El proceso de compra de Monsanto por parte de Bayer reabre la discusión sobre los cultivos biotecnológicos (genéticamente modificados o transgénicos), lo cual resulta benéfico para la industria, comentó Rubén Chávez, presidente de la Alianza Protransgénicos (APT). “Son tratos que están en proceso y no sabemos si se llevará a cabo o no. Lo que sí percibo es que por la importancia de la operación o de la oferta, se puso nuevamente en la mesa el tema de los organismos genéticamente modificados o de las semillas, lo cual nos favorece aquí a nosotros en México”, señaló. Recientemente, Monsanto, que ofrece semillas convencionales y biotecnológicas, rechazó la propuesta de compra por 62,000 millones de dólares (mdd) por parte de la farmacéutica alemana Bayer, aunque afirmó que está abierta a negociaciones. Un estudio publicado el pasado 16 de mayo de este año por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, llamado “Cultivos genéticamente modificados: Experiencias y Perspectivas (2016)”, arrojó que los transgénicos disponibles no son nocivos para el medioambiente y la alimentación. Al respecto, Rubén Chávez explicó que en un transgénico se refuerza o modifica una de las 10,000 o 20,000 características genéticas, dependiendo del organismo, con la finalidad de dar mayores beneficios en la producción o incluso para añadir valor nutrimental. Por lo anterior, el presidente de la APT aseguró que el uso de esta tecnología también aumentaría la producción, pues eso haría que factores externos como la falta o exceso de humedad no afecten los cultivos, aumentando la producción en mayor medida. “Sí se aumentaría el cultivo, para el agricultor o productor. Si ahorita hay materiales que son resistentes al estrés de la planta (presencia de un factor externo que ocasiona un impacto negativo sobre su desarrollo) por falta o exceso de humedad, eso nos sirve a todos, porque para empezar se puede producir una mayor cantidad por hectárea, debido a que no se va a estresar las planta por falta de humedad”, explicó. A su vez, manifestó que se disminuye el uso de recursos como el agua, ya que se requiere de una menor extracción del subsuelo, al tiempo en que la utilización de insecticidas también baja, en comparación con un alimento convencional, por lo cual el precio se reduce. De acuerdo con la APT, agrupado por más de 30 miembros, existen pocos avances para abrir el diálogo con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para la apertura a la industria de los transgénicos.   Para muestra, un botón (de algodón) Chávez señaló que, de la producción nacional de algodón, en Chihuahua se registra el 64%, donde la mayor parte del cultivo es transgénico. Datos de la APT señalan que, en 2010, México rebasó el medio millón de toneladas producidas de algodón, donde los rendimientos han mejorado un 75% desde el inicio de su cultivo. “En Chihuahua se han logrado cosechas récord de 8 o 9 pacas por hectárea (una paca equivale a 230 kilogramos de fibra); en la Comarca Lagunera también se ha mejorado la productividad”, señaló el organismo. En el país hay permiso para sembrar 340,000 hectáreas, generando alrededor de 8,000 empleos (33 jornales por hectárea). De igual manera, en el país se produce soya genéticamente modificada, sin embargo, no se ha logrado sembrar de manera comercial el maíz con esa tecnología, sólo de manera experimental, comentó Chávez.

 

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