos como prestamistas directos) han sido cautos en evaluar el tamaño y la salud de su exposición al sector energético. Por el contrario, para inversionistas de deuda en dificultades, el ambiente actual presenta oportunidades para comprar deuda debajo de su valor nominal emitida por compañías que fueron robustas en otro momento y que se encuentran actualmente sobreapalancadas. Ya comenzamos a ver actividad relevante en este ámbito por parte de casas de valores, fondos y personas físicas con altos niveles patrimoniales. El efecto de la fuerte caída en los precios del petróleo quizá no sea sentido en tanto una empresa de exploración y producción (E&P) esté protegida por posiciones en instrumentos derivados. Sin embargo, las coberturas de éstos no durarán más de 12-24 meses, por lo cual, si los precios se mantienen bajos por un periodo largo, el problema sólo se habrá diferido, mas no eliminado. Aun cuando las empresas E&P han sido capaces de mantenerse al recortar los gastos no esenciales, abandonar y suspender actividades y mantener perforadoras, así como diferir el gasto en desarrollo de proyectos que incrementan la rentabilidad en un periodo largo, los precios bajos del petróleo podrían ocasionar graves consecuencias para muchas compañías. Las primeras bajas han sido las compañías pequeñas e independientes, sin grandes fondos o fuentes de ingreso, o diversificadas como sus contrapartes más grandes y las compañías prestadoras de servicios. Para los acreditados, es importante que haya comunicación continua con los prestamistas mucho antes de que sea requerido el capital. Ambas partes necesitan mantener pláticas con el ánimo de “tú me ayudas y yo te ayudo”, mucho antes de que aparezca cualquier dificultad financiera para facilitar soluciones prácticas que sean de interés de ambos. Los prestamistas deben ser conscientes de que en una “zona de penumbra”, los directores estarán preocupados por evitar cualquier responsabilidad personal derivada de conceptos tales como el del Reino Unido, de: comercio ilícito, o de Estados Unidos, tales como: incumplimiento del deber fiduciario. Por otro lado, los prestamistas necesitan administrar las expectativas de los acreditados al mantener una comunicación que les anticipe sobradamente cualquier retraso en presentar los estados financieros auditados, o cualquier deficiencia en acreditar pruebas relevantes o avisos a las autoridades regulatorias cuando se coticen los valores. Es probable que los prestamistas insistan en preparar planes de contingencia que cubran opciones de las desinversiones en activos no esenciales, a través del refinanciamiento de deuda de otras fuentes, deuda por acciones y esquemas pre-planeados de arreglos para el caso de procesos de insolvencia. Esto requerirá de una evaluación detallada de los derechos y opciones a todos los actores involucrados.

Por ejemplo, el incumplimiento de un RBL puede resultar en incumplimientos cruzados al amparo de las emisiones de bonos, mecanismos mezzanine o cartas de crédito.

De manera parecida, el impacto de cualquier reestructura, cambio de control o proceso de insolvencia necesita ser considerado en el contexto de los derechos de terminación o consentimientos requeridos al amparo de acuerdos de coinversión “joint venture”, licencias, arrendamientos y otros acuerdos contractuales básicos que garanticen la continuidad del suministro. Por supuesto, la postura variará dependiendo de la ley aplicable, el tipo de proceso de insolvencia en la jurisdicción en la cual se encuentran los activos.

Por ejemplo, la terminación de un contrato por una contraparte típicamente infringiría la suspensión automática detonada por un proceso bajo el Capítulo 11 en Estados Unidos de América, mientras que en el Reino Unido, no infringiría la moratoria detonada por un proceso de administración.

Otros temas complicados a considerar serían: el tratamiento de los intereses sobre minerales, trabajos y regalías; privilegios y cargas de un vendedor secreto; costos de desmantelamiento, y otros aspectos ambientales y de seguridad industrial, así como el impacto de incumplimiento de una parte en un acuerdo de operación conjunta seguido de insolvencia, particularmente cuando la parte incumplida es la filial comercial de un Estado o parte del proyecto. Incluso si en este momento no hay afectación directa por la acentuada baja en los precios del petróleo, los prestamistas podrían verse perjudicados por los problemas financieros de otros con los que hacen negocios en el sector, de la misma manera en la que los proveedores de fabricantes automotrices que hace algunos años fueron Nivel 1 y Nivel 2, y fueron los primeros afectados en el desliz sufrido en el mundo automotriz. Tanto para prestamistas como para acreditados, pocos serán inmunes a cualquier impacto negativo en la declinación abrupta del precio del crudo. En consecuencia, la anticipación y considerar los temas que hemos señalado, requieren de una planeación y comunicación cuidadosa, especialmente en un contexto de múltiples jurisdicciones y de potenciales jugadores financieros, siempre cambiantes.   Contacto: Twitter: @HoganLovellsMX Página web: Hogan Lovells   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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