Por Javier Murillo*  

Cada vez que me siento por las noches a revisar los informativos nacionales y extranjeros, caigo en la reflexión de que por más innovaciones desarrollemos como humanidad para revertir las consecuencias del cambio climático, siempre nos quedaremos cortos. Es así que será insuficiente a largo plazo la inversión millonaria que pueda inyectar cualquier potencia de cualquier hemisferio. ¿Por qué? Porque así es la naturaleza humana. Ir en contra de la naturaleza. 

El calentamiento global es una realidad y es producto de la actividad humana. La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, estima que la temperatura global crecerá entre 1.5 y 4 grados en las próximas décadas, y ya lo estamos sintiendo ¿o no? Señala también que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de la quema de combustibles fósiles y de la industria no han dejado de crecer en los últimos años, centradas en cuatro regiones y naciones: EU, China, Rusia, la Unión Europea e India.

Este crecimiento ha provocado que miles de especies se encuentren en riesgo de extinción. Además, los cambios drásticos en el clima que provocan desastres naturales (como olas de calor, huracanes o tsunamis) se dupliquen en los últimos 20 años, según el informe “Pérdidas, pobreza y desastres”, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos y Desastres (UNISDR en sus siglas en inglés).

Pese al panorama desesperanzador, son cada vez más quienes creen que desde la ciencia de datos aún existe un remedio y por ello trabajan todos los días desde su trinchera. El uso de la Inteligencia Artificial (IA) para comprender mejor los desastres naturales, no es una práctica completamente nueva. En los últimos años, sus capacidades se han vuelto más generalizadas y avanzadas. Cuando se trata de fenómenos, sin importar qué forma adopten, la preparación y la prevención son nuestros mejores métodos de protección. Afortunadamente, las grandes corporaciones impulsadas por IA realmente han comenzado a aprovechar las tecnologías inteligentes disponibles para reducir el impacto de los desastres naturales. Desde la detección temprana de terremotos, hasta el control de inundaciones y la estimación de respuesta a emergencias, la IA se está integrando en todos los aspectos de la gestión de desastres. Ejemplo de ello son los mapeos de alta resolución, destinados a ayudar a predecir, planificar y prepararse para futuras inundaciones. Este mapa muestra edificios, carreteras, céspedes, cuerpos de agua y cualquier otra cosa que exista en 100 mil millas cuadradas, mil veces más preciso que los mapas utilizados anteriormente para este propósito.

Desde hace algunos años la empresa española Indra trabaja en proyectos vinculados a la ciencia de datos y la inteligencia artificial, convirtiéndose  en un ejemplo de cómo se pueden usar estas tecnologías fuera de los negocios. Indra apuesta por utilizar esta tecnología en beneficio de la humanidad -especialmente en los países en vías de desarrollo- y aquellos que se ven más afectados por los desastres naturales. Para ello ha comenzado a colaborar en el proyecto EO4SD (Observación de la Tierra para el Desarrollo Sostenible) de la Agencia Espacial Europea (ESA), aportando su conocimiento, experiencia y tecnología de Big Data y Analytics para dar sentido a los datos recogidos por numerosos satélites de observación y otros sistemas de monitorización de la Tierra.

Google, por ejemplo, ya integró IA dentro de su programa de Google Public Alerts con la intención de avisar a los usuarios de posibles desastres naturales. Esta herramienta usada por más de 4 mil millones de personas, busca utilizar el poder de la IA para que sea capaz de detectar potenciales inundaciones, y avisar a la población mediante una alerta de emergencia. En definitiva, sirve de asesoramiento para los organismos públicos que vigilan este tipo de fenómenos naturales que suponen un peligro inminente para la población civil. La India fue la primer nación que comenzó con el uso de estas alertas.

En 2017 científicos rusos integrantes del Instituto de Tecnología de Skolkovo (Skoltech) utilizaron imágenes satelitales de California, para entrenar una red neuronal. Lograron desarrollar un algoritmo gracias a la Inteligencia Artificial capaz de identificar las áreas afectadas por incendios forestales e identificaron patrones para distinguir las zonas afectadas por el fuego y su impacto. El diseño también puede ser aplicado a otras catástrofes naturales y es un punto de partida interesante para hacer una evaluación del daño de los incendios y los factores geográficos que pudiesen provocar. Los algoritmos son capaces de analizar imágenes satelitales multitemporales y detectar cambios.

Después de una serie de devastadores deslizamientos de tierra, en el gobierno de Japón utilizó la tecnología de la IA para predecir el riesgo de deslizamientos de tierra y ayudaron a su país a prepararse mejor. Los satélites que toman fotos de la Tierra envían imágenes a través de los centros de datos de IA que luego monitorearán las fotos para detectar cambios, a fin de predecir cuándo y dónde puede ocurrir un desastre.

Hay algunas voces en el mundo de la IA, con las cuales no coincido, que aseguran que en un futuro los robots cobrarían facturas a la humanidad al ver que los humanos no dejarán de defraudar el entorno natural que se nos dio para habitar. Hay algunos avances que parecen fundamentar estos hechos. En julio de 2017, por ejemplo, el Grupo Kalashnikov de Rusia anunció que había comenzado el desarrollo de una ametralladora de 7.62 milímetros equipada con cámara que utiliza una red neuronal para tomar decisiones de “disparar o no disparar”. Toda una generación de armamentos autocontrolados, incluidos drones, barcos y tanques, se está acercando a diferentes niveles de operación autónoma. Hay muchos temas en relación a este fascinante asunto, pero por desgracia se nos acaba el espacio.   

No lo culpo si después de leer este texto le surge una sensación de estar presenciando un capítulo de alguna serie de Netflix, pero definitivamente esto es el aquí y el ahora.

 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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