Un emprendedor moldea su personalidad para desarrollar sus capacidades de una forma integral: creando un balance entre las necesidades directivas de su empresa y sus cualidades personales.   Todos hemos soñado con emprender. La idea de ser dueños de nuestro propio negocio, de no depender de líneas de mando, ni recibir instrucciones y conducir nuestro destino es cada vez más atractiva en un mundo donde ningún empleo es seguro y muchas veces son escasos. Así, el autoempleo a través del emprendimiento no es únicamente una idea atractiva, sino un verdadero plan de vida. Durante los últimos años, hemos enseñado a los jóvenes estudiantes profesionales sobre las oportunidades que el emprendimiento ofrece, y con gran satisfacción observamos las semillas de esas enseñanzas florecer en empresas exitosas. Pero para las generaciones anteriores, tomar la decisión de emprender no es fácil, considerando que la educación tradicional está orientada a formar talento empleado. Más aún, en muchas ocasiones el establecimiento de un negocio propio es una decisión que se toma en momentos de gran reto personal. Una gran cantidad de emprendimientos inician como resultado de circunstancias adversas en la vida de los emprendedores: la pérdida de un ser querido que nos obliga a encontrar una fuente de ingresos, la pérdida del empleo en un mercado laboral cada vez más competido y enfocado en los jóvenes o las oportunidades de un retiro o jubilación tempranos. En cualquier caso, el emprendimiento es resultado de una pérdida, o un proceso de duelo. Ahí yace la importancia de que el emprendedor cultive cualidades y habilidades personales con tanta paciencia y dedicación como las que dedica a diseñar su modelo de negocio, escribir un plan de negocios o lograr su primera venta:  
  • Entre otras habilidades, el emprendedor debe cultivar la autoestima. Debe saberse seguro de sus capacidades de gestión, tanto como está seguro de los beneficios de su producto o servicio.
  • Asimismo, el emprendedor debe ser asertivo: debe desarrollar una actitud positiva, concisa y precisa que le permita expresar con facilidad sus ideas, sin rodeos ni titubeos.
  • Además de sus habilidades de organización y capacidad de aprendizaje, es importante que el emprendedor sea persistente, determinado y esté orientado a resultados.
  Estas características le permitirán sortear los rechazos e identificar las nuevas oportunidades que surgen en el proceso de emprender. Un emprendedor es una persona que ha moldeado su personalidad para permitirse desarrollar sus capacidades de una forma integral: creando un balance entre las necesidades directivas de su empresa y sus cualidades personales. El desarrollo de su proyecto es tan importante como el desarrollo de su persona, y sería lamentable que, abocados a obtener el éxito empresarial, no nos ocupemos de la parte humana del quehacer emprendedor.     Contacto: [email protected]

 

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