Haga lo que haga en los próximos días, el Banco de México podría afectar con su decisión la frágil marcha de la economía mexicana. Debe subir las tasas antes que la Reserva Federal de EU para evitar la salida de capitales golondrinos, pero si se adelanta demasiado podría restringir el crédito y golpear al crecimiento.    El Banco de México (Banxico) enfrenta hoy una encrucijada: cualquier decisión que tome en los próximos días será crucial para la economía mexicana éste y el próximo año. Un movimiento en falso de su parte podría provocar varios efectos negativos, desde una salida masiva de capitales hasta una restricción insana del crédito, que retrasaría (aún más) la recuperación económica del país. Desde 2008, con la baja histórica de la tasas de interés en Estados Unidos, México se benefició con la entrada de capitales golondrinos, que se refieren a recursos financieros colocados por diversos inversionistas que buscan mayores rendimientos en el corto plazo. Sin embargo, con la aparente recuperación económica del país vecino, esa situación está cerca de llegar a su fin. Así, una posible alza de tasas en EU podría provocar un efecto invertido, es decir, una salida abrupta de estos capitales. Ante esta situación que se prevé casi inminente, Banxico discute cuál será el mejor momento para incrementar su tasa de referencia y anticiparse, así, al alza de tasas de la Reserva Federal (Fed) de EU, con lo cual busca proteger al país de una mayor volatilidad internacional. Pero aún no está claro cuándo la Fed decidirá elevar sus tipos de interés, lo que complica a Banxico tomar la decisión adecuada en el momento adecuado. En las minutas de la decisión de política monetaria del banco central mexicano, publicadas el 9 de abril, algunos miembros de la junta de gobierno, encabezada por Agustín Carstens, señalaron que “persiste la incertidumbre sobre las implicaciones de la normalización de la política monetaria de Estados Unidos”. Los mercados preveían que la Fed anunciaría el aumento de tasas en su reunión de política monetaria del 17 de junio, pero los últimos datos de creación de empleo, los más débiles desde diciembre de 2013, podrían aplazar el incremento de tipos de interés hasta septiembre. Pero el crecimiento de EU no será el único factor a tomar en cuenta para Banxico. Hay otro riesgo a la vista: si la depreciación del peso se transfiere hacia los precios de las importaciones en México, el banco central podría actuar antes que la Fed, asegura Mario Correa, economista en jefe para México de Scotiabank.   ¿Antes o después de la Fed? La ventaja de que el Banco de México decida mover la tasa de referencia por arriba de 3%, antes que en Estados Unidos, está en que puede anticiparse a la volatilidad, pero también afectaría la incipiente recuperación de la economía local, advierte Carlos Capistrán, economista en jefe para México de Bank of America Merrill Lynch (BofA). La fragilidad de la economía mexicana es tal que ya varios organismos financieros internacionales han recortado las estimaciones de crecimiento para este año. El pasado 7 de abril, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) bajó su previsión del Producto Interno Bruto en México de 3.2% a 3.0%. En la misma ruta, el Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo la expectativa de crecimiento para México desde 3.2% hasta 3.0% en 2015, de acuerdo con su reporte de “Panorama económico mundial”. Aunque para Banxico no es tan simple tomar la decisión de adelantarse a la Fed. Capistrán destaca que “subir las tasas después que la Fed tiene la ventaja de que se tendría más información respecto a lo que pretende y daría más tiempo para que la recuperación económica en México se consolidara”. Mario Correa, de Scotiabank, ve un escenario más probable y menos riesgoso: a finales de julio, la Fed daría señales claras de un incremento en las tasas, lo cual provocaría alta volatilidad en agosto, pero le daría tiempo a Banxico de adelantarse con una subida de los tipos en su junta del 3 de septiembre.   La moneda sigue en el aire A pesar de los escenarios base de los especialistas, los datos económicos en Estados Unidos aún carecen de la contundencia necesaria para asegurar una inminente alza de la tasas de la Fed. El 3 de abril, el Departamento del Trabajo de EU reportó que las nóminas no agrícolas aumentaron a 126,000 en marzo, cifra que representó el menor nivel desde diciembre de 2013. El dato representó un descalabro para la racha positiva de 12 meses consecutivos con alzas de más de 200,000 puestos. Además de controlar la inflación, el otro mandato de la Fed es fomentar la creación del empleo, por lo que el último dato desalentó la expectativa de un alza temprana de tasas. “Ha habido datos relativamente débiles de la economía de EU y parece que han cambiado las expectativas sobre cuándo vendrá el primer incremento no tan cercano en las tasas y también un ritmo más pausado”, explica Mario Correa. Alberto Bernal, Head of Research en Bulltick, señala que la inflación en EU seguirá sorprendiendo a la baja, “lo que implica que la Fed se vea obligada a demorar el inicio del proceso de normalización monetaria”.   Y en la otra esquina… inflación La inflación en México estará dentro del rango objetivo de 3% más/menos 1 punto porcentual todo el año, dice Mario Correa, de Scotiabank. Pero si la depreciación del peso tiene efectos de segundo orden en algunas importaciones, podría obligar a Banxico a actuar antes que la Fed, aclara. “Si ves efectos de segundo orden aun cuando la inflación general esté dentro del rango, sería una señal suficiente para que empiecen a actuar y suban las tasas de interés”, opina. En un análisis, BofA coincide en que una depreciación extrema podría traer un aumento anticipado de las tasas del Banco de México. La inflación en marzo se situó en 3.14% a tasa anual, reportó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el 9 de abril. Dentro de las mercancías, las alimentarias tuvieron un alza a tasa anual de 2.98% y las no alimentarias de 2.28%. El banco central de México está acorralado entre varios factores, desde la posible salida de capitales y la inflación, hasta la reducción del crédito. Así tendrá que decidir cuál será el momento adecuado para subir las tasas, pero en su decisión estarán muy presentes los dos grandes riesgos: la volatilidad o el bajo crecimiento. ¿Qué camino tomará?

 

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