El clima, los nuevos ambientes extraterrestres y la modificación genética alterarán drásticamente el aspecto del rostro humano en el futuro. Un artista e investigador hace su apuesta de cómo será la transformación.   Por Parmy Olson   Nuestro aspecto ha recorrido un largo camino desde que eramos Homo Sapiens. En el periodo comprendido entre 800,000 y 200,000 años atrás, por ejemplo, los rápidos cambios en el clima de la Tierra coincidieron con una triplicación del tamaño del cerebro y el cráneo humano, que provocó un aplanamiento de la cara. Pero, ¿cómo pueden las características fisiológicas de los seres humanos cambiar en el futuro, sobre todo con la nueva tecnología portátil, como Google Glass?, ¿cambiará la forma en que usamos nuestros cuerpos y rostros? El artista e investigador Nickolay Lamm se ha asociado con un genetista informático para investigar e ilustrar lo que podría ser nuestro aspecto 20,000 años en el futuro, así como 60,000 y 100,000 adelante. Sus llamativas ilustraciones se encuentran completas en la parte inferior de este post. Lamm dice que esta es “una línea de tiempo probable”, donde, gracias a la tecnología de la ingeniería cigótica del genoma, nuestra descendencia tendría la capacidad de controlar la biología humana y la evolución humana, de la misma manera en que controlamos electrones para alimentar nuestro mundo de hoy. (Para una crítica de los supuestos científicos detrás de la hipótesis de Lamm, consulte este post del reportero de Forbes Mateo Herper.) Lamm habla de “la lucha por el control” de la forma humana desde la evolución natural y la modificación de la biología humana para adaptarla a nuestras necesidades. Las ilustraciones fueron inspiradas por las conversaciones con el Dr. Alan Kwan, quien tiene un doctorado en genómica computacional por la Universidad de Washington. El proyecto de Lamm también fue patrocinado por el sitio web MyVoucherCodes.co.uk, donde tiene un blog. Kwan basa sus predicciones en la manera como podría lucir el entorno en el futuro, considerando el clima y los avances tecnológicos. Uno de los grandes cambios será una frente más amplia, predice Kwan —una característica que se ha venido ampliando desde los siglos XIV y XVI—. Los científicos que escriben en la British Dental Journal han sugerido que las comparaciones de mediciones craneales de esa época muestran que la gente de hoy tiene rasgos faciales menos prominentes y frentes más altas y Kwan espera que la cabeza humana tienda a hacerse más grande para dar cabida a un cerebro de mayor tamaño. Kwan dice que dentro de 60,000 años nuestra capacidad de controlar el genoma humano también permitirá que el efecto de la evolución en nuestros rasgos faciales sea algo discutible. A medida que la ingeniería genética se convierta en la norma “el destino de la cara humana será determinado cada vez más por los gustos humanos”, dice en un documento de investigación. Los ojos se harán más grandes, ya que los intentos de colonizar el sistema solar llevará a las personas a vivir más allá de la Tierra y esos entornos, más lejanos del Sol, requerirán una mejor visión. Del mismo modo, la piel se volverá más pigmentada para disminuir el daño de la nociva radiación UV fuera de la protectora capa de ozono de la Tierra. Kwan espera que la gente tenga los párpados más gruesos y un arco superciliar más pronunciado (el hueso redondeado y frontal del cráneo debajo de la frente), para hacer frente a los efectos de la baja gravedad. En los 40,000 años restantes, o 100,000 años a partir de ahora, Kwan cree que el rostro humano reflejará el “dominio total sobre la genética morfológica humana. Ese rostro humano estará fuertemente influenciado por las características que los seres humanos encuentran fundamentalmente atractivas: líneas fuertes y majestuosas, nariz recta, ojos intensos y la distribución de los rasgos faciales se apegará a la proporción áurea y la simetría perfecta entre los hemisferios izquierdo y derecho”, dice. Los ojos lucirán “desconcertantemente grandes” —al menos desde nuestro punto de vista actual— y podrían presentar un brillo en los ojos que mejore la visión con poca luz, e incluso un parpadeo lateral desde una plica semilunaris reconstituida para proteger aún más a los ojos humanos de los efectos perjudiciales de los rayos cósmicos. Habrá otras necesidades funcionales: fosas nasales grandes para facilitar la respiración en ambientes fuera del planeta, un cabello más denso para contener la pérdida de calor a partir de una cabeza más grande, características que las personas podrían tener que valorar en contra de sus gustos, dadas las tendencias genéticas de moda en el momento. En lugar de sólo debatir qué nombre se dará a un niño, como hacen los padres en la actualidad, también podrían tener que decidir si quieren que sus hijos lleven la expresión más natural del DNA de la pareja, como su color de ojos, dientes y otras características que se podrán alterar genéticamente. Sin embargo, el exceso de implantes tecnológicos podría empezar a decaer a medida que más gente empiece a valorar lo que nos hace parecer naturalmente humanos. Eso “va a ser cada vez más importante para nosotros en una época en que tengamos la capacidad para determinar algunas de las características”, afirma Kwan. La tecnología portable o “vestible” todavía estará presente, pero en formas mucho más sutiles. En lugar de Google Glass y iWatch, las personas buscarán implantes discretos que conserven el aspecto natural del ser humano —piensen en lentes de comunicación mental (una versión reforzada tecnológicamente de los lentes de contacto de hoy) y los dispositivos de conducción ósea en miniatura implantados por encima de la oreja. Éstos podrían tener incorporados nano-chips que se comuniquen con otros dispositivos para comunicarse con los demás o con fines de entretenimiento. En pocas palabras, los seres humanos que vivirán dentro de 100,000 años querrán estar conectados inalámbricamente, dice Kwan, pero con la mínima interrupción a lo que podrían entonces ser percibido como el rostro humano “perfecto”. Éstas son las ilustraciones de Nickolay Lamm:
El aspecto promedio actual. Imagen: Nickolay Lamm.

El aspecto promedio actual. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 20,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 20,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 60,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 60,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 100,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

Dentro de 100,000 años. Imagen: Nickolay Lamm.

   

 

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